La bomba at¨®mica y la beata Carmen
Miguel R¨ªos compuso en esta localidad un tema contra el imperialismo de EE UU
Poco gente lo sabe pero en Ajalvir cay¨® una bomba at¨®mica a mediados de los a?os setenta. Miguel R¨ªos ensayaba por esa ¨¦poca en una casa en los l¨ªmites del pueblo, cerca de la base a¨¦rea de Torrej¨®n de Ardoz. Con el ruido de los aviones de fondo compuso un tema contra el imperialismo estadounidense en el que el protagonista del relato se duerme y sue?a con una guerra nuclear. El ¨¢lbum, La huerta at¨®mica, ofrece una serie de recomendaciones, unas que tienen que ver con el estilo ("mantengan sus manos libres. No cojan vasos, botellas, ni cigarrillos, etc.") y otras, por si las moscas, de tipo pr¨¢ctico: "Inmediatamente despu¨¦s de percibir el brillante flash de la explosi¨®n nuclear, si¨¦ntense en el suelo y traten de ocultar la cabeza entre las rodillas. Entonces dense un beso en el culo y digan adi¨®s".
"Este es un pueblo muy cat¨®lico, pero depende del d¨ªa", sopesa Carmen
Con estos pensamientos se llega un tanto turbado a los dominios de Ajalvir. Los ¨²nicos flashes, por suerte, son los que emite a estas horas el luminoso ochentero del bar Manolo. Rebotan sin descanso contra la iglesia de la Pur¨ªsima Concepci¨®n, epicentro de la historia de este lugar. Fue construida en el siglo XVII y cuenta con una de las torres m¨¢s altas de la regi¨®n. Suenan las campanas accionadas con un mecanismo el¨¦ctrico y los parroquianos, que as¨ª de un vistazo tienen pinta de rondar los 70 a?os, entran por la puerta principal.
Han pasado curas de todo tipo por su ministerio, pero hubo uno, en 1822, que a buen seguro no fue contratado como cronista de la villa: "(Ajalvir) Dista a cuatro leguas de Madrid y a dos de Alcal¨¢. Tiene doscientos cincuenta vecinos, la mayor parte panaderos y pobres jornaleros. Hay un beneficio de oposici¨®n y cuatro presb¨ªteros. De estos, uno de ellos es un ex religioso que ayuda en la parroquia; otro est¨¢ ciego; otro es sordo y con m¨¢s de setenta a?os; y con el otro no se puede contar por sus achaques y quebrantada salud".
Quien s¨ª se ha ganado el derecho a narrar lo ocurrido en este lugar, situado a 26 kil¨®metros de Madrid y atravesado por un riachuelo, es Julio Pereda G¨®mez, un inform¨¢tico de 59 a?os reconvertido en historiador. Ha escrito un libro, Ajalvir y su entorno, donde se recogen los desvar¨ªos tipo David Bowie de Miguel R¨ªos y las chanzas del religioso. Pereda ha buceado entre documentos de todas las ¨¦pocas para resaltar la solera de este pueblo (3.500 habitantes) que a menudo ha sido ignorado. Le ha salido un material sesudo muy bien detallado donde en ocasiones hay lugar para las curiosidades. El dicho "salga el sol por Antequera..." se completa con la frase "o si no por Ajalvir". Material para hacerse el listillo en una cena con amigos.
En la fachada de la iglesia llama la atenci¨®n una inscripci¨®n borrosa donde se aprecia un yugo y unas flechas. Se lee de cerca: "Ca¨ªdos por Dios y por Espa?a ?Presentes! Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera". A continuaci¨®n, una serie de nombres precedidos por un don. "A este, a Don V¨ªctor, lo mataron durante la guerra como a un perro", interviene de repente la beata Carmen, due?a y se?ora de las llaves de este magn¨ªfico templo. Saca un manojo del bolsillo y abre la puerta principal. Los primeros feligreses, al poco, se van sentando en los bancos. ?Se llena? "Este es un pueblo cat¨®lico, muy cat¨®lico, pero depende del d¨ªa", responde mientras va abriendo compuertas por toda la nave. En invierno, cuando acude poca clientela, la misa se celebra en una peque?a capilla interior para evitar congelaciones.
El altar se ubica al sol naciente y a lo largo del d¨ªa la luz recorre toda la construcci¨®n hasta una puerta situada en poniente, donde se oculta el sol. Por ah¨ª salen los ata¨²des en l¨ªnea recta hasta cementerio municipal. La beata delega en F¨¦lix, un tipo con estilo, la visita a la iglesia. Las vidrieras, explica, son de Mu?oz de Pablos, un famoso restaurador de catedrales. La virgen de la Candelaria parece vigilar todo movimiento desde un lado del altar. Encima, Lucas y Juan. "?Y ves esa pintura? Es del XVII pero no es de calidad. Si te fijas la mano de Jes¨²s es muy artificiosa", se explaya F¨¦lix. A simple vista no es f¨¢cil apreciarlo. "Yo es que soy pintor", saca de dudas. No hay ninguna obra suya en la sala, sin embargo. "Nadie es profeta en su tierra", dice para dar por zanjada la conversaci¨®n.
En un cuartillo, Carmen charla con un sacerdote que est¨¢ a punto de enfundarse una sotana colgada por ahora en una percha. Hace un aparte y coge un pu?ado de camisetas negras escondidas en una estanter¨ªa. "Mira qu¨¦ preciosidad. Las siluetas del ni?o Jes¨²s y Mar¨ªa delante y el padrenuestro en lat¨ªn a la espalda. Vale cinco euros, anda ll¨¦vate una. Ah no, ocho, que me he equivocado", explica. No llevo dinero encima, por lo que le propongo vernos m¨¢s tarde. ?Qui¨¦n mentir¨ªa en la casa del Se?or? "Bueno, por si acaso aqu¨ª te espero. Ve".
Apuntes de viaje
- La l¨ªnea 256, que sale al lado del metro de Barajas, tarda en llegar unos 30 minutos. El billete cuesta 1,55 euros.
- Junto a la imprescindible iglesia de la Pur¨ªsima Concepci¨®n, se pueden visitar dos ermitas, la de San Roque y la de la Soledad.
- Las fiestas patronales son el d¨ªa 3 de febrero.
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