Nueva sociedad, ?nuevo liderazgo?
Los cambios mundiales en la tecnolog¨ªa est¨¢n provocando un proceso que los estudiosos conocen como "digitalizaci¨®n del planeta". El car¨¢cter de la tecnolog¨ªa digital desarrollada en los ¨²ltimos 25 a?os ha tra¨ªdo la posibilidad de inventar negocios con ra¨ªces locales, pero con la oportunidad de hacer propuestas a nivel mundial. Hablamos de Internet. Este fen¨®meno, que ocurre en el ¨¢mbito de los negocios, tambi¨¦n se reproduce en lo cultural y pol¨ªtico. Es la identidad asociada a los productos en expresi¨®n digital lo que importa. Lo mismo ocurre con las identidades nacionales. El reto consiste en desarrollar una oferta que constituya la identidad de Espa?a. ?Qu¨¦ es lo que puede vender Espa?a? ?Cu¨¢l es el valor y la diferencia que aporta Espa?a? ?Cu¨¢l es el valor y la diferencia que llevan las marcas de las compa?¨ªas de Espa?a?
La flexibilidad y la incertidumbre, el riesgo y la innovaci¨®n marcan el estilo emergente
La oferta puede ser de los llamados productos espa?oles, pero tambi¨¦n lo puede ser de nuevos productos industriales, negocios inmobiliarios, servicios audiovisuales, servicios m¨¦dicos altamente especializados, de turismo o de nuevas tecnolog¨ªas, o de todas ellas. La clave es dise?ar lo que caracterizar¨¢ a las apuestas de Espa?a en la Red. La tecnolog¨ªa emergente y su utilizaci¨®n para acercarse al cliente presentan un espacio para la invenci¨®n de valor a trav¨¦s del cultivo de las relaciones personales.
Frente a esta avalancha, a este verdadero nuevo continente de relaciones entre las personas de todo el mundo, ?qu¨¦ puede distinguir a Espa?a en el mundo? Sabemos que hay pa¨ªses que se identifican como l¨ªderes de ciertas industrias, o que en ellos nacieron esas industrias, o que se apropiaron de ellas y hoy marcan la pauta de la calidad y la innovaci¨®n. Por ejemplo, el centro mundial de la innovaci¨®n inform¨¢tica est¨¢ en Silicon Valley, el centro de la moda est¨¢ en el norte de Italia, el de la comida en Francia, el del cine en Hollywood y el de las finanzas en Nueva York. Aunque seguramente esto suene inalcanzable, no hay que olvidar que ellos partieron como peque?as empresas de una comunidad.
?Cu¨¢l puede ser la f¨®rmula que nos haga diferentes y competitivos? Y, como consecuencia, ?c¨®mo ayudar¨¢ a mantener nuestra identidad y -lo m¨¢s valioso de nuestro modo de ser- como colectivo? Responder a estas preguntas puede marcar la diferencia entre estar a la deriva o avanzar con un dise?o de ruta que nos permita aprovechar los vientos y mareas de la mejor manera, y dentro de la fortaleza y fragilidad de nuestra embarcaci¨®n.
El futuro que construyamos en esta nueva ¨¦poca depender¨¢ de las oportunidades que sepamos aprovechar. Las oportunidades tienen un tiempo que es finito, si no las aprovechamos en su momento, pasan. Contando conla capacidad innovadora, entendida como la capacidad de desarrollar nuevas ofertas a partir de las insatisfacciones de los ciudadanos y de la apropiaci¨®n de las experiencias y tradiciones, tanto propias como de otros ¨¢mbitos de trabajo o cultura, disponemos de unas amplias posibilidades de oferta. Pero tambi¨¦n necesitamos desarrollar una actitud que es complementaria a la capacidad de innovaci¨®n. Estamos hablando de emprendimiento.
Por emprendimiento se debe entender mucho m¨¢s que la adaptaci¨®n para desarrollar empresas de negocios. Cuando hablamos de capacidad emprendedora, nos referimos a la capacidad de desarrollar, con las innovaciones, una identidad en el mercado o comunidad en que decidamos insertarnos. Una identidad soportada por una oferta o propuesta, y por una organizaci¨®n con la ambici¨®n de reproducirse en el tiempo. La capacidad emprendedora opera en cualquier ¨¢mbito humano, desde los negocios a la pol¨ªtica, desde el arte a la ciencia, desde lo cultural a lo social.
