Klima, Lia?o, la dentista, la camarera, Kafka y Kavafis
Por la ma?ana fui a entrevistar a Ivan Klima, que vuelve a publicar en Espa?a Amor y basura y El esp¨ªritu de Praga. Entr¨¦ en el hotel Suizo, en esa plazoleta al final de la calle de Ferran, con hiperconciencia de lo que hac¨ªa porque ya entrevist¨¦ a Klima en 1993, en Barcelona. Entonces lo alojaron en el Majestic del paseo de Gr¨¤cia. Debido a esa repetici¨®n e hiperconciencia al entrar en el hotel, me di cuenta de que una de las gracias del llamado "periodismo de calle" es la posibilidad de pisar sitios, de ingresar en ¨¢mbitos que en otro caso ni sospechar¨ªas que existieran. Es tener carnet de bolchevique en plena Revoluci¨®n rusa. As¨ª por ejemplo, este hotel Suizo, su recepci¨®n, el uniforme del recepcionista, su escalera al entresuelo, sus coquetos rincones y otros espacios encantadores entrevistos, en fin, su particular y premeditada distribuci¨®n de los elementos s¨®lidos y el espacio exento, la materia y el aire. Muy bien.
Vi a Klima, un hombre muy ¨¢gil y l¨²cido de casi 80 a?os, y la hiperconciencia se agudiz¨® con el dej¨¤ vu. Le ten¨ªa delante y al mismo tiempo lo recordaba en dos fotos: una en blanco y negro, tomada en el a?o 68, en la llamada Primavera de Praga, risue?o y juvenil, en la escalerilla del avi¨®n que se lo llevar¨ªa a Estados Unidos para impartir un seminario en una universidad de donde al cabo de seis meses regres¨® resignadamente a la Praga invadida por los rusos; la otra foto, en color, se la tomaron el a?o pasado en los alrededores de su casa en la periferia praguense, en un bosque, un d¨ªa de primavera, bajo la enramada esmeraldina atravesada por los rayos de sol; ah¨ª tambi¨¦n sonr¨ªe.
Hablamos; volv¨ª a casa; transcrib¨ª la entrevista y me fui a la facultad de filosof¨ªa de la Universidad de Barcelona para escuchar a Ignacio G¨®mez de Lia?o, sabio en cien materias y organizado aventurero del esp¨ªritu que presid¨ªa un simposio. Llegu¨¦ tarde al acto, pero tuve el placer de saludar a sus amigos los pintores Brigitte Szenczy, Juan Antonio Ma?as y el primo de este V. Ferran Martinell, propietarios de la tienda Dos i una, y hablar un rato con G¨®mez de Lia?o, o m¨¢s bien escucharle, pues sus conocimientos son tan extensos y tan varios que la gente ya solo quiere escucharle. Me pasa con ¨¦l lo que con Octavio Paz cuando lo escuchaba en la tele mexicana ligando las culturas precolombinas, el surrealismo y cualquier otra cosa en un armonioso bucle que dejaba la impresi¨®n de que el mundo tiene sentido, y el sentido es la cultura, pero est¨¢ impregnado de misterio y nos cuesta entenderlo...
Hechiceros. Sobre Lia?o y sus libros hablar¨¦ en otra ocasi¨®n m¨¢s largo y tendido, si Dios quiere. Y tambi¨¦n con ¨¦l, para que me revele cu¨¢l de los diagramas mnem¨®nicos de Giordano Bruno de los que habla en Breviario de filosof¨ªa pr¨¢ctica, un libro breve que es la mejor manera de iniciarse en su forma de relacionar pensamiento, imaginaci¨®n y memoria, es el que ¨¦l personalmente interroga.
Luego com¨ª algo en casa. Luego intent¨¦ escribir algo, hurone¨¦ en el ordenador, ni fu ni fa.
Fui a la dentista y experiment¨¦ m¨¢s hiperconciencia y dej¨¤ vu, porque ella, una joven muy agradable, continuamente repet¨ªa mi apellido: "Abra un poco m¨¢s la boca, se?or Vidal... as¨ª, se?or Vidal... en seguida acabamos, se?or Vidal..."
Pens¨¦: "?Es a m¨ª?"
Al anochecer, en un bar, escuch¨¦ las confidencias de la camarera a su amigo: "A la que pueda me largo de Barcelona. En cuanto a servicios es un desastre, los precios y los alquileres est¨¢n a la altura de Par¨ªs, y ya no me hace ilusi¨®n". El amigo no se la tomaba en serio: "?Y ad¨®nde vas a ir? ?Al Caribe, y as¨ª te vamos a visitar?" Ella insist¨ªa: "En cuanto me salga una oportunidad, me voy...".
Me acord¨¦ de la carta de Kafka en la que la "madrecita Praga" tiene "garras". Y del poema: "Dijiste: 'ir¨¦ a otra ciudad, a otro mar...". S¨ª, ten¨ªa ante mis propios ojos el verso de Kavafis encarnado en una camarera.
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