La a?oranza del Estado confesional
En el avi¨®n que le trasladaba a Santiago, Benedicto XVI denunci¨® el supuesto renacimiento en Espa?a del laicismo anticlerical y agresivo dominante durante la Segunda Rep¨²blica; tambi¨¦n aclar¨® que el reci¨¦n creado organismo vaticano para la nueva evangelizaci¨®n se ocupar¨¢ de manera preferente de nuestro pa¨ªs. Aunque la incontinencia expresiva del papa Ratzinger haya dado lugar anteriormente a otros conflictos diplom¨¢ticos, la pifia ha desbordado esta vez la prudencia exigible a un jefe de Estado invitado por otro pa¨ªs. ?Cabe imaginar al m¨¢ximo dignatario de una naci¨®n europea de visita en el Vaticano comparando despreciativamente ante los periodistas a Benedicto XVI con P¨ªo Nono?
El papa Ratzinger anuncia que Espa?a ser¨¢ tierra elegida para la nueva evangelizaci¨®n
Ni las situaciones hist¨®ricas son comparables ni la Constituci¨®n de 1978 copia el tratamiento dado a la Iglesia por la Constituci¨®n de 1931. Es cierto que el anticlericalismo caus¨® la quema de iglesias y conventos a lo largo del siglo XIX, durante la Semana Tr¨¢gica barcelonesa de 1909 y tras la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica; tambi¨¦n fue responsable de la muerte de m¨¢s de 6.000 sacerdotes y monjas durante la Guerra Civil. Hoy d¨ªa, sin embargo, solo quedan huellas ret¨®ricas de esa barbarie. A partir de 1939, por lo dem¨¢s, el franquismo y la Iglesia sellar¨ªan un pacto comparable con la alianza entre el Trono y el Altar. Las casi cuatro d¨¦cadas de nacional-catolicismo colmaron de privilegios econ¨®micos a las instituciones eclesi¨¢sticas, les garantizaron el monopolio de la vida religiosa mediante el Estado confesional, encomendaron la educaci¨®n a sus cuidados y les concedieron un r¨¦gimen de extraterritorialidad. La dictadura tambi¨¦n entreg¨® a la Iglesia la regulaci¨®n de las costumbres, sin perjuicio de que la pr¨¢ctica s¨®rdida y el ocultamiento c¨®mplice de la pederastia en sacrist¨ªas, seminarios y colegios no haya sido nunca investigada como lo fue en Estados Unidos, Irlanda, M¨¦xico y B¨¦lgica.
El marco jur¨ªdico del laicismo consensuado en 1978 descansa sobre el mandato constitucional seg¨²n el cual "ninguna confesi¨®n tendr¨¢ car¨¢cter estatal". El art¨ªculo 16 une a la tajante separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado la recomendaci¨®n -complementaria y subordinada- a los poderes p¨²blicos para que tengan en cuenta "las creencias religiosas" de la sociedad espa?ola y mantengan las consiguientes "relaciones de cooperaci¨®n con la Iglesia cat¨®lica y las dem¨¢s confesiones religiosas". El profesor Rafael D¨ªaz-Salazar advierte con acierto en Espa?a laica (Espasa, 2008) sobre las dificultades para armonizar los dos momentos de la autonom¨ªa y la cooperaci¨®n.
Zapatero eligi¨® el laicismo como se?a de identidad de su programa para competir el a?o 2000 por la secretar¨ªa general del PSOE. Una parte de ese ideario se ha ido materializando desde la victoria socialista de 2004. Sin embargo, la revisi¨®n de los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 fue abandonada por entero y la entonces vicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega aument¨® considerablemente hace dos a?os las subvenciones a la Iglesia; la nueva ley de conciencia y de libertad religiosa ha sido aplazada.
No soplan buenos vientos para el laicismo: la nueva evangelizaci¨®n de Espa?a y de otros pa¨ªses occidentales erosionados por la secularizaci¨®n y la disminuci¨®n de la pr¨¢ctica religiosa as¨ª lo anuncia. Los esfuerzos de los 80 miembros de la Conferencia Episcopal -ciudadanos espa?oles nombrados para su cargo por la Santa Sede- para vetar leyes aprobadas por las Cortes Generales muestra su a?oranza del confesionalismo. Los gobernantes que elaboran los proyectos de esas normas, los parlamentarios que las promulgan y el jefe del Estado que las sanciona son obligados a elegir, si son cat¨®licos, entre la lealtad a la Constituci¨®n y la fidelidad al Vaticano. La coartada justificadora de esa extorsi¨®n a la libertad de conciencia es la supuesta violaci¨®n por el derecho positivo de una ley natural que solo la Iglesia cat¨®lica se halla en condiciones de conocer, interpretar y aplicar.
Benedicto XVI ha aprovechado su viaje para condenar en nombre del derecho natural la ley del aborto y la ley del matrimonio homosexual. Dentro de la lista figuran tambi¨¦n la agilizaci¨®n de los tr¨¢mites del divorcio, la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre y la asignatura obligatoria de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. ?Aspirar¨¢ ese nuevo confesionalismo a transformar la Conferencia Episcopal en una Tercera C¨¢mara de las Cortes dotada del derecho a vetar las resoluciones aprobadas por el Congreso y el Senado?
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