Cumbre de Lisboa: el tiempo corre
Ayer, 19 de noviembre, se inici¨® en Lisboa la cumbre de la OTAN. Sus trabajos servir¨¢n para aprobar un nuevo concepto estrat¨¦gico, profundizar las relaciones entre la Alianza y Rusia y adoptar una estrategia de salida para Afganist¨¢n, un reto dif¨ªcil en un momento en el que el apoyo de las opiniones p¨²blicas flaquea y en el que el Gobierno de Afganist¨¢n no parece poder asumir la transferencia de competencias de forma tan r¨¢pida. Sin duda, ser¨¢ una cumbre importante y con repercusiones para Estados Unidos y la Uni¨®n Europea.
Pero Lisboa tambi¨¦n acoge hoy otra reuni¨®n a la que me gustar¨ªa referirme: la cumbre entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea. Un encuentro al m¨¢s alto nivel y el primero de este tipo tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y con las nuevas estructuras en pie. La reuni¨®n se produce en un contexto en el que el distanciamiento transatl¨¢ntico causado por los diferentes enfoques estrat¨¦gicos para hacer frente a la crisis econ¨®mica se sit¨²a en el epicentro de los debates sobre Occidente. Las complejas situaciones dom¨¦sticas que los dos lados del Atl¨¢ntico est¨¢n atravesando tampoco son de ayuda. En EE UU, los dem¨®cratas han perdido parte del control del Congreso y han reducido su mayor¨ªa en el Senado. Por su parte, la UE se encuentra en plena construcci¨®n de un sistema de gobernanza econ¨®mica y esforz¨¢ndose por salvaguardar la estabilidad y prosperidad del euro. En cambio, la UE y EE UU comparten un hecho: la crisis nos est¨¢ impactando de manera m¨¢s aguda que a los pa¨ªses emergentes. Si se quiere avanzar en firme y salir de la crisis, es necesario superar este estadio de las relaciones y actuar de forma coordinada y conjunta. Y esta cumbre debe ser el lugar para ello.
EE UU apuesta por el est¨ªmulo para salir de la crisis; la UE, con Alemania al frente, por la disciplina fiscal
Los asentamientos amenazan el fr¨¢gil proceso de negociaci¨®n entre israel¨ªes y palestinos
Las discrepancias estrat¨