S¨¢hara, monarqu¨ªa y legitimidad
Las particularidades de una sociedad o un Estado no son siempre motivo de separaci¨®n, sino pueden ser a veces motivo de aproximaci¨®n. Es obvio que el modelo de Estado vigente en Marruecos es el franc¨¦s, y precisamente puede ser este un motivo de discordia para la sociedad marroqu¨ª depositaria de este modelo, siendo una sociedad muy diferente de la francesa, muy diversa culturalmente y ling¨¹¨ªsticamente, as¨ª como muy compleja y compuesta por un conjunto de identidades que constituyen el actual Marruecos. Precisamente, la sociedad marroqu¨ª es mucho m¨¢s parecida a la espa?ola, y esta es la particularidad -y no es la religi¨®n-, la que nos aleja del modelo colonial franc¨¦s, y nos sit¨²a en otro tambi¨¦n occidental, pero m¨¢s contempor¨¢neo, y m¨¢s cercano.
De otra parte, las particularidades de la realidad marroqu¨ª no pueden ser motivo para propugnar un modelo marroqu¨ª contrapuesto por completo a los de Occidente, pero tampoco para proyectar mec¨¢nicamente una f¨®rmula abstracta, sin prestar atenci¨®n a la realidad concreta de Marruecos.
El rey Mohamed VI ha creado a principios de este a?o una comisi¨®n encargada de redactar un informe consultivo sobre la posible reforma del Estado y la creaci¨®n de autonom¨ªas en Marruecos. La decisi¨®n real nos sit¨²a necesariamente ante el debate sobre la viabilidad del modelo auton¨®mico para Marruecos.
Tanto las reformas pol¨ªticas en Marruecos como el derecho de autodeterminaci¨®n del pueblo saharaui son objetivos respetables que gozan del apoyo de la mayor¨ªa de los/as dem¨®cratas espa?oles, y ambos son posibles si somos capaces de hacerles caber en un solo proyecto, y sinceramente creo que, tanto las reformas pol¨ªticas en Marruecos como la propuesta marroqu¨ª de dotar el S¨¢hara de una autonom¨ªa con plenos poderes, es una oportunidad ¨²nica, que los dem¨®cratas tenemos el deber de aprovechar, y desde Espa?a de apoyar.
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