Se abr¨ªa rresuelto qon fazilidad
Ya es un cl¨¢sico: "Jubilemos la ortograf¨ªa, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de l¨ªmites entre la ge y la jota, y pongamos m¨¢s uso de raz¨®n en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga l¨¢grima, ni confundir¨¢ revolver con rev¨®lver. ?Y qu¨¦ de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos espa?oles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?". Lo dijo Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez el 7 de abril de 1997 en Zacatecas (M¨¦xico) durante un Congreso de la Lengua y el parlamento del Nobel colombiano va camino de ponerse a la altura del cl¨¢sico de Nebrija de que en espa?ol se escribe como se habla.
El autor de Cien a?os de soledad, que, por supuesto, no sigue en sus libros sus propias propuestas, titul¨® su encendido e incendiario discurso Botella al mar para el dios de las palabras, y la verdad es que no era el primer n¨¢ufrago en usar esa botella. Mucho antes que ¨¦l lo hab¨ªa hecho el venezolano Andr¨¦s Bello, que en 1847 public¨® su Gram¨¢tica de la lengua castellana dedicada al uso de americanos. Se abr¨ªa rresuelto qon fazilidad es una frase que invent¨® el desaparecido ling¨¹ista Juan Ram¨®n Lodares en Gente de Cervantes (Taurus, 2001) siguiendo las posteriores propuestas ortogr¨¢ficas del caraque?o.
En el fondo, las pretensiones de aquel "sabio" y "gigante" del idioma, como lo llama Humberto L¨®pez Morales, no era romper con la Real Academia Espa?ola, que, por cierto, antes de que existieran las academias americanas de cuya asociaci¨®n es secretario L¨®pez Morales, cre¨® la figura del acad¨¦mico correspondiente para distinguir la labor filol¨®gica de Bello. Su intenci¨®n ten¨ªa como objetivo facilitar el acceso a la lengua y a su ortograf¨ªa a las masas de americanos de media y baja cultura que, con la independencia de las rep¨²blicas del otro lado del Atl¨¢ntico, se iban incorporando masivamente a eso que llaman territorio de La Mancha.
El experimento, que tuvo mucho de explosi¨®n controlada, se le fue de las manos. Su propuesta triunf¨® en Chile, donde la impuso el Gobierno a trav¨¦s del Ministerio de Educaci¨®n, pero la mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos no la siguieron. Pese a que Sarmiento intent¨® radicalizar la propuesta de Bello, en Argentina no se pudo sustituir patata por papa en los documentos oficiales hasta 1934. El modelo castellano manten¨ªa toda su fuerza y su prestigio pese a que algunos en la rep¨²blica del R¨ªo de la Plata hab¨ªan llegado a coquetear con la idea de hacer del franc¨¦s el idioma oficial.
Entre tanto, el peligro de cisma incubado en Chile durante las ocho d¨¦cadas de vigencia de la propuesta de Andr¨¦s Bello llevaron al propio padre de la idea a solicitar al Gobierno que la retirara. As¨ª se hizo. Desde entonces, la unidad del espa?ol no ha vuelto a estar en peligro. La pol¨ªtica panhisp¨¢nica de la Asociaci¨®n de Academias -que ha producido un diccionario de dudas, uno de americanismos, una gram¨¢tica esperad¨ªsima y, ahora, una exhaustiva ortograf¨ªa- es una garant¨ªa m¨¢s. Los escarceos ortogr¨¢ficos no constituyen, dice L¨®pez Morales, "riesgo alguno" para la segunda lengua global del planeta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.