El tir¨®n del Papa defrauda las expectativas
La afluencia a Santiago se queda muy lejos de los 200.000 fieles previstos por la Xunta
La Xunta vaticin¨® un impulso econ¨®mico para los "peque?os empresarios"; el Ayuntamiento, un efecto tur¨ªstico para los pr¨®ximos 15 a?os; y la Iglesia, un "negocio econ¨®mico y espiritual". La euforia de pol¨ªticos y autoridades eclesi¨¢sticas por la visita del Papa, con una previsi¨®n de afluencia de 200.000 creyentes, cal¨® durante meses entre comerciantes y hosteleros, llamados incluso por el Arzobispado a donar dinero para financiar los fastos en honor del jefe de la Iglesia cat¨®lica. Todo estaba preparado para el gran broche del A?o Santo, incluido el mayor dispositivo policial que se recuerda en la ciudad y el despliegue televisivo m¨¢s costoso de la historia de Galicia. El gasto de tres millones de euros de las arcas p¨²blicas, anunciado mientras se dise?aban profundos recortes presupuestarios, se convirti¨® as¨ª en una inversi¨®n estrat¨¦gica.
Por eso ayer la decepci¨®n y el desconcierto se extendieron pronto por las calles de Santiago. La capital gallega amaneci¨® con el tr¨¢fico m¨¢s fluido que nunca, sin se?ales de abarrote en comercios y bares, y con la Praza do Obradoiro, epicentro del acontecimiento, con dificultades para llenarse. A lo largo del recorrido del papam¨®vil, entre el aeropuerto y el Obradoiro, hab¨ªa tramos de cunetas y aceras con m¨¢s polic¨ªas que fieles. De los 1.200 autobuses previstos, apenas llegaron a la ciudad 300, seg¨²n fuentes de Protecci¨®n Civil.
"Han asustado a la gente. Han dicho que iba a llover. Hemos venido la gente m¨¢s audaz, aquellos a los que no nos importa mojarnos", argumentaba Agust¨ªn Pazos, sacerdote del Opus Dei, intentando buscar una explicaci¨®n. "Ha habido mala informaci¨®n. Leyendo el peri¨®dico se te quitaban las ganas de venir", confiesa Mercedes, una seguidora del Papa, que ha viajado a Santiago con su marido y sus cuatro hijos, despu¨¦s de asistir a otras citas papales en Madrid y Valencia.
La teor¨ªa del susto fue una de las m¨¢s esgrimidas por las decenas de creyentes que no pudieron entrar a los aleda?os de la catedral y que tuvieron que conformarse con ver al Papa desde las siete pantallas gigantes instaladas en otros tantos puntos de la ciudad. Pero no fue la ¨²nica. "La Iglesia tampoco es lo que era", reflexionaba Georgina Casas, una peregrina canaria y creyente. La monja peruana Milagros Sandoval, de Lumen Dei, admit¨ªa que vino "mucha menos gente" de la esperada, pero sostiene que "Galicia mantiene la fe". "Es una pena", remachaba la mujer que la acompa?a. Javier Tamayo, del colegio Aloia de Vigo, percib¨ªa que el pinchazo de la visita es un "s¨ªntoma de la p¨¦rdida de valores" que, a su juicio, invade Espa?a. Y mientras segu¨ªa en la Alameda por la pantalla gigante la misa que Ratzinger oficiaba desde el altar levantado en el Obradoiro, aplaud¨ªa las contundentes cr¨ªticas del Pont¨ªfice al avance del laicismo.
No todos los cat¨®licos que ayer se acercaron a Santiago hicieron una lectura negativa de las expectativas frustradas. Para Diego P¨¦rez, sacerdote del Opus en Vigo, la Iglesia est¨¢ en un proceso de "purificaci¨®n". "Est¨¢ el que quiere estar", afirmaba. "Es la ra¨ªz de la soluci¨®n". Una hora antes del aterrizaje papal, en la rotonda de San L¨¢zaro, acceso terrestre a la ciudad, las ¨²nicas aglomeraciones eran los puestos en los que los voluntarios aprovisionaban al p¨²blico de banderas vaticanas y gallegas, paraguas y chubasqueros de TVG."Esta est¨¢ hecha con palo de escoba, usada", se enorgullec¨ªa una se?ora, Mar¨ªa Lamela, ense?ando una ense?a confeccionada a mano. Mar¨ªa y su hermana Francisca -"ella es la devota"- se decidieron a venir el pasado jueves, cuando se enteraron "que pon¨ªan un autob¨²s". Son de A Coru?a, pero vinieron con la congregaci¨®n de Cambre-Lema. "Yo ya vi a Juan Pablo II en el Obradoiro, cuando estaba aqu¨ª estudiando", dec¨ªa Francisca. A su lado, un grupo de j¨®venes se sacud¨ªa el fr¨ªo desga?it¨¢ndose a coro: "A tope con Don Bosco/ Don Bosco con nosotros" y entonando una canci¨®n titulada Rendidas a tus pies. Eran de la comunidad Cristo Vive, del Colegio de los Salesianos de M¨¦rida, llegaron en autob¨²s a las nueve de la noche del viernes y madrugaron "para coger sitio", dec¨ªan Carmen y Elena.
