Fantasmas de alcoba
Al espectador espa?ol familiarizado con el Arniches de las tragedias grotescas le resultar¨¢n gen¨¦ticamente pr¨®ximos antih¨¦roes como este Pasquale Lojacono, que toma al amante de su mujer por un fantasma y deja que se convierta en visitante asiduo del caser¨®n que habitan, supuestamente embrujado. No hay m¨¢s ciego que quien no quiere ver. "Todos hemos fingido alguna vez no enterarnos de lo que pasa, porque reaccionar ser¨ªa dif¨ªcil o demasiado peligroso", dice Eduardo de Filippo a prop¨®sito de Con derecho a fantasma, comedia tr¨¢gica napolitana donde apura el equ¨ªvoco: nunca queda del todo claro si Pasquale es un ingenuo muerto de hambre o un chulo sobrevenido.
Te?ida de melancol¨ªa mihuriana, Con derecho a fantasma se entiende solo en el contexto del final de la II Guerra Mundial, que dej¨® N¨¢poles destrozada y hambrienta: muchas mujeres entregaron sus favores a los soldados estadounidenses a cambio de comida, el trapicheo se hizo moneda de curso legal y creci¨® la fe en lo ultraterreno.
A todos sus protagonistas les resulta ¨²til que los dem¨¢s crean en fantasmas: a Pasquale, para justificar los pagos del amante de su esposa; a Raffaele, el portero, para acusarles de los hurtos que ¨¦l comete; al invisible profesor Santanna, para no tener vecinos enfrente de sus balcones. De Filippo maneja la ambig¨¹edad de la situaci¨®n con mano maestra: la ignorancia de Pasquale resulta veros¨ªmil porque en torno suyo hay un pacto de silencio y porque, cuando un pirandelliano grupo encabezado por la mujer del amante viene a rogarle que tome de una vez cartas en el asunto, su aparici¨®n resulta tan espectral que los cree almas en pena.
La actuaci¨®n protagonista del italiano Tony Laudadio, aunque adecuadamente coloreada, no fluye a satisfacci¨®n en nuestra lengua. Encarnado por Manel Dueso, Raffaele es un carablanca socarr¨®n, a lo Walter Matthau: por las muletillas verbales en que se apoya, en ciertos momentos parece que tampoco ¨¦l estuviera del todo c¨®modo en castellano. Marta Domingo fragua en los silencios el opaco papel de la esposa y lo aclara en sus elocuentes intervenciones finales. Xavi Boada hace un amante antip¨¢tico un tanto de manual, Pilar Pla (la esposa traicionada) le saca partido c¨®mico a la escena cumbre y Pasquale B¨¢varo est¨¢ realmente gracioso en su papel de contraaugusto desmadejado. Oriol Broggi, el director, da dos de cal y una de arena.
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