La memoria de la tierra

Veo c¨®mo limpi¨¢is cada hueso despacio, con la brocha, con tanto mimo, que parece que los est¨¢is acariciando, y pienso en lo distinto que es hoy a como debi¨® ser el d¨ªa que los asesinaron...". Lo comenta Anabel Lapuente, nieta de una de las personas que acaban de encontrar en una fosa de ?greda (Soria) los expertos y voluntarios de la Sociedad Aranzadi, dirigidos por el forense Francisco Etxeberria y la antrop¨®loga Lourdes Herrasti. Se hace el silencio. Y es entonces cuando las aludidas, cuatro estudiantes de Medicina de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV), rompen a llorar. Y con ellas, todos los presentes.

?greda es austero y monumental. Tranquilo. Saltan corzos por las carreteras. Lo advierten los carteles. Mil desaparecidos durante la Guerra Civil se cuentan en Soria. El cementerio est¨¢ esquinado, y aqu¨ª, en una zona en desuso, se ven los cuatro esqueletos tirados bocabajo, maniatados, liberados ya de la tierra apelmazada durante d¨¦cadas y mojada por la lluvia del d¨ªa. Algunos vecinos del pueblo lo repitieron: "Vimos c¨®mo los echaban aqu¨ª y c¨®mo los mataban all¨¢ arriba, en el paraje de Los Cabezos...". Son Luis Torres (35 a?os, jornalero), Marcelino Navarro (17, aguacil), Gregorio Torres (alcalde) y Feliciano Lapuente (campesino, de 33). "Que consta fueron asesinados el 19 de octubre de 1936", se lee en el informe preliminar del equipo, que indica adem¨¢s: "Se encuentra presente do?a Pilar P¨¦rez, alcaldesa de Torrellas". Y aqu¨ª est¨¢ ella hoy de nuevo. "No es habitual que un cargo municipal se implique tanto", asegura Etxeberria al hilo de la indiferencia pol¨ªtica nacional al uso. Nada extra?o si se tiene en cuenta que la Ley de la Memoria Hist¨®rica (leymemoria.mjusticia.es) data en Espa?a de 2007, tan coja que Amnist¨ªa Internacional la defini¨® como "alejada del Derecho internacional", pues delega en asociaciones de v¨ªctimas una tarea que deb¨ªa realizar el Estado. Y que Baltasar Garz¨®n, el juez que abri¨® causa contra los cr¨ªmenes del franquismo tres d¨¦cadas despu¨¦s de la muerte del dictador, est¨¢ inhabilitado desde mayo, como aviso para navegantes. Y ah¨ª anda, en La Haya, en espera.

"Los cuatro de Morella", llaman a estos hombres. Uno es menor, Marcelino. Lo explica el estomat¨®logo Claudio Albizu al mostrar uno de sus dientes. "Se sabe por esto". Los otros tres deben ser identificados. Ir¨¢n al laboratorio de la UPV junto a otros muchos en busca de un nombre que se les podr¨¢ dar o no: porque no haya ADN para comparar o est¨¦ contaminado. En los esqueletos, donde aparecen piezas de metal, han colocado bolas de colores; la mayor¨ªa son balas de pistola. Marcelino llevaba gemelos y una moneda de plata. Los muestran. Nadie se lo explica: "Quiz¨¢ su madre le dijo al salir: 'Hijo, ponte bien por si acaso", comentan los lugare?os. Pero se ve que dio igual.

"En Priaranza no ¨¦ramos conscientesdel impacto. Hoy Hasta gente del PP nos dice que es lo menos que se puede hacer"

