Precaria Irlanda
La estabilidad del euro exige que Dubl¨ªn olvide el celo soberanista y acepte el rescate europeo
El colapso de la banca irlandesa ha disparado el d¨¦ficit del pa¨ªs por encima del 30% del PIB, ha provocado una tormenta financiera que ha arrastrado a Portugal y complicado (a¨²n m¨¢s) la vida financiera de Grecia y ha puesto en jaque la estabilidad de la zona euro. De no mediar una apelaci¨®n r¨¢pida a la facilidad de financiaci¨®n europea, creada en mayo para proteger las deudas soberanas de la eurozona, el riesgo de contagio es elevado. El acuerdo de m¨ªnimos alcanzado por los ministros europeos de Finanzas, por el cual las autoridades europeas (Comisi¨®n y BCE) y el FMI examinar¨¢n en Dubl¨ªn los costes de esa crisis bancaria, se interpreta como un primer paso en el plan de rescate. Una especie de rodeo para vencer las reticencias a la intervenci¨®n que exhibe Dubl¨ªn.
La estabilidad financiera de la eurozona requiere que Irlanda deje a un lado los escr¨²pulos soberanistas y acceda al fondo de rescate. Es verdad que si acepta los recursos de la UE y del FMI tendr¨¢ que asumir las condiciones que ambos impongan; pero peor es seguir sangrando puntos de diferencial en el coste de su deuda y sembrar el desorden econ¨®mico en el pa¨ªs y en el euro. La prioridad del Gobierno de Cowen, cuya estabilidad pol¨ªtica est¨¢ en entredicho, debe centrarse en evitar p¨¦rdidas de bienestar entre sus ciudadanos.
Las instituciones europeas deben facilitar esa financiaci¨®n de Irlanda y el BCE debe hacer lo mismo con un sistema bancario precario. Aunque este ha requerido del BCE financiaci¨®n barata equivalente al 80% de su PIB, no es el momento de cuestionar esas facilidades excepcionales, ni de retirarlas de forma precipitada. La otra lecci¨®n para Europa es la necesidad de mejorar los mecanismos de coordinaci¨®n entre Gobiernos en la gesti¨®n de la crisis. Por ejemplo, la canciller alemana Angela Merkel ha vuelto a olvidarse de la prudencia del gobernante cuando sugiri¨® que los inversores privados de bonos irlandeses tambi¨¦n paguen el coste de la crisis. Hay cosas que se dicen, pero no se hacen; otras, como la quita privada de la deuda irlandesa, que se hacen pero no se dicen.
El estribillo de que "Espa?a no es Irlanda" no explica las dificultades de la econom¨ªa espa?ola ni conjura los peligros de un empeoramiento de las condiciones de su deuda. Cierto, el sistema bancario espa?ol es quiz¨¢ el m¨¢s solvente de Europa y el Gobierno de Zapatero se ha comprometido con un plan de ajuste. Pero la econom¨ªa espa?ola est¨¢ estancada, como demuestra la variaci¨®n intertrimestral cero durante el tercer trimestre difundida ayer por el INE, circunstancia que aumenta las dudas sobre su capacidad de ajuste fiscal. Y mantiene en la indefinici¨®n ¨¢mbitos esenciales de la pol¨ªtica econ¨®mica. La financiaci¨®n auton¨®mica y la reestructuraci¨®n parcial del sistema bancario son las que m¨¢s preocupan a los inversores. Hay que insistir en que el Gobierno y el Partido Popular tienen que negociar ¨¢mbitos de colaboraci¨®n pol¨ªtica (el de la austeridad auton¨®mica es prioritario) para frenar la desconfianza exterior en la econom¨ªa espa?ola.
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