Se podr¨ªan haber ahorrado el madrug¨®n. En direcci¨®n al aeropuerto, pr¨¢cticamente el ¨²nico p¨²blico que hab¨ªa eran agentes de polic¨ªa haciendo la carrera (situados cada uno a la vista de sus compa?eros: si uno te saludaba, tambi¨¦n lo iban haciendo los dem¨¢s). Los que no cantaban se entreten¨ªan mirando a la formaci¨®n de la Real Banda de Gaitas de Ourense, que interpretaba el Himno del Antiguo Reino de Galicia para ambientar un directo de Xos¨¦ Ram¨®n Gayoso.
Hacia la ciudad tampoco hab¨ªa aglomeraciones contra las vallas. En sillas plegables, unos se?ores llegados desde Santander en bus -"salimos a las tres de la madrugada"-, y en un banco p¨²blico, cinco mujeres caboverdianas que hablaban en su idioma pero contestaban en gallego. "Venimos de Burela, y en cuanto veamos al Papa, volvemos a casa a comer, que hay que trabajar", dec¨ªa una llamada apropiadamente Santinha.
Pero la mayor¨ªa de las ¨®rdenes y los c¨¢nticos desprend¨ªan aires de fuegos de campamento. Desde el recio ?Pe?alara, avanzad, machos! de una monitora aguijoneando a sus pupilos, hasta el Ol¨¦, ol¨¦, Papa, ol¨¦ (m¨²sica de Go West, de los Pet Shop Boys), el Alab¨ª, alab¨¢, alab¨ªn-bon-b¨¢, Santa Mar¨ªa y nadie m¨¢s, con incursiones profanas como el tema de Bob Esponja. Los j¨®venes echaban mano del atrezo de las grandes celebraciones, desde las camisetas de Iniesta a las banderas espa?olas, y la cara pintada, ese cl¨¢sico de las multitudes.
"Yo, al Papa le pido, primero salud", dec¨ªa una de las alumnas del Colegio Sagrada Familia, de Ald¨¢n que, como otros grupos de escolares, aprovechaban la ocasi¨®n para vender rifas de una cesta de Navidad para la excursi¨®n de fin de curso. "Nosotras le pedimos al Papa que nos ayude a ser coherentes con la fe cristiana", dec¨ªan otras, ya mayores, de un colegio del Opus Dei de Sevilla, que llenaron dos autobuses y se iban a dormir a A Coru?a. "Nos ha parecido muy bien todo, especialmente la seguridad, claro que aqu¨ª la gente es m¨¢s tranquila que all¨¢", dec¨ªa Susana, una profesora. Los colegas de las radios recog¨ªan peticiones al Santo Padre menos correctas. "Que acabe con los rojos", le espet¨® a un reportero alguien que se identificaba como un legionario de Cristo de Sevilla. "Yo, que el D¨¦por gane un partido, y si puede ser, la Liga", confes¨® a otro sus aspiraciones un ni?o compostelano.
En todo lo que es la Avenida do Cami?o Franc¨¦s, el trayecto desde la entrada de la ciudad hasta San Caetano, la aglomeraci¨®n m¨¢s apreciable se produjo en As Cancelas, el parque en el que se ubic¨® anteayer la estatua en bronce de Benedicto XVI. Hab¨ªa hinchables, filas de urinarios, puestos para pintar la cara, de mercadotecnia xacobea y un escenario. Fue all¨ª donde se produjo la apoteosis de confeti, suelta de globos y agitar de banderas cuando pas¨®, a m¨¢s velocidad de la prevista para recuperar el retraso en el horario, el papam¨®vil.
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