Los familiares cuentan lo que sienten antes de que los cuerpos sean retirados. Tambi¨¦n es invitado Iv¨¢n Aparicio, de la Asociaci¨®n Soriana Recuerdo y Dignidad, a decir unas palabras. Dice varias: "Se habla de 'muertos de la Guerra Civil', pero estos no son muertos en la guerra, son civiles que no hab¨ªan cogido un arma en su vida, sacados de sus casas y asesinados. Esto es lo que fue el fascismo en Espa?a, un crimen contra la humanidad. Y no puede ser que tengamos que corregir las violaciones de derechos humanos los voluntarios de cuatro asociaciones y los parientes. Esto es un acto de reparaci¨®n hacia las familias. Pero a¨²n hay que reparar a las v¨ªctimas. La legislaci¨®n internacional vinculante incluye verdad, justicia y reparaci¨®n. Hay que mostrar la verdad, hay que juzgar a los responsables, y hay que reparar. Sobre juzgar, en alg¨²n momento se tendr¨¢ que afrontar lo que pas¨® hace 74 a?os, pero tambi¨¦n lo que pasa hoy con la Ley de la Memoria Hist¨®rica, que cumple la funci¨®n de ley de punto final, y la falta de actuaci¨®n de las Administraciones de justicia. Aqu¨ª ten¨ªa que haber un juez levantando un cad¨¢ver, esclarecer las se?ales de violencia, y no es as¨ª; as¨ª que alguna vez se tendr¨¢ que ver en el Tribunal de Derechos Humanos a los responsables de que se perpet¨²e la inmunidad del franquismo". Y ciertamente, aqu¨ª juez no hay ninguno.

El trabajo que realiza este equipo (y otros, valga este de ejemplo) sigue un protocolo cient¨ªfico propio (recogida de informaci¨®n, prospecci¨®n, exhumaci¨®n, identificaci¨®n) a falta de uno oficial que asegura Etxeberria ya est¨¢ elaborado hace rato porque ¨¦l mismo ha participado. Pero, s¨ª, se dir¨ªa que es ceremonia amorosa: excavan con dedicaci¨®n la tierra, la criban; extraen los restos, los observan y, tras limpiarlos (esqueletos, ropas, zapatos...), los guardan en cajas para luego dotarles de genealog¨ªa: esposa, hijos, padres, curr¨ªculo... Reconstruyen as¨ª biograf¨ªas. Como estas de ?greda en una fosa m¨¢s, la pen¨²ltima de las 231 abiertas desde hace una d¨¦cada, de las 2.052 que existen, seg¨²n el Gobierno. Un total de 5.277 personas han sido exhumadas, pero se calcula que los desaparecidos superan los 100.000. Garz¨®n manej¨® en 2008 un censo elaborado por familiares de 143.353, porque no existe ninguno oficial. Algunas comunidades tienen elaborado ya su mapa de fosas; otras est¨¢n en ello.

M¨¢s de 100.000 biograf¨ªas. Como la de B¨¢rbara Sebasti¨¢n Vela, de 70 a?os, encontrada en Illueca (Zaragoza); la de la maestra Mar¨ªa de los Desamparados Blanco, vista por ¨²ltima vez en Lario (Le¨®n) cuando su hijo Florentino ten¨ªa 18 a?os, y a la que este ha exhumado ahora con noventa y tantos; la de Jer¨®nima Blanco y su hijo Fernando Cabo, de tres a?os, a los que mataron y enterraron en el huerto de su propia casa en Ponferrada para forzar la vuelta del marido, Isaac Cabo, que les sobrevivi¨®; la docena de enfermeras del hospital psiqui¨¢trico en Valdedi¨®s (Asturias); las 15 mujeres y un adolescente de Grazalema (C¨¢diz); los siete muertos de Fontanosas (Ciudad Real), cuya ubicaci¨®n desvel¨® una carta an¨®nima dirigida al alcalde por un miembro del pelot¨®n de fusilamiento. O la de Juli¨¢n Merino, cuya esposa, Teresa Pozo (reci¨¦n fallecida), qued¨® sola a los 23, embarazada de siete meses, con dos hijos, represaliada. La ¨²nica viuda que vivi¨® lo bastante para presenciar en 2005, con 93 a?os, la exhumaci¨®n de su marido en Covarrubias (Burgos).

