Etarras que abandonan
?Qu¨¦ razones son las que conducen a algunos militantes a renunciar definitivamente al uso de las pistolas? Si entienden que hay perspectivas de negociaci¨®n pol¨ªtica, su disposici¨®n a dejar la banda se debilita
A lo largo de su historia, son centenares los militantes de ETA que han dejado de ser terroristas de pasamonta?as y txapela. Centenares los etarras que abandonaron tanto las actividades de terrorismo en que hasta entonces se encontraban inmersos como la pertenencia misma a aquella banda armada. Desde luego que, en algunos casos, se debi¨® a su fallecimiento en el curso de tiroteos con las fuerzas de seguridad, como consecuencia de episodios atribuibles a la llamada guerra sucia contra la organizaci¨®n terrorista o al estallarles los artefactos explosivos que manipulaban con el prop¨®sito de acabar con la vida de otros, por ejemplo. Pero la gran mayor¨ªa de quienes dejaron de ser pistoleros de ETA o de estar encuadrados en alguna de sus partidas de asesinos etnonacionalistas optaron por ello de manera consciente y voluntaria.
Para algunos, a mediados de los ochenta "hab¨ªan cambiado objetivamente las condiciones"
Otros cuestionaron su compromiso tras el asesinato de Yoyes o el atentado de Hipercor
Ahora bien, dejar consciente y voluntariamente la organizaci¨®n terrorista no siempre fue ni va acompa?ado de una modificaci¨®n en el parecer que se tiene del terrorismo. Puede abandonarse la militancia en ETA sin que ello implique un rechazo de la ideolog¨ªa de la violencia que inspira tanto a los componentes de esta banda armada como a los de su entorno c¨®mplice y encubridor. Incluso es posible dejar de ser pistolero para incorporarse a alguna de las entidades que articulan el minoritario pero significativo apoyo social del que se ha beneficiado durante tanto tiempo la organizaci¨®n terrorista. Ah¨ª est¨¢n los antiguos etarras que, tras dejar de ser miembros activos de esta, se integraron en Herri Batasuna o sus sucesivas denominaciones.
En esos supuestos, estamos ante un desenganche respecto a ETA pero no ante el t¨¦rmino de un proceso de desradicalizaci¨®n. Se pone fin al compromiso etarra, pero no se reniega ni abjura de la violencia, lo que explica que tras la salida de la banda armada se desarrollen actividades no clandestinas en entidades del nacionalismo vasco radical cercanas a la misma. Pero, con todo, son igualmente muy numerosos los otrora militantes de dicha organizaci¨®n terrorista que, a lo largo de m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, la abandonaron tras haber dejado de dar por buenas las justificaciones de la violencia como medio para alcanzar objetivos pol¨ªticos. Entonces es cuando la salida de la banda armada coincide con una efectiva desradicalizaci¨®n de los hasta ese momento integrantes de la misma.
A menudo, la decisi¨®n de dar por concluida la militancia en ETA se ha adoptado mientras los todav¨ªa miembros de la organizaci¨®n terrorista cumpl¨ªan condenas m¨¢s o menos largas en prisi¨®n, tanto en centros penitenciarios espa?oles como franceses, alejados de la vida en clandestinidad. Pero el itinerario que conduce desde el compromiso con la banda armada hasta la opci¨®n de abandonar sus filas puede ocurrir tambi¨¦n fuera de las c¨¢rceles, mientras los etarras se encuentran huidos o establecidos en alg¨²n pa¨ªs extranjero. Incluso cabe que decidan disociarse de la organizaci¨®n terrorista cuando a¨²n son miembros activos de la misma, aunque esta circunstancia no es la m¨¢s frecuente. Si bien suele tratarse de una decisi¨®n individual, a veces la adoptan conjuntamente varios individuos allegados.
Pero, ?qu¨¦ lleva a los etarras a renunciar a la militancia terrorista? ?Cu¨¢les son los motivos que les conducen al abandono de ETA? Un estudio emp¨ªrico que he podido realizar, basado en entrevistas con m¨¢s de 50 antiguos militantes que dejaron de serlo entre inicios de los setenta y finales de los noventa, permite discernir tres tipos. En primer lugar, se encuentran aquellos cuya salida obedeci¨® sobre todo a la percepci¨®n de cambios pol¨ªticos y sociales. En segundo lugar, quienes abandonaron a ra¨ªz de desacuerdos con el funcionamiento interno o con las pr¨¢cticas operativas de la banda armada a la cual pertenec¨ªan. En tercer y ¨²ltimo lugar, entre cuantos fueron terroristas de pasamonta?as y txapela hay individuos cuya renuncia se explica fundamentalmente como resultado de alteraciones sustanciales en sus respectivos ¨®rdenes personales de preferencias.
