Actividades de los muertos
Esta semana nos han visitado los muertos. Pero estos muertos de Halloween no son de los nuestros, por eso no acaban de cuajar en la capital ni en el resto de Espa?a, aunque la fiesta tiene or¨ªgenes celtas manipulados por los Estados Unidos. Nuestros difuntos no son tan feos y asilvestrados. No andan por ah¨ª asustando a los ni?os y haciendo el rid¨ªculo.
Nuestros muertos son discretos, recelosos e invisibles. Sus actividades son tan recatadas que a veces da la impresi¨®n de que ni siquiera existen. Pero tienen un gran sentido del humor que solo expresan con el silencio absoluto y la evanescencia. Son expertos en el arte de callar, aunque no todos.
Solamente unos pocos seres vivos iniciados pueden percibir con nitidez las risas de los difuntos, que, aunque parecen tan serios, se r¨ªen de lo divino y humano de forma sagaz y con una perspectiva envidiable. Como no tienen nada que ganar ni que perder, se pueden permitir el lujo de hacer y decir lo que les d¨¦ la gana sin temor a represalias. Los muertos nos contemplan con aire de bondad y con jocosidad. Les hacemos gracia porque les parece imposible que la raza humana sea tan est¨²pida.
La celebraci¨®n de Halloween tiene su aspecto positivo: la desacralizaci¨®n de la muerte, que se convierte en normal y a lo que no hay que dar demasiada importancia. Solo se puede vivir razonablemente quit¨¢ndose de encima el miedo a la muerte.
En Madrid no hay demasiada afici¨®n a visitar cementerios, excepto el 1 de noviembre. La verdad es que no hay mucho que ver en ellos, excepto en algunos peque?os, como la Sacramental de San Isidro, San Pedro y San Andr¨¦s, donde se pasea y se charla sosegadamente con algunos difuntos predilectos, como en el P¨¨re Lachaise, de Par¨ªs, y en el de San Fernando, de Sevilla.
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