"La dignidad de las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista no se ha perdido nunca", dijo el juez Garz¨®n hace nada. "La dignidad la pierden los que en Espa?a no dan una respuesta adecuada a esos hechos". Y a?adi¨® algo que todos los implicados en exhumaciones confirman: "Nunca, ni en Chile, ni en Argentina, ni en Espa?a, he visto a los familiares de las v¨ªctimas pedir venganza. Solo piden justicia, y eso es algo as¨ª de sencillo. Y tan complicado, parece ser, a la vez". Nada extra?o. Nada que no se haya hecho ya antes. En realidad, como dice la periodista Natalia Junquera en el pr¨®logo del libro reciente Memoria hist¨®rica, del CSIC, se podr¨ªa decir que la memoria hist¨®rica la invent¨® Franco: "Fue ¨¦l el primero en pedir censos de desaparecidos, en encargar a expertos un protocolo de exhumaciones y, hasta ahora, el ¨²nico que preserv¨® por ley las fosas comunes para que no se construyera sobre ellas. M¨²ltiples ¨®rdenes en el BOE dan cuenta de su af¨¢n por honrar a las v¨ªctimas. A las suyas". Y hasta desplaz¨® restos de republicanos al pante¨®n de El Escorial cuando los suyos no le alcanzaron para llenarlo (la gran tumba pendiente).

Desde siempre hubo familiares que quisieron recuperar a sus seres queridos para darles sepultura, el acto que cierra el c¨ªrculo y es primordial para muchos. Algunos lo intentaron por s¨ª solos, con pico y pala por as¨ª decir, pero se dieron cuenta de que no era modo. Porque en la mayor¨ªa de las fosas se encuentran varios o muchos; fosas comunes se llaman por algo. Por eso juntos yac¨ªan 125 en la de Valdenoceda (Burgos), 80 en la de Magall¨®n (Zaragoza), m¨¢s de 300 en la del monasterio de Ucl¨¦s (Cuenca), 2.840 en la del cementerio de San Rafael (M¨¢laga)... ?Y c¨®mo saber qui¨¦n es qui¨¦n? La tarea de poner nombre y apellido a los desaparecidos en Espa?a tiene mucho que ver con la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica (ARMH, www.memoriahistorica.org). Esta naci¨® al calor de lo sucedido en 2000 en la cuneta de la carretera N-536 en Priaranza del Bierzo (Le¨®n), cuando se abri¨® una fosa por vez primera con m¨¦todo cient¨ªfico. En ella se encontraba Emilio Silva Faba.

"De los 13 de Priaranza, no todos fueron identificados, algunos nunca reclamados, son vidas en suspenso"

"A m¨ª fue mi abuelo quien me ense?¨® a hablar. Aun muerto. Porque hasta el d¨ªa que lo encontramos en Priaranza nunca fui capaz de hablar en p¨²blico, ni levantar el dedo siquiera en la universidad para no significarme, tal era el miedo en mi familia". Emilio Silva nieto (presidente de la ARMH) lo confiesa en su casa en Madrid, mientras Emilio Silva padre, 84 a?os, manos delgadas y piel transparente, asiente. Hablan de aquel hombre que les dio la vida, cosmopolita, que a principios del siglo XX residi¨® en EE?UU y Argentina, regres¨® un d¨ªa a su pueblo natal para papeleos y all¨ª se qued¨® para siempre tras conocer a Modesta Sant¨ªn, con la que tuvo seis hijos. Pusieron tienda en Villafranca del Bierzo, al estilo almac¨¦n de coloniales, La Preferida se llamaba. De ella nos dir¨¢ luego Felisa Rubio, testigo de aquel tiempo y amiga de la familia, tumbada en su cama en Triacastela (Lugo) por el peso de sus 87 a?os, que vend¨ªa "las mejores aceitunas de la comarca y muchas alpargatas; era una casa con corredor hacia el r¨ªo, all¨ª jug¨¢bamos". Emilio Silva hijo ense?a una foto en la que aparece ¨¦l con una pancarta reivindicando un centro escolar. Al fondo se ve La Preferida, en la esquina del viaducto donde hoy se levanta una casa moderna.

"Mi padre era aza?ista, se signific¨® mucho, en Villafranca hab¨ªa mucho convento... Recuerdo el d¨ªa en que empez¨® la guerra, y c¨®mo los falangistas nos quitaban productos de la tienda; aqu¨ª tengo los recibos, mira. Mi padre sab¨ªa que su vida val¨ªa lo que la mercanc¨ªa; cuando se termin¨®, se acab¨®". Su desaparici¨®n le marc¨®. "Me hinch¨¦ a llorar, lo que me ha cambiado la vida, pensaba. Mi madre qued¨® rota, yo era el mayor, 10 a?os, trabaj¨¦ hasta de pastor". Aun as¨ª, consigui¨® burlar al destino y tener la vida viajera que su padre habr¨ªa querido. Emilio nieto a?ade: "Mi abuela muri¨® cuando yo ten¨ªa 32. Siempre me sent¨ª atra¨ªdo por la figura del abuelo, pero nunca la o¨ª hablar de ¨¦l, y lo intent¨¦". Hasta que tom¨® una decisi¨®n: "Que dejara de ser un relato familiar. Sus restos estaban en un lugar que yo desconoc¨ªa. Pero estaba dispuesto a cambiar el final de su historia".