Para inventar un futuro distinto para Espa?a no basta con innovar en propuestas o ideas, por novedosas y factibles que estas sean, se requiere el compromiso de instrumentalizar una nueva identidad, una oferta o propuesta que permita convocar a una comunidad, para concretar esa oferta en promesas que se cumplan con impecabilidad.
Ahora que se habla y rumorea sobre liderazgos en las distintas formaciones pol¨ªticas de cara a las elecciones generales de 2012, Espa?a necesita preguntarse sobre las condiciones que se requieren para liderar una nueva sociedad como la descrita, en el supuesto de que queramos adentrarnos en ella. Un paso en el camino consiste en caracterizar sus rasgos b¨¢sicos y tener una interpretaci¨®n s¨®lida sobre lo que fue efectivo en el pasado y ha dejado de serlo hoy.
Al no disponer de una visi¨®n y una forma de hacer que sit¨²e el liderazgo cara al futuro, fijos los ojos en lo inmediato, se ve solo lo individual y se tiene la sensaci¨®n de que est¨¢n ante caminos diferentes, porque cada uno solo ve sus tareas inmediatas. Este fen¨®meno puede percibirse en el interior de los Gobiernos actuales. Cada ¨¢rea gubernamental parece tener una tarea que le es propia, como si no fueran parte de un colectivo que al final ser¨¢ evaluado por sus clientes, los ciudadanos y los votantes, como una entidad ¨²nica. Para alguno de sus ministros, hoy es muy palpable la diferencia de criterio con que se orienta el trabajo entre pares, en campos de acci¨®n que se anuncian como pol¨ªticas que deber¨ªan convocar a todo el Gobierno, y en alg¨²n caso, a toda la sociedad espa?ola. En dicho contexto, no es de extra?ar que domine una cultura donde prima el inter¨¦s por asegurar una posici¨®n individual en las estructuras existentes, por encima de la b¨²squeda de nuevas opciones. Socialmente, tiene m¨¢s valor contar con un puesto que cree la ilusi¨®n de seguridad, que asumir riesgos que obliguen a competir recurrentemente por el bienestar y el progreso. El modo de ejercer el poder funciona, en la vigente democracia, con un l¨ªder que ejerce y acumula legitimidad rodeado de un grupo de ejecutivos leales que realizan y permiten ampliar la capacidad de participar en los ejercicios de poder del l¨ªder. Esta noci¨®n funciona con un l¨ªder y pocos ejecutivos leales, sin embargo, termina da?ando la relaci¨®n de colaboraci¨®n, pues va generando h¨¢bitos de silencio. Dejan de participar en la elaboraci¨®n de estrategias donde se inventa el futuro y se articula el poder.
Ese estilo que ya comienza a perder vigencia, valora como factores de ¨¦xito el control y la disciplina. Entrega el liderazgo a muy pocas personas, que consiguen ¨¦xito por realizar bien las directrices o instrucciones del jefe, por no aparecer discrepantes y por mantener al pa¨ªs cerrado a gente y a interpretaciones de otras esferas o comunidades. Ahora nuestro reto es colectivo, porque nuestra oportunidad tambi¨¦n es colectiva. Tenemos que dar pasos hacia la colaboraci¨®n como la relaci¨®n dominante entre los distintos sectores del pa¨ªs, abandonando nuestra inclinaci¨®n a confrontarnos y descalificar toda iniciativa que no se sienta como propia. Vivimos un cambio general de estilo de liderazgo, que desplaza un formato dominante marcado por la b¨²squeda del control y de la anticipaci¨®n del futuro como una proyecci¨®n del pasado lo m¨¢s ajustada posible, hacia un modo emergente cuyos rasgos caracter¨ªsticos son la flexibilidad y la incertidumbre. Espa?a, y otros pa¨ªses, est¨¢n en la UCI desde hace tres a?os. Los m¨¦dicos no saben qu¨¦ hacer y, de vez en cuando, acuden a la sala de espera a decirnos que el paciente mejora, pero que lo peor est¨¢ por llegar. "Parece que esboza una sonrisa pero, tambi¨¦n, parece que puede morir", nos dicen. Cuanto antes salgamos de la espera, antes podremos adentrarnos en un nuevo camino que nos haga apostar por el riesgo, por lo nuevo, apoyando a aquellos que son capaces de innovar sin el miedo al error y al fracaso.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura durante 24 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.