En general, el abandono basado en la percepci¨®n de transformaciones estructurales implica revertir el marco ideol¨®gico y las motivaciones de racionalidad instrumental presentes en la decisi¨®n de unirse a ETA. La salida que deriva de un malestar con la organizaci¨®n terrorista supone una quiebra de, entre otros, los incentivos selectivos y las motivaciones identitarias que favorecieron en su d¨ªa el reclutamiento. Renunciar por razones personales presupone una disoluci¨®n de las emociones y los est¨ªmulos afectivos que incidieron al ingreso o simplemente un momento diferente del ciclo vital. Estos tres tipos de motivos para dejar atr¨¢s la militancia terrorista pueden combinarse de modo variable seg¨²n individuos concretos, aun cuando en distintos periodos de tiempo predomine uno de ellos sobre los otros dos.
As¨ª, hasta aproximadamente mediados los a?os ochenta del pasado siglo, la opci¨®n individual de abandonar la militancia en ETA estuvo sobre todo relacionada con la percepci¨®n de los procesos de democratizaci¨®n y descentralizaci¨®n territorial que culminaron con la aprobaci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa para el Pa¨ªs Vasco y las primeras elecciones al Parlamento de Vitoria, aunque tambi¨¦n con sucesos como el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Entre quienes por entonces dejaron la organizaci¨®n terrorista, en su mayor¨ªa pero no exclusivamente integrantes de la facci¨®n denominada pol¨ªtico militar, son recurrentes las alusiones a que "hab¨ªan cambiado objetivamente las condiciones", a que "continuar con la lucha armada ser¨ªa contraproducente" o a que se ve¨ªa una "sociedad contraria".
Desde mediada la d¨¦cada de los ochenta, lo habitual entre quienes han puesto fin voluntariamente a su pertenencia a ETA es que, antes de tomar la decisi¨®n del abandono, estuviesen muy descontentos con la banda armada. Unas veces, debido al funcionamiento interno o al liderazgo. En este sentido, los militantes que se han disociado a partir de esos a?os suelen referirse a "los derroteros que estaba cogiendo la organizaci¨®n", a que se preguntaban "?a qui¨¦n tenemos al mando?" e incluso a que empezaban a "tener miedo a la organizaci¨®n". Otras veces, el malestar con ETA obedec¨ªa a un desacuerdo con sus pautas de victimaci¨®n. No son pocos, por ejemplo, los antiguos pistoleros que se cuestionaron el compromiso militante tras "circunstancias como fue lo de Yoyes, el tema Hipercor o el tema Zaragoza".
Empero, siempre hay una peque?a pero sin lugar a dudas significativa proporci¨®n de militantes etarras que deciden abandonar su implicaci¨®n en actividades de terrorismo principalmente como resultado de alteraciones en su orden personal de preferencias. Puede tratarse de que, como indica uno de ellos: "Me estaba cuestionando mi vida"; de que, en palabras de otro, se interrogaba a s¨ª mismo por "cu¨¢ndo podr¨ªa ser una persona normal", o simplemente, seg¨²n dos m¨¢s, de estar "cansada" o de "que ya tienes otra edad". Tambi¨¦n hay quien se plante¨® "no poder seguir as¨ª por la vida, haciendo da?o a la gente que tengo al lado" o quien ha reflexionado sobre su militancia en ETA tras haber sido padre. En alg¨²n caso, la decisi¨®n de dejar la organizaci¨®n terrorista vino precedida de una "conversi¨®n" religiosa.
De cualquier manera, abandonar ETA no ha sido ni es sencillo y los dirigentes de la banda armada obstaculizan la salida o tratan de impedirla si no responde a situaciones toleradas. A menudo, es m¨¢s f¨¢cil decidir abandonar cuando la decisi¨®n se adopta en compa?¨ªa de otros que cuando se toma de modo aislado, cuando se cuenta con el benepl¨¢cito de familiares y amigos que en ausencia de ese respaldo, cuando no se otorga credibilidad a la amenaza de represalias que si son tenidas por veros¨ªmiles. Dados los costes que implica, la disposici¨®n individual a disociarse de la organizaci¨®n terrorista tiende a retraerse si los militantes entienden que hay expectativas de negociaci¨®n pol¨ªtica con el Gobierno y, por el contrario, a verse estimulada mediante posibilidades de reinserci¨®n social. Estas ¨²ltimas deben ser condicionadas, como de hecho lo son, para que operen fomentando la desradicalizaci¨®n y reduciendo el coste del abandono, pero no como un factor que aten¨²e el coste de incorporarse a ETA.
Fernando Reinares es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos. Dirige el Seminario Permanente de Estudios sobre Terrorismo en la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.