Lo que sucedi¨® luego lo saben bien los implicados: Julio Vidal, Paco Etxeberria, Daniel Fern¨¢ndez, Santiago Mac¨ªas... Vidal, arque¨®logo de Le¨®n, hombre de gran preparaci¨®n, muy viajado, que se define a s¨ª mismo como "pesimista pol¨ªtico", y su esposa, la antrop¨®loga Mar¨ªa Encina Prada, se pusieron a su disposici¨®n desde el minuto uno. "Corre, corre, que por aqu¨ª hay muertos', siempre o¨ª de ni?o esa frase de mi hermana al pasar por un lado de la carretera. Mi madre era de Priaranza, y lo de la fosa era cercano a m¨ª, a mis vacaciones... A ra¨ªz de un art¨ªculo en prensa de Emilio Silva en 2000 nos enteramos que quer¨ªa recuperar el cuerpo de su abuelo. Nos ofrecimos a colaborar aplicando la metodolog¨ªa arqueol¨®gica y de la antropolog¨ªa forense... Contact¨¦ con Etxeberria, que no tard¨® ni dos segundos en plantarse aqu¨ª. Se form¨® un peque?o equipo, el Ayuntamiento prest¨® la excavadora". Se pusieron a ello. Los lugare?os sab¨ªan del lugar. "Pero sucede que las referencias espaciales y el paisaje cambian, as¨ª que no fue hasta el tercer fin de semana, ya desesperados creyendo que los cubr¨ªa la carretera, cuando aparecieron restos de un zapato con pie". Fue un impacto. Esos muertos eran casi leyenda. En ese instante pasaron a ser pura verdad.

Como lo ser¨¢n seguramente los tres maquis cuya fosa andaba localizando Etxeberria en Ezcurra (Navarra), un valle hermos¨ªsimo, hace una semana a petici¨®n de la Asociaci¨®n Navarra de Familiares. En Navarra hubo 3.500 v¨ªctimas aun sin guerra. ?ngel Mariezcurrena, oriundo, lleva a?os so?ando con destapar el suceso del que ¨¦l supo por su padre. El propietario del terreno lo confirm¨®: "Fue una emboscada y los mataron". Ese rinc¨®n era anta?o zona de paso de los guerrilleros escondidos en Francia. "Ahora habr¨¢ que asegurar con el georradar", dice el forense. Y all¨ª sucedi¨® que en el bar del pueblo los lugare?os ampliaron detalles. "Antes eso era imposible", cuenta Etxeberria, "en 10 a?os la gente ha perdido el miedo a hablar". Un grupo de estudiantes alemanes est¨¢ presente; realizan sus tesis sobre el fascismo. Han pasado ya por Gernika, van a la zona del Ebro, quisieron saber de fosas. "No entendemos que esto est¨¦ ocurriendo ahora y no antes". ?l responde: "Hay quien no quiere que se sepa nada, incluidos partidos con conciencia de izquierda, y hasta nos acusan de destruir pruebas. Pero esto es justo lo contrario. Un lugar como este pasa de ser an¨®nimo para convertirse en una prueba hist¨®rica. Antes de Navidad estar¨¢ abierto y ser¨¢ un hecho". Mariezcurrena no puede dormir pensando que alguien abra la tierra por su cuenta. "Hace a?os alguien habr¨ªa excavado, pero ahora ya no, basta pedir permiso, de prospecci¨®n y exhumaci¨®n se llama. Navarra, por ejemplo, nunca los neg¨®, pero en otras comunidades... bueno, seg¨²n qu¨¦ zonas".

