Semillas de porcelana
Los contrastes de la China actual, pero tambi¨¦n los dilemas de nuestro mundo, est¨¢n encapsulados en esa extensi¨®n de pipas de girasol iguales y distintas con las que Ai Weiwei ha alfombrado la Tate londinense
Ai Weiwei ha alfombrado la Tate londinense con 100 millones de pipas de girasol. Realizadas en porcelana y pintadas una a una por un ej¨¦rcito de 1.600 artesanos, las delicadas semillas cer¨¢micas cubren el suelo de la gigantesca Sala de Turbinas con una gruesa capa que cruje bajo la pisada, formando un paisaje interior que es a la vez un manifiesto po¨¦tico y una declaraci¨®n pol¨ªtica. El artista, arquitecto y activista chino, que dise?¨® con los suizos Herzog y de Meuron el estadio Nido de p¨¢jaro para los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn en 2008, ha alcanzado con sus Sunflower Seeds una rara amalgama entre la excelencia est¨¦tica y el compromiso ciudadano. Los contrastes de la China contempor¨¢nea, pero tambi¨¦n los dilemas de nuestro mundo, est¨¢n encapsulados en esa extensi¨®n interminable de semillas iguales y distintas.
La singularidad de estos objetos diminutos remite al conflicto entre individuo y masa
"Somos los estudiantes de la segunda potencia, y en 15 a?os seremos los dirigentes de la primera"
La singularidad de estos objetos diminutos, que pese a su n¨²mero inimaginable reh¨²yen la reproducci¨®n mec¨¢nica, remite desde luego al conflicto entre individuo y masa que, si en China se manifiesta de forma dram¨¢tica, tampoco es ajeno a nuestras sociedades industriales y urbanas. Al cabo, la irritaci¨®n de los dirigentes chinos con la concesi¨®n del Nobel a Liu Xiaobo traduce el desconcierto ante la celebraci¨®n de una min¨²scula pipa de girasol que pone los derechos humanos individuales por encima del bienestar material de millones de personas, en el marco un¨¢nime del consumismo-leninismo que articula y legitima el r¨¦gimen: un capitalismo de Estado que florece tambi¨¦n en otras latitudes, de Rusia al Golfo, y al que la crisis financiera de 2008 ha otorgado una inesperada popularidad.
Vivimos a¨²n bajo la sombra del colapso de Lehman un 15 de septiembre, y quiz¨¢ sea cierto, como aventuran algunos analistas anglosajones, que esa fecha cambi¨® el mundo m¨¢s a¨²n que el ominoso 11 de septiembre, porque si es dif¨ªcil pensar en la emergencia de un califato isl¨¢mico global como tel¨®n de fondo geopol¨ªtico del 11-S, no hay que forzar la imaginaci¨®n para reconocer el 15-S como un punto de inflexi¨®n que se?ala el tr¨¢nsito desde la hegemon¨ªa estadounidense hacia un planeta multipolar donde Asia se perfila como el continente del siglo XXI, y China es ya la segunda potencia econ¨®mica. El Estado con m¨¢s reservas de divisas y m¨¢s volumen de exportaciones es tambi¨¦n el m¨¢s ambicioso comprador de empresas energ¨¦ticas y de materias primas en ?frica y Am¨¦rica Latina, antiguos patios traseros de europeos y norteamericanos, y este auge econ¨®mico alimenta la autoestima de un Pa¨ªs del centro que nunca se ha sentido culturalmente inferior a Occidente.
Poco despu¨¦s del sorpasso de Jap¨®n por China en agosto de 2010 -cuando se hicieron p¨²blicos los datos del segundo trimestre del a?o-, y con ocasi¨®n de sendas conferencias en las universidades de Tongji y Tsinghua, dos instituciones en Shangh¨¢i y Pek¨ªn donde se forman las ¨¦lites del pa¨ªs, he podido o¨ªr a j¨®venes de ambas ciudades expresarse en casi id¨¦nticos t¨¦rminos: "Somos los estudiantes de la segunda potencia, y dentro de 15 a?os seremos los dirigentes de la primera". Ante tal aplomo, no es posible evitar el contraste con nuestros propios j¨®venes, empujados por la crisis a elegir entre el estancamiento interior y una emigraci¨®n que drena a Espa?a de los mejores y despilfarra los recursos empleados en su formaci¨®n. No parece que estemos en situaci¨®n de dar muchas lecciones macroecon¨®micas a China, y tampoco, me temo, de argumentar la superioridad de nuestras ¨¦lites pol¨ªticas democr¨¢ticas respecto a las que dirigen ese pa¨ªs.
La instalaci¨®n de Ai Weiwei evoca, con su abrumadora multiplicaci¨®n de elementos, la colosal potencia demogr¨¢fica de China, y a la vez evita la exaltaci¨®n nacionalista al elegir como s¨ªmbolo las humildes pipas de girasol, que se compart¨ªan como un gesto de solidaridad humana y de amistad "en un tiempo de extrema pobreza, represi¨®n e incertidumbre". El artista, hijo del poeta Ai Qing, pas¨® su infancia y primera juventud en el remoto campo de trabajo al que su padre fue deportado durante la Revoluci¨®n Cultural, y ¨¦l mismo emigr¨® a los Estados Unidos en cuanto tuvo ocasi¨®n, regresando a China en 1993 tras m¨¢s de una d¨¦cada en Nueva York. Esa experiencia biogr¨¢fica est¨¢ presente en una obra a la vez radicalmente china y profundamente cr¨ªtica, que combina un material tan precioso y caracter¨ªstico del pa¨ªs como la porcelana con la cita c¨¢ustica de los omnipresentes retratos de Mao rodeado de girasoles vueltos todos hacia su luz deslumbrante.
Si la repetici¨®n de objetos cotidianos puede entenderse en clave pop, aqu¨ª el n¨²mero de ellos es tan extraordinario que aproxima la obra a la est¨¦tica rom¨¢ntica de lo sublime, por m¨¢s que el mero esfuerzo log¨ªstico de la ejecuci¨®n demande la habilidad pragm¨¢tica del arquitecto de grandes construcciones, como el nuevo aeropuerto proyectado por Norman Foster en Pek¨ªn, la mayor obra del planeta, que Ai Weiwei document¨® minuciosamente fotografi¨¢ndolo cada semana durante tres a?os. Las semillas de porcelana reunidas en la Tate, como cualquier objeto de ese material exquisito, requieren un proceso que consta de 30 operaciones diferentes, desde la extracci¨®n del caol¨ªn hasta el ¨²ltimo horneado -solo la pintura exige entre tres y cinco pinceladas por cada cara, dependiendo de la destreza del artesano-, y puede suponerse el desaf¨ªo, am¨¦n de la inyecci¨®n econ¨®mica, que el proyecto supuso para Jingdezhen, una antigua ciudad que vive a¨²n de este arte o industria languideciente.
Cien millones, desde luego, es una cifra dif¨ªcil de imaginar, y, sin embargo, Ai Weiwei subraya que es solo una cuarta parte de los usuarios chinos de Internet, a los que el artista se dirige con un blog cultural y pol¨ªtico de amplio seguimiento -por ahora solo en chino mandar¨ªn, aunque los visitantes de la Tate pueden grabar para ¨¦l v¨ªdeos en ingl¨¦s- que le ha procurado diferentes problemas con el Gobierno, desde la censura experimentada por sus denuncias de las construcciones escolares deficientes que causaron la muerte de miles de ni?os en el terremoto de Sichuan hasta las agresiones f¨ªsicas y la videovigilancia de su casa y estudio en Pek¨ªn (esta misma semana, la polic¨ªa ha demolido el que ten¨ªa en Shangh¨¢i). Pero la Red y los nuevos medios son el territorio donde se desarrolla hoy el di¨¢logo art¨ªstico y pol¨ªtico, y si Hu Jintao o Wen Jiabao invitan a la poblaci¨®n a escribirles e-mails y celebran chats en la Red, Ai Weiwei instala en el pabell¨®n dan¨¦s de la Expo de Shangh¨¢i una c¨¢mara id¨¦ntica a la que vigila su casa para transmitir a Copenhague im¨¢genes de la Sirenita provisionalmente ausente y de sus visitantes, que de vez en cuando aprovechan ese canal abierto con Occidente para hacer llegar mensajes disidentes.
Artesanal y masiva, la instalaci¨®n de la Tate juega tambi¨¦n con el equ¨ªvoco de lo falso, que por tantos motivos asociamos con el oce¨¢nico comercio chino de r¨¦plicas y copias, aunque aqu¨ª invertido, porque lo que semeja una ¨ªnfima pipa de girasol es de hecho un exacto objeto de refinada porcelana. La realidad del pa¨ªs es precisamente la opuesta, inundado como est¨¢ de reproducciones ilegales y baratas de productos occidentales, en un mercado pr¨®spero y din¨¢mico que se sit¨²a al margen de la propiedad intelectual, y que no excluye revistas de arquitectura como las que yo mismo edito, traducidas al chino y vendidas en puestos callejeros de los campus universitarios por un precio muy inferior al que tienen en Espa?a. En eso tambi¨¦n nos ganan, y a esa realidad fascinante y contradictoria remiten igualmente los 100 millones de falsas semillas de girasol de Ai Weiwei en Londres, donde las autoridades sanitarias han prohibido que se sigan pisando para no exponer a los visitantes al polvo que se desprende. El Gran Hermano cuida de nosotros, v¨¦anla en la Red.
Luis Fern¨¢ndez-Galiano es arquitecto.
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