La otra Capilla Sixtina
Orvieto guarda en su catedral los frescos de Luca Signorelli que inspiraron a Miguel ?ngel
Sobre la autopista que comunica Roma con Florencia, Orvieto surge de improviso. En un instante, a la izquierda, la silueta de la meseta volc¨¢nica con la ciudad domina toda la vista. Nada sobresale: sobre la cumbre alargada, los edificios parecen continuar las rocas; la l¨ªnea de las murallas es una s¨®lida pincelada pardo oliva un poco m¨¢s brillante que las piedras y, por encima, los vol¨²menes de las casas se expanden con las mismas tonalidades, como si todo se hubiera puesto de acuerdo en armonizarse, excepto, quiz¨¢, el front¨®n de la catedral asomado a un ¨¢ngulo. En Orvieto se refugi¨® Clemente VII tras el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V, y, para proveerse de agua, encarg¨® la construcci¨®n del Pozo de San Patricio, destinado a convertirse en una obra maestra de la ingenier¨ªa del siglo XVI.
Hay que dejar el autom¨®vil antes de cruzar la muralla. Orvieto no solo es una ciudad tranquila, sino que aqu¨ª -en un convento del Renacimiento que alberga el Palazzo del Gusto- est¨¢ la sede internacional de Citt¨¤Slow (http://www.cittaslow.net), una asociaci¨®n que agrupa m¨¢s de cien peque?as urbes europeas y de otros continentes sobre la base de la identidad y la alta calidad de vida, pero a ritmos m¨¢s lentos. Para ello se han dotado de un c¨®digo de comportamientos verificable respecto de la calidad del tejido urbano, los servicios, la gastronom¨ªa o la contaminaci¨®n ac¨²stica y visual. Se aprecia esta filosof¨ªa al pasear por las callejas o internarse en los negocios; de hecho, aunque la ciudad hoy tenga 20.000 habitantes, la mitad que en la Edad Media, puede permitirse albergar un festival de jazz (Umbr¨ªa Jazz Winter), otro gastron¨®mico (Orvieto con Gusto), adem¨¢s de algunas fiestas especiales.
Un artista peculiar
El interior de la catedral est¨¢ en penumbra y la luz invita a caminar hacia el altar mayor. Ocurre en otras iglesias con grandes frescos. Los de aqu¨ª son una obra maestra, un conjunto imprescindible en el pa¨ªs de los grandes frescos. Tambi¨¦n, como casi siempre, est¨¢n en un peque?o espacio, a la derecha, en una capilla que en su d¨ªa denominaron Nueva y hoy de San Bricio. Una pared contiene la predicaci¨®n del Anticristo y otra el juicio final y la resurrecci¨®n de los muertos. Fueron realizados por un artista de Cortona bastante peculiar, Luca Signorelli, a finales del siglo XV, inspir¨¢ndose en Dante, Marsilio Ficino y hasta en las pr¨¦dicas de Savonarola.
Su potencia es tal que muchos estudiosos sostienen que este Juicio final es superior al de Miguel ?ngel del Vaticano, pintado 35 a?os despu¨¦s y, por cierto, claramente influido por Signorelli. La escena m¨¢s perturbadora es la que representa al Anticristo. Uno mira y al principio parece un serm¨®n convencional; sin embargo, hay algo que no funciona... hasta que se aprecia que es el diablo quien susurra al o¨ªdo a "Cristo" lo que tiene que decir y se empiezan a apreciar los detalles. Por ejemplo, en primer plano, a la izquierda, vestidos de negro, vemos al propio pintor, Luca Signorelli, y Fra Ang¨¦lico, que tambi¨¦n intervino en esta capilla, contemplando a los espectadores que contemplan su obra.
M¨¢s all¨¢ de los temas, lo que verdaderamente deslumbra es el tratamiento: cientos de figuras perfectamente dibujadas, muchas de ellas desnudas -incluida la amante infiel del artista, obviamente en el infierno-, arquitecturas minuciosas y colores intensos, a veces casi exagerados, componiendo un conjunto de escenas que nos parecen al mismo tiempo realistas y fant¨¢sticas. Se sale exhausto. Tanto, que se eclipsan el ¨¢bside y la capilla del otro lado, tambi¨¦n repletos de frescos, pero hay que acercarse, por s¨ª mismas y por una alhaja de oro que reproduce la misma catedral y contiene el llamado corporale, un lienzo de lino blanco donde cay¨® sangre de una sagrada hostia en 1263, lo que verificaba el misterio de la eucarist¨ªa y daba origen a la fiesta del Corpus Christi.
Al salir, la fachada del Duomo es tan espectacular que se queda a un paso del exceso. Acabamos de verla en una maqueta dorada y ahora, delante del original, nos parece imposible un uso tan desmedido del color en un edificio medieval. Sobre la piedra blanca se despliegan todas las formas del g¨®tico: arcos, columnas, espirales, mosaicos, bajorrelieves y otros cientos de detalles caprichosos aglutinados por cuatro columnas estriadas. A la altura de nuestra mirada, en la base, junto a las puertas de entrada, hay cuatro paneles de m¨¢rmol del siglo XIV cubiertos de peque?as esculturas aleccionando a la poblaci¨®n con plagas, hambrunas, juicios y otras calamidades. Todo muy intenso.
As¨ª que les sugiero que se sienten un rato o, si coincide, se queden a comer en alguna de las terrazas que est¨¢n frente al Duomo. Hay tiempo. Ya les dije, esta es una ciudad para saborear con calma. Mientras miran la fachada o recuerdan los frescos de las capillas, pidan el vino blanco del lugar, el Orvieto classico. Tiene un color amarillo pajizo con alg¨²n reflejo verdoso y est¨¢ hecho de varios tipos de uva aut¨®ctonos (procanico, verdello, canaiolo bianco). Las densas nieblas y la humedad que se forma en las ma?anas de esta parte de Umbria dan lugar a que se desarrolle un moho especial que ataca las uvas. Es un fen¨®meno curioso. El moho crece y se nutre del agua de la propia uva, poco a poco va agrandando los poros del hollejo y acaba por penetrar en el grano, pero sin romper la uva. Los italianos, tan literarios ellos, lo llaman "muffa nobile", que podr¨ªamos traducir por noble podredumbre. Para picar estar¨ªa bien el embutido de la tierra, jabal¨ª, bien sea en jam¨®n o en salami, pero, eso s¨ª, acompa?ado de un pan artesanal que contiene, junto a los ingredientes tradicionales, tocino y queso de oveja. Se llama lumachella y tiene, obviamente, forma de caracol. Solo nos falta la lectura. Quiz¨¢ La Repubblica, pero eviten la pol¨ªtica (en Italia es c¨ªclica); es un peri¨®dico grueso, bien maquetado y con una estupenda secci¨®n cultural que a menudo incluye art¨ªculos inveros¨ªmiles. No s¨¦ qu¨¦ pensaran ustedes, pero uno, con el tiempo, ha llegado a la conclusi¨®n de que la calma y el placer de ciertos momentos son lo m¨¢s aproximado a la felicidad a lo que se puede aspirar. Es decir, las sensaciones que, entre otras cosas, asocia a beberse un vino rico frente a un trozo de paisaje mediterr¨¢neo, una ruina romana o una iglesia g¨®tica como esta. Claro que para eso hay que estar de acuerdo con Robert Musil y creer que la felicidad no depende tanto de lo que se desea como de lo que se alcanza.
? Pedro Jes¨²s Fern¨¢ndez es autor de la novela Pe¨®n del rey (Alfaguara).
Gu¨ªa
Dormir
? La Badia (0039 07 63 30 19 59; www.labadiahotel.it). La Bad¨ªa, 8. Desde 180 euros.
? Palazzo del Cardinale (0039 07 63 34 37 96; www.cambioaria.it /4099-B&B-Palazzo_del_Cardinale.html). Via Malabranca, 15. Desde 60 euros.
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