"Decid¨ª que mi abuelo dejara de ser un relato familiar. Estaba dispuesto a cambiar el final de su historia"

"La fosa de Priaranza tard¨® en aparecer, lo cual fue positivo porque se empez¨® a correr la voz, a venir gente, incluso de derechas, a ayudar; otros, a preguntar, a ver si ellos tambi¨¦n pod¨ªan buscar a los suyos", rememora el entonces alcalde de la localidad y ahora concejal socialista Daniel Fern¨¢ndez, que colabor¨® sin dudarlo ("a una persona que busca a su padre no hay que mirarle filiaci¨®n"), subiendo las calles de Priaranza. "El due?o de la finca sab¨ªa lo que hab¨ªa, no puso el terreno en producci¨®n nunca, plant¨® nogales y esper¨®. Luego nos lo cedi¨®". All¨ª estaban los 13 hombres asesinados el 16 de octubre de 1936, la mayor¨ªa con dos tiros en la nuca. Como deseaba, Emilio sac¨® a su abuelo, y este se convirti¨® en el primer represaliado de la guerra identificado gen¨¦ticamente. Lo llev¨® a Pereje, su pueblo natal, en el Camino de Santiago, a un buc¨®lico cementerio en la ladera de un monte ante el que cruzan los peregrinos. All¨ª en el pante¨®n se lee su nombre completo por expreso deseo de su viuda, como si ella siempre hubiera sabido que iba a regresar.

Del grupo, no todos fueron identificados, algunos nunca reclamados. "Eso es tremendo, vidas en suspenso". Juntos yacen en un nicho del cementerio de Villalibre de la Jurisdicci¨®n bajo una placa: "A la memoria de todos aquellos que lucharon y dieron sus vidas por la democracia y la libertad". El ex alcalde puntualiza: "Ni luchar pudieron, si los mataron en octubre". Las historias que se cuentan en la comarca de El Bierzo son infinitas. La guerra est¨¢ a¨²n presente. Y la posguerra, a¨²n m¨¢s, "mucho hambre y mucho maqui; vete al Campo de las Danzas y ver¨¢s", sugiere una de las mujeres con zuecos mientras trabaja la huerta en esta tierra vigorosa. Los hombres se agolpan a la hora del caf¨¦ en el bar In¨¦s, y tambi¨¦n cuentan. Antonio Fierro, por ejemplo: "Los vi muertos en la cuneta, los ni?os bajamos a mirar". No le impresion¨®. "Est¨¢bamos hechos a todo..., as¨ª eran esos tiempos".

Santiago Mac¨ªas, vicepresidente de la ARMH, 38 a?os, oriundo, llevaba desde los noventa reivindicando a los desaparecidos, interesado por los guerrilleros que abundaron en Castilla y Le¨®n (de los que ha escrito). "Pero no es lo mismo organizar un homenaje que tener una fosa delante, la presencia f¨ªsica de los desaparecidos cambi¨® completamente la historia, las evidencias transforman todo", dice pisando hoy la acera de la N-536. "Emilio ten¨ªa un inter¨¦s particular, y yo, general; coincidimos, y ah¨ª naci¨® la ARMH", aclara. Su laboratorio se encuentra en Ponferrada, en una sala cedida por la Universidad de Le¨®n. Es sobria, llena de fichas con el t¨ªtulo "desapariciones forzadas", cajas con restos humanos y prendas, informes para mandar a Presidencia a efectos de cuentas, recortes de prensa, una pizarra con fosas pendientes de abrir (la de Candeleda, en ?vila, quiz¨¢ lo est¨¦ ya, dirigida por los forenses Jos¨¦ Luis Prieto o Roxana Ferllini). Por las paredes cuelgan vi?etas. Destaca una en la que una silueta del Rey dice: "La ley dice que cada vez que se encuentra un cad¨¢ver debe presentarse un juez para su levantamiento". Y otra de Franco responde: "Es al rev¨¦s. Primero hicimos el levantamiento y luego escondimos los cad¨¢veres".

