?Podemos fiarnos de la Intuici¨®n?
Supongamos que sufrimos una serie de s¨ªntomas para los cuales los m¨¦dicos no encuentran un diagn¨®stico. Decidimos acudir a un prestigioso centro m¨¦dico y all¨ª nos plantean dos alternativas para diagnosticarnos. La primera consiste en introducir los signos de nuestra enfermedad en un potente ordenador cuyo software se basa en los ¨²ltimos avances cient¨ªficos. En el segundo caso, el diagn¨®stico deberemos dejarlo en manos de un reconocido especialista con muchos a?os de experiencia. ?Qu¨¦ camino elegimos? Probablemente, la mayor¨ªa de nosotros preferiremos confiar en el m¨¦dico. Aunque no dudamos de que el ordenador utilizar¨¢ una l¨®gica implacable, sabemos que el experto, como humano que es, posee una potente herramienta de la que la computadora carece: la intuici¨®n. Si nos examina un especialista de carne y hueso, su cerebro puede captar, aunque ¨¦l no sea consciente de ello, signos sutiles que sean la clave para conducir a un diagn¨®stico correcto, lo cual es tarea imposible para el ordenador.
"No caigamos en la trampa de pensarque la ciencia solo se basa en an¨¢lisis y l¨®gica, la intuici¨®n es responsable de su avance"
"Es habitual que pensamientos brillantes surjan cuando estamos relajados. En ese momento nuestra pantalla est¨¢ m¨¢s limpia"
Cuando intuimos parece como si nuestro cerebro nos regalara una idea que no sabemos de d¨®nde ha salido. La intuici¨®n es una especie de trabajo subterr¨¢neo, procesamos la informaci¨®n inconscientemente. Este es uno de los aspectos que m¨¢s lo diferencian del pensamiento l¨®gico-racional, para el cual tenemos que hincar los codos. Al intuir, nuestras neuronas se ocupan ellas solas del tema.
A diferencia del pensamiento deliberativo, la intuici¨®n solemos relacionarla con las emociones. Y es que cuando intuimos notamos que sentimos esa idea y no que la pensamos.
Seg¨²n Robin M. Hogarth, las intuiciones las podemos clasificar en dos grandes bloques. Un tipo ser¨ªan los juicios intuitivos retrospectivos que son de naturaleza diagn¨®stica. El ejemplo anterior se ubicar¨ªa perfectamente en esta clase. Y en la segunda categor¨ªa se encontrar¨ªan las inferencias prospectivas; es decir, las predicciones.
Un viejo pescador que adivina el tiempo que har¨¢ durante el d¨ªa con solo echar un vistazo al cielo constituir¨ªa un claro ejemplo de esta segunda categor¨ªa. Si a ese pescador y tambi¨¦n a un experto meteor¨®logo les pidi¨¦ramos que nos ense?aran su t¨¦cnica de predicci¨®n, ?qui¨¦n nos la explicar¨ªa con m¨¢s claridad? Sin duda alguna, el cient¨ªfico. ?l sabe muy bien en qu¨¦ se basa y qu¨¦ pasos deductivos da para llegar a la conclusi¨®n. El cerebro del pescador se basar¨ªa en la gran recopilaci¨®n de datos que ha ido haciendo a lo largo de sus salidas a la mar para deducir de forma autom¨¢tica las intenciones de las nubes.
EL VALOR deL
SEXTO SENTIDO
"En el mar, como en el amor, suele ser mejor seguir una corazonada que obedecer a una biblioteca" (John R. Hale)
No caigamos en la trampa de pensar que la ciencia solo se basa en el m¨¦todo cient¨ªfico, anal¨ªtico y l¨®gico, la intuici¨®n es la mayor responsable de su avance. El mismo Einstein fue un defensor de la intuici¨®n: "La ¨²nica cosa realmente valiosa es la intuici¨®n". En una entrevista realizada en 1930 explic¨® que intu¨ªa que su teor¨ªa de la relatividad era cierta y que por eso no se extra?¨® cuando otros cient¨ªficos la confirmaron emp¨ªricamente.
En muchos libros de autoayuda se presenta la intuici¨®n como una herramienta infalible, casi m¨¢gica. En ellos se suelen citar muchos ejemplos de emprendedores que han conseguido grandes ¨¦xitos siguiendo sus corazonadas. Huelga decir que en estos manuales no se dice ni una palabra de individuos que siguieron su sexto sentido y fracasaron estrepitosamente.
El cerebro va conectando datos, pero a veces lo hace con datos que est¨¢n relacionados y otras asocia los que solo coinciden en el tiempo, pero que no tienen ning¨²n tipo de relaci¨®n causa-efecto. Cuando el pescador o el m¨¦dico aciertan es porque sus neuronas han establecido una relaci¨®n correcta. Pero no siempre tiene por qu¨¦ ser as¨ª?
Aunque parece incre¨ªble, al conocer a una persona, la primera impresi¨®n solo tarda unos segundos en formarse. Y no tenemos por qu¨¦ acertar; de hecho, es frecuente cometer errores imperdonables. Cuando un desconocido de entrada nos cae bien o mal suele deberse a que un rasgo f¨ªsico, su forma de moverse, su forma de vestir? lo tenemos asociado a otra persona. Obviamente, no nos damos cuenta de que nuestra intuici¨®n se basa en una asociaci¨®n inconsciente. As¨ª, si nuestro cerebro conecta datos que se dan juntos por simple azar, todas las predicciones basadas en estas conexiones pueden ser nefastas.
Tiemblo cuando oigo expresiones del tipo "de un vistazo capto c¨®mo son las personas"? Quiz¨¢ les parece que sus predicciones siempre se cumplen, pero? ?no se encargar¨¢n ellos de que as¨ª sea? Imaginemos una camarera que alardea de que siempre sabe qui¨¦n le va a dar propina y que no pierde el tiempo con los clientes que presume que no le van a dejar ni un euro. Realmente, si ella trata mejor a los consumidores que asocia con la propina, ?no es esperable que sean esos, con m¨¢s probabilidad que los otros, los que finalmente dejen las monedas? Ni m¨¢s ni menos que una profec¨ªa autocumplida. Como todos en el fondo compartimos m¨¢s de lo que nos pensamos, ya estamos comprobando en nuestro caso qu¨¦ intuiciones damos por sentadas cuando en realidad son incorrectas.
Tomar datos de la experiencia
"Gran parte de la intuici¨®n se adquiere mediante la interacci¨®n con el medio" (Robin M. Hogarth)
Si intentamos diseccionar el proceso de la intuici¨®n vemos claramente tres fases. En primer lugar, el cerebro recopila datos de la experiencia; seguidamente los procesa de forma inconsciente y autom¨¢tica, y en tercer lugar aparece repentinamente el resultado o la conclusi¨®n de este procesamiento en nuestra consciencia. Por tanto, si queremos mejorar nuestra intuici¨®n debemos optimizar estas tres fases.
Einstein afirmaba que intuy¨® la teor¨ªa de la relatividad, pero su cerebro no le regal¨® esta magn¨ªfica intuici¨®n de forma gratuita. Antes, ¨¦l tuvo que dedicarse a estudiar noche y d¨ªa sobre el tema. No paraba de alimentar su cerebro con datos. Su genialidad brotaba de muchos lugares diferentes, uno de ellos era su mirada. Observaba el mundo sin dejar que las teor¨ªas anteriores le obligaran a verlo de una determinada manera. Intentemos emular a Einstein, observemos mucho y sin prejuicios. As¨ª nuestro cerebro tendr¨¢ el material que necesita para intuir.
Darle tiempo al inconsciente
"Las ideas se encienden unas con otras como las chispas el¨¦ctricas" (Johann J. Engel)
Una vez hemos recogido informaci¨®n, debemos limitarnos simplemente a darle tiempo a nuestro inconsciente para que trabaje por nosotros. Ap Dijksterhuis y su equipo de la Universidad de ?msterdam lo confirmaron experimentalmente. A los sujetos se les ofrec¨ªa una compleja informaci¨®n acerca de cuatro posibles apartamentos. De cada uno de los cuatro se les daban 12 datos (localizaci¨®n, n¨²mero de habitaciones, precio, etc¨¦tera). Su misi¨®n era escoger el mejor. A un grupo de participantes se les dio poco tiempo para pensar y, como es esperable, erraron m¨¢s que los sujetos a los que se hab¨ªa dejado m¨¢s tiempo. Pero lo m¨¢s sorprendente es que hab¨ªa un tercer grupo a los que, despu¨¦s de darles la informaci¨®n, los distrajeron. Transcurrido el rato de distracci¨®n se les pregunt¨® su preferencia. Este tercer grupo fue el que mostr¨® decisiones m¨¢s acertadas. Ellos no hab¨ªan pensado conscientemente, puesto que se estaban distrayendo, pero su cerebro no hab¨ªa parado de combinar las ventajas e inconvenientes de los apartamentos, llev¨¢ndoles a la decisi¨®n m¨¢s conveniente.
Reconocer las se?ales
"Hay un chispazo en la conciencia, ll¨¢mese intuici¨®n o como se quiera, que trae la soluci¨®n sin que uno sepa c¨®mo o por qu¨¦" (Albert Einstein)
Nuestra conciencia es como una enorme pantalla blanca. Nuestro inconsciente despu¨¦s de un duro trabajo proyecta sus conclusiones en esa macropantalla. Y es entonces cuando vemos la deducci¨®n de sus c¨¢balas. Pero si tenemos la pantalla ocupada ?no podemos ver nada! Una forma de poder despejarla consiste en meditar. De hecho, muchas personas que meditan habitualmente explican que muchas ideas originales les han venido mientras practicaban. Es tambi¨¦n habitual que pensamientos brillantes surjan justo cuando estamos relajados en la cama, antes de dormirnos. En ese momento nuestra pantalla se encuentra m¨¢s limpia.
Es posible que cuando el inconsciente llegue a su deducci¨®n nos encuentre durmiendo. ?Qu¨¦ hace entonces? No se espera a que nos despertemos, deja su mensaje dentro del sue?o de manera m¨¢s o menos simb¨®lica. Son muchos los cient¨ªficos o los literatos que han desenterrado sus descubrimientos de los sue?os o los literatos que han construido el argumento de sus novelas en los brazos de Morfeo.
Y no olvidemos que las intuiciones se sienten m¨¢s que se piensan. Debemos escuchar nuestro cuerpo, parar y notar c¨®mo nos sentimos. Las bonitas palabras de Jean Shinoda envuelven esta idea: "Saber c¨®mo elegir el camino del coraz¨®n es aprender a seguir la intuici¨®n. La l¨®gica puede decirte ad¨®nde podr¨ªa conducirte un camino, pero no puede juzgar si tu coraz¨®n estar¨¢ en ¨¦l".
So?ar, pensar e intuir
1. PEL?CULAS
'Slumdog millionaire', dirigida por Danny Boyle.
'Hereafter', del actor y director Clint Eastwood.
'Corazonada', de Francis Ford Coppola.
'Sherlock Holmes', la ¨²ltima versi¨®n de Guy Ritchie.
2. LIBROS
'Educar la intuici¨®n. El desarrollo del sexto sentido', de Robin M. Hogarth (editorial Paid¨®s, 2002).
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