Un tipo decente
?Un tipo decente? ?Quedan? Si uno hojea los peri¨®dicos, lo que abunda es todo lo contrario. Prolifera la indecencia. Sobre todo en pol¨ªtica.
Son tantos los casos de impudicia que inundan la vida p¨²blica espa?ola que rebosar¨ªan esta columna. ?Ejemplos?
Javier Arenas llevar¨¢ al Parlamento andaluz las intolerables palabras del l¨ªder de Esquerra Republicana, Joan Puigcerc¨®s, quien afirm¨® que "en Andaluc¨ªa no paga impuestos ni dios". Pero ese mismo Arenas call¨® en su d¨ªa cuando sus compa?eros del PP nos llamaron "indolentes" (Juan Carlos Aparicio), se rieron de nuestro acento (Juan Soler y Monteserrat Nebrera), afirmaron que nuestros ni?os son analfabetos (Ana Mato) o nos compararon con gallinas (Esperanza Aguirre). ?No se le ve el plumero?
Lo mismo que se le ve al presidente del Gobierno Rodr¨ªguez Zapatero. Solo cinco d¨ªas despu¨¦s de anunciar en un pleno del Congreso la congelaci¨®n de la ley de libertad religiosa, "porque no hay consenso pol¨ªtico ni social", proclam¨® en un mitin que las leyes en Espa?a las hace el parlamento y no el Papa.
La lista de indecencias pol¨ªticas se podr¨ªa alargar hasta el hartazgo. Pero antes de hablar de que s¨ª, de que hay tipos decentes en este mundo, recordemos solo tres casos m¨¢s: la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, justifica la pederastia confesa de uno de los opinadores de su Telemadrid en aras de la libertad de expresi¨®n. La candidata del PP a la presidencia de Catalu?a, Alicia S¨¢nchez-Camacho, propone en un videojuego la caza del inmigrante ilegal. A la secretaria general del PP, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, se le olvida declarar a Hacienda que, adem¨¢s de ganar 240.000 euros al a?o, posee un local comercial en la principal calle comercial de Albacete.
Pero pasemos la p¨¢gina de las desverg¨¹enzas.
Hace un par de semanas, vi llorar a centenares de personas de edad madura en el Palacio de los Deportes de Madrid. En el escenario, un tipo gritaba, todo a pulm¨®n, bye, bye. Me voy, adi¨®s. Su despedida la hab¨ªa iniciado en Granada, la ciudad de la que emigr¨® cuando ten¨ªa apenas 17 a?os. Medio siglo despu¨¦s, regresaba con millones de kil¨®metros a sus espaldas y otros tantos de copias vendidas en todo el mundo de los 46 discos que ha grabado hasta ahora.
S¨ª, es Miguel R¨ªos. Un tipo decente.
Hace 42 a?os, le entrevist¨¦ para una revista juvenil, Mundo Joven. Era entonces un joven rockero que se abr¨ªa paso a codazos en la Espa?a gris de la dictadura. Ya mostraba su preocupaci¨®n por lo que ahora llamamos pol¨ªticas sociales. Quer¨ªa que todo el mundo tuviera un trabajo que le permitiera vivir con decencia. Esa fue la palabra que emple¨®: decencia. Resum¨ªa su joven filosof¨ªa en esta frase: "Para m¨ª, es mucho m¨¢s importante el coraz¨®n que el dinero".
He tenido la fortuna de seguir su vida personal y profesional en todos estos a?os. A pesar de sus numerosos ¨¦xitos, ha mantenido la misma filosof¨ªa vital, enriquecida con el paso del tiempo.
En sus canciones, ha vertido algunos trozos de su vida. Los triunfos, los fracasos, las luchas. Lo dif¨ªcil que ha sido mantenerse "con coraje" en un mundo de mentiras. La defensa de su ideolog¨ªa, "buena o mala, pero m¨ªa", como canta en Todo a pulm¨®n.
Miguel ha sido un ejemplo de compromiso. Personal y art¨ªstico. Por eso su gira de despedida ha sido apote¨®sica. Por eso ten¨ªa que hablar hoy, entre tanta indecencia, de un tipo decente. Y humilde. Dec¨ªa hace un par de d¨ªas, al recibir el ¨²ltimo premio que le han concedido, el de la revista Rolling Stone, que se considera "una chinita en el camino del rock".
No, Miguel. No seas modesto. Eres algo, mucho m¨¢s que una chinita. ?Qu¨¦ menos que un canto rodado! Un rolling stone. No el que cantara Dylan, un cualquiera, solitario y sin hogar. Mas bien, un enorme pedrusco, una roca. Como aquella a la que cantaron Simon y Garfunkel.
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