Se ven los cuatro esqueletos tirados bocabajo, maniatados, liberados ya de la tierra apelmazada durante d¨¦cadas

Aqu¨ª trabajan Ren¨¦, Marco, Nuria, An¨ªbal, parientes de desaparecidos o profesionales de antropolog¨ªa o arqueolog¨ªa. Hablan de la entrega de restos a la familia como momento clave: "Es una ceremonia civil, se convoca a parientes y autoridades. En Carajal de Campos, por ejemplo, con alcalde del PP, el acto se realiz¨® con normalidad. Otras veces los pol¨ªticos no quieren saber, dicen que desean ser neutrales, y yo digo, ?neutrales ante qui¨¦n?". El arque¨®logo Julio Vidal ya antes de Priaranza hab¨ªa intentado hacer informe de fosas existentes, "pero la Junta de Castilla y Le¨®n nunca quiso saber nada. Se trataba de concebir esas intervenciones como de Patrimonio, en lugar de 70.000 a?os, de 70 a?os atr¨¢s, porque el pasado nos importa a todos y todo". La Administraci¨®n debe implicarse, dice. "Pero no quisieron; para m¨ª fue una frustraci¨®n, son tus ciudadanos, es asunto democr¨¢tico...". Cree que las exhumaciones no deben hacerse por altruismo. Para ¨¦l, las fosas deben ser catalogadas, protegidas, ser monumentos "contra la intolerancia y la barbarie".

Tras la fosa de Priaranza, el movimiento de reivindicaci¨®n de los desaparecidos se convirti¨® en una suerte de marea empujada por la generaci¨®n de nietos y por la apertura de una fosa tras otra. Adquiri¨® notoriedad. Tiene picos, cuentan en la AHRM: el intento frustrado de encontrar a Lorca en Alfacar (Granada), lo de Garz¨®n, cuando los muertos hallados son muchos... El inter¨¦s internacional y de investigadores fue y es inmenso. Como las invitaciones a participar en congresos, conferencias, libros. Y los voluntarios de todo el mundo: "Solo tenemos eso, capital humano, unos 400 voluntarios. La asociaci¨®n no tiene ni sede, cuenta con una subvenci¨®n de 48.000 euros, nos ayuda la gente con su trabajo, los mismos familiares dando de comer al equipo o aloj¨¢ndolo. Hemos exhumado unas 1.600 personas, otras tantas est¨¢n reclamadas".

Ellos y el resto de organizaciones (bien Foro de la Memoria, Federaci¨®n de Foros de la Memoria, agrupaciones de asociaciones de v¨ªctimas o familias que act¨²an por su cuenta) consiguen sacar adelante lo que el Estado no saca. Con su trabajo rehacen un pedazo de la amnesia que Espa?a ha tenido durante siete d¨¦cadas, dicen muchos. Pero Santos Juli¨¢, en su libro Hoy no es ayer, asegura que no es tal, sino que fue puro pacto: "Guardar los cad¨¢veres de uno y otro para que no se interpongan en el camino de la democracia". Y se?ala dos circunstancias hoy que lo alteran: la aparici¨®n en la escena p¨²blica de una nueva generaci¨®n que no guarda recuerdo personal del r¨¦gimen de Franco y la llegada de la derecha al poder.

"La Administraci¨®n se debe implicar. Las fosas deben ser monumentos contra la intolerancia y la barbarie"

"En Priaranza no ¨¦ramos conscientes del desarrollo e impacto que iba a tener nuestro trabajo. E incluso a pesar de la frustraci¨®n de muchas familias que opinan que no se hace nada, creo que se ha avanzado mucho. Hasta gente del PP nos ha dicho: 'Es lo menos que se puede hacer'. S¨ª, s¨¦ que a¨²n es insuficiente. Pero nos quejamos de que el Gobierno no hace esto, lo otro... s¨ª, pero tambi¨¦n hay que preguntarse: '?Y tu universidad y tus estudiantes?, ?d¨®nde est¨¢n los intelectuales que deber¨ªan hablar de esto sin parar? Vivimos a¨²n con la impronta de un tiempo preconstitucional", dice Etxeberria en su laboratorio de la UPV, que destila el estilo funcional de los edificios docentes. Nada destacado salvo que est¨¢ repleto de secretos, que ¨¦l sabe manejar. Muchas cajas de cart¨®n y pl¨¢stico que lucen los nombres en colores de lugares llenos de muerte: La Predaja, Villalba de Duero, Milagros... Y n¨²meros por todas partes: individuo n¨²mero uno, dos, tres... Adem¨¢s de huesos, hay balas, casquillos, monedas... Ense?a los restos de un cuerpo completo y no pierde oportunidad: "Por aqu¨ª entr¨® la bala, por all¨¢ sali¨®, este ten¨ªa ya una patolog¨ªa...". Donde puede, ¨¦l ense?a. Es siempre el centro, por ser puro hombre enciclop¨¦dico e incansable, acorde con esa Sociedad de Ciencias para la que trabaja (a la que el Gobierno vasco asign¨® ocuparse de las exhumaciones; existen ayudas desde 2003 en el Pa¨ªs Vasco). Etxeberria tambi¨¦n forma parte del equipo de investigaci¨®n del CSIC que, bajo la direcci¨®n del antrop¨®logo imprescindible Francisco Ferr¨¢ndiz, acaba de publicar un balance sobre el impacto sociopol¨ªtico de esta d¨¦cada de exhumaciones (politicasdelamemoria.org) y participa en un proyecto para Presidencia titulado Base de datos de gesti¨®n documental de las exhumaciones realizadas en Espa?a. "Aspiro a que podamos saber, por ejemplo, personas muertas por disparo, tantas".

