La dif¨ªcil convivencia con las drogas en Trinitat Vella
Los habitantes del barrio piden que los traficantes se vayan, mientras que los toxic¨®manos desean tener una narcosala
"Yo estoy enganchado, pero si fuera vecino y con hijos pegar¨ªa fuego a esto". As¨ª habla un toxic¨®mano de 41 a?os que suele ir a la calle de Torrent de la Perera, en Trinitat Vella, a comprar droga e inyect¨¢rsela. Comparte el espacio p¨²blico con familias que van y vuelven del colegio con sus hijos y pasean a sus perros. "Cuando voy a las ocho de la ma?ana a trabajar, me los encuentro en el parque. Algunos d¨ªas he contado 20 jeringuillas por el suelo", se queja Ana Guindos, de 22 a?os. "Por la noche, a partir de las nueve, no me atrevo a pisar sola la calle".
Convivir con el tr¨¢fico de drogas no es f¨¢cil. Tampoco en Trinitat Vella, uno de los focos de venta de estupefacientes de Barcelona. Toxic¨®manos y vecinos mantienen un fr¨¢gil equilibrio en el que los primeros piden una narcosala y los segundos que consumidores y traficantes se vayan del barrio.
La presencia de toxic¨®manos molesta y atemoriza a los vecinos. Son las 19.30 y la persiana de la tienda de muebles Atero est¨¢ a medio bajar, aunque el cartel de la entrada anuncia que cierra una hora m¨¢s tarde. "Me voy antes para no encontr¨¢rmelos", explica la propietaria, Carmen Baena. Es vecina de Trinitat Vella desde hace 54 a?os y asegura que el barrio va de mal en peor. La venta de droga es tan evidente que Carmen, junto a Ana Quesada, otra vecina, detalla el movimiento de traficantes y consumidores. "Ese", dice se?alando a un joven vestido con un viejo ch¨¢ndal, "va a un portal dos calles m¨¢s all¨¢ a comprar". "Uno que lleva bigote es el que controla el edificio de enfrente". "Mira esos, normalmente se pasan la droga por detr¨¢s a lo descarado", van relatando.
Los vecinos se quejan tambi¨¦n de la inseguridad -muchos afirman conocer a personas que han sufrido robos, aunque ninguno los ha padecido personalmente- que la droga lleva al barrio. La mayor¨ªa, sin embargo, admiten que la intimidaci¨®n que les producen los drogodependientes es lo que m¨¢s les molesta. "Cuando voy con los ni?os al CAP, est¨¢n los yonquis. Les dan las jeringuillas y se van a pinchar por ah¨ª. No me parece adecuado", explica Mar¨ªa del Carmen, de unos 50 a?os y empleada en un bar del barrio.
La droga es barata en Trinitat Vella. La papeleta de hero¨ªna puede conseguirse por unos 10 euros y los toxic¨®manos prefieren este barrio a otros como la Mina porque "es menos peligroso, m¨¢s accesible y hay mucha oferta", explica un consumidor de 27 a?os que compra la droga y se la inyecta vestido con su uniforme de trabajo de un servicio p¨²blico. Los toxic¨®manos son conscientes de las molestias que generan en el barrio. "Cuando uno se pincha junto a la guarder¨ªa, le re?imos para que se vaya a un lugar m¨¢s discreto", a?ade.
Los usuarios de drogas lamentan no tener una instalaci¨®n como "la narcosala de Vall d'Hebron". "Nos pilla muy lejos y aqu¨ª ninguna farmacia nos vende jeringuillas. Alguna vez he tenido que cogerlas del suelo y limpiarlas con agua", se queja uno de ellos, de 41 a?os, que trabaja de comercial.
La distribuci¨®n de jeringuillas, la medida m¨¢s eficaz para luchar contra la transmisi¨®n de enfermedades como el sida o la hepatitis C, est¨¢ causando fricciones en el barrio. Las farmacias dejaron de venderlas hace unos meses por presi¨®n vecinal. "Ten¨ªamos problemas con los vecinos", explica una boticaria de la Via Barcino. "Al final dejamos de servirlas. Entiendo que es un problema, pero es mejor que se ocupe de ello el Ayuntamiento", a?ade.
Los servicios sociales optaron entonces por instalar un dispositivo que las suministraba gratuitamente bajo la tutela de educadores, pero la m¨¢quina fue destrozada por un desconocido hace un mes. La mala acogida del dispositivo -"todo empeor¨® desde que lo pusieron", denuncian Carmen Baena y Vicen?, due?o de un supermercado- contrasta con cierta comprensi¨®n que algunos dicen sentir hacia personas "que son enfermos y necesitan atenci¨®n", sostiene Mar¨ªa del Carmen. Ana Guindos tambi¨¦n considera que la soluci¨®n podr¨ªa ser una narcosala. La comprensi¨®n, sin embargo, a nadie hace olvidar la dif¨ªcil convivencia diaria con el mundo de las drogas.
Seis testimonios de un barrio
- Boticaria de la farmacia de la V¨ªa Barcino: "La presencia de toxic¨®manos es un problema, pero es mejor que se ocupe de ellos el Ayuntamiento". Las farmacias de la zona dejaron de vender hace meses las jeringuillas a los drogodependientes por la presi¨®n vecinal y as¨ª buscan "evitar conflictos".
- Ana Guindos: "Cuando voy a las ocho de la ma?ana a trabajar, me los encuentro en el parque. Algunos d¨ªas he contado 20 jeringuillas usadas por el suelo". Esta vecina de la Via Barcino, adem¨¢s, se queja de que en tres ocasiones los toxic¨®manos han intentado forzar la puerta de su piso para entrar a robar. "Despu¨¦s de las nueve de la noche me da miedo salir sola a la calle", asegura..
- Carmen Baena: "Desde que colocaron el dispensador, el barrio va de mal en peor". La comerciante y vecina de la zona desde hace 52 a?os opina que la presencia de los vendedores de droga y los toxic¨®manos degrada la imagen del barrio.
- Toxic¨®mano de 41 a?os: "Necesitamos una
narcosala como la de Vall d'Hebron". El adicto, que
trabaja como comercial, cree que la situaci¨®n de la zona
genera riesgos sanitarios para los drogodependientes que acuden all¨ª. Asegura que en algunas ocasiones ha tenido
que utilizar jeringuillas usadas que encuentra en el
suelo.
- Toxic¨®mano de 27 a?os: "Cuando alguno se pincha junto a la guarder¨ªa, le re?imos para que se vaya a un lugar m¨¢s discreto". Este trabajador de un servicio p¨²blico, vecino de Sabadell, acude a Trinitat Vella porque es un sitio discreto y donde la droga es barata.
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