El carabinero de Dios
Anoche las dependencias del Palacio arzobispal de Barcelona albergaron a Benedicto XVI. Hoy utilizar¨¢ el catal¨¢n durante la celebraci¨®n de la misa en la Sagrada Familia. Todo un gesto de reconocimiento de la naci¨®n catalana -afirman los exegetas- y algo que, cierto es, nunca se hab¨ªa logrado de Juan Pablo II, a quien Jordi Pujol intent¨® en vano convertir. Fue una larga y fracasada catequesis catalanista que comenz¨® con el obsequio de una Gran Enciclop¨¨dia, as¨ª que lleg¨® a la presidencia de la Generalitat. Todo termin¨® con la capitulaci¨®n de un Pujol que se declar¨® miembro del "ej¨¦rcito derrotado de Montini" (Pablo VI). Pues bien, una parte de la ciudadan¨ªa se dar¨¢ por satisfecha con la buena disposici¨®n hacia el catal¨¢n y Catalu?a que hermeneutas de post¨ªn aseguran que exhibir¨¢ el pont¨ªfice b¨¢varo. El temor es que la idolatr¨ªa hacia lo catal¨¢n oculte la dureza de unas palabras que cierren a cal y canto los ojos a esa realidad que la jerarqu¨ªa vaticana tiende a sustituir por el culto al dogma.
Las memorias del Papa no incluyen sus impresiones sobre los 24 a?os que pas¨® como carabinero de la Iglesia cat¨®lica
Dejar la huella de Benedicto XVI a merced del reduccionismo ling¨¹¨ªstico es un ejercicio de simplificaci¨®n. Estamos ante un m¨¢s que notable intelectual, experto en san Agust¨ªn y san Buenaventura, que lidera la jerarqu¨ªa de la confesi¨®n cat¨®lica. El conocimiento de la teolog¨ªa tradicional y neoescol¨¢stica del papa Ratzinger lo ha mantenido en el paradigma medieval. Como sostiene su ex colega de Tubinga Hans K¨¹ng, Joseph Ratzinger ha sido incapaz de evolucionar hacia el paradigma posmoderno: en dogm¨¢tica es helenista y en gobierno es romanista cat¨®lico, en el sentido de promover una Iglesia medieval.
Benedicto XVI tiene unas interesantes memorias, escritas en 1998, pero que se interrumpen en 1977, justo cuando se produce su ingreso en la jerarqu¨ªa vaticana. Nada sabemos de sus impresiones en ese periodo de 24 a?os en el Palazzo del Sant' Uffizio en los actu¨® de carabinero de la Iglesia cat¨®lica, expresi¨®n acu?ada por el cardenal Ottaviani. En su calidad de prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el actual Papa interrog¨® y se bati¨® con "desviaciones y errores" de te¨®logos como el dominico belga Edward Schillebeeckx, el franciscano brasile?o Leonardo Boff, el claretiano catal¨¢n y obispo de S?o Felix do Araguaia, Pere Casald¨¤liga, y el padre de la teolog¨ªa de liberaci¨®n, el peruano Gustavo Guti¨¦rrez. Eran ¨¦pocas en que pesaba m¨¢s el asesinato del sacerdote polaco (ya beato) Jerzy Popieluszco por la polic¨ªa del r¨¦gimen comunista que la del obispo ?scar Arnulfo Romero o de los jesuitas de la Universidad Centroamericana por el Ej¨¦rcito salvadore?o. Se enfatizaba la s¨ªntesis con los cism¨¢ticos lefebvrianos tradicionalistas de Ec?ne y se soslayaba a una parte de la Iglesia latinoamericana. Dec¨ªa Casald¨¤liga que si el Esp¨ªritu Santo tiene dos alas, en Roma solo le ven la derecha. Si alguien atribu¨ªa esa miop¨ªa a Juan Pablo II estaba equivocado. La curia vaticana tiene sus inexorables reglas f¨ªsicas y es duro revertirlas. La primera condena de Benedicto XVI como Papa recay¨® en el jesuita Jon Sobrino, a quien prohibi¨® ense?ar y escribir. En el terreno cotidiano poco han cambiado las l¨ªneas maestras eclesiales respecto al divorcio, la homosexualidad, el sacerdocio de la mujer o el celibato opcional. Pero esos son asuntos de orden interno. M¨¢s preocupante e irresponsable, por el perjuicio de muerte que causa, es la campa?a contra el preservativo. Se siembra la duda y la mentira sobre la eficacia del cond¨®n. Se condena su uso. Incluso se escandaliza la jerarqu¨ªa eclesial cuando un Parlamento como el belga censura las palabras del Papa al respecto en ?frica. Sistem¨¢ticamente, se aplasta a todos aquellos que son capaces de disentir prestando o¨ªdos a la sociedad. El argumento repetido durante la restauraci¨®n del Papa Wojtyla es que el progresismo del Vaticano II vaci¨® las iglesias. No se han llenado mucho con ejemplos como el del fundador de los Legionarios de Cristo, que iba camino de los altares con un buen historial delictivo bajo el brazo.
Cuando el gran te¨®logo Yves Congar sufri¨® por tercera vez la censura y el destierro de Francia (1956), escrib¨ªa a su madre: "Me han destruido pr¨¢cticamente... se me ha desprovisto de todo aquello en lo que he cre¨ªdo y a lo que me he entregado... No han tocado mi cuerpo; en principio no han tocado mi alma, nada se me ha pedido". El redentorista H?ring, en un breve libro de memorias escrito poco antes de morir, relataba que hab¨ªa sufrido dos interrogatorios. Uno se lo hizo la Gestapo; el segundo y peor, la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe.
Y es que, adem¨¢s de saludar en catal¨¢n, hay que tener voluntad de comprender los signos de los tiempos.
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