Calavera en mano, confiesa que en las fosas tambi¨¦n tiene sus momentos: "Cuando terminas de limpiar y dices a la familia: 'La fosa es vuestra', y bajan... uff, gran emoci¨®n. O se les dice: 'El numero tres es tu padre', y ellos: 'Mi padre son todos". Hasta tiene sus ritos Etxeberria. "Me quedo con una piedra de cada fosa. Pienso: 'Si tap¨® el crimen, tantas piedras, tantos lugares liberados". ?Abri¨® fosas franquistas? "S¨ª, dos, en Camu?as (Toledo) y en Villasana de Mena (Burgos)". ?Y? "Yo soy forense, no pregunto, v¨ªctimas son v¨ªctimas". Luego ense?a los informes, uno tras otro, de distintas tumbas, con las medidas f¨ªsicas de los enterrados, datos de posiciones, mil detalles de vidas perdidas. "Los de ahora son m¨¢s completos, m¨¢s ilustrativos, la fotograf¨ªa digital abarata mucho los costes, basta un ordenador".

"Alg¨²n d¨ªa se tendr¨¢ que juzgar lo que ocurre hoy, a los responsables de que se perpet¨²e la inmunidad del franquismo"

En su propia casa tiene Etxeberria un equipo multidiciplinar completo: trabaja con su esposa, Lourdes Herrasti, codo con codo. Y tambi¨¦n con su hija Igone, que se encarga de lo audiovisual. Ella, crecida al calor de las fosas, representa algo as¨ª como el paradigma del voluntario joven. Hija ¨²nica, ten¨ªa dos meses cuando pis¨® una excavaci¨®n. "Para mis compa?eros de Medicina, hablar de 1936 no representa mucho, pero para m¨ª, s¨ª. Creo que se ha esperado demasiado, lamentablemente, ya no se podr¨¢n devolver los restos a todos con ADN demostrado, pero s¨ª se puede reconstruir sus historias. Me impacta ver la emoci¨®n de las familias, c¨®mo rozan de repente un hueso y dicen: 'Ya, no necesitamos m¨¢s'. Es especial. S¨ª que me gustar¨ªa que esto terminara. Pero si es solo por callar bocas, no. Hay que hacerlo despacio, curar esa herida, no se trata de sacar los huesos y ya. Hay que informar, hablar con los familiares, escucharlos, darles tiempo para que cuenten y reparen mientras se extraen los huesos. Para muchos es una liberaci¨®n. ?Si me imagino que sucediera una guerra as¨ª hoy? Uf, supongo que esto que hacemos debe servir para que ya no ocurra nunca m¨¢s".

Iv¨¢n Aparicio, en ?greda, all¨¢ donde saltan corzos por la carretera, lo tiene tambi¨¦n claro: "El fundamento de todo esto es sencillo: si permitimos que quede impune una barbaridad como aquella, volver¨¢ a suceder". Pero quiz¨¢ quien mejor lo expres¨® fue una se?ora mayor un d¨ªa a pie de fosa: "Si no los hubieran metido, ahora no los tendr¨ªamos que sacar".

Las fosas con v¨ªctimas de la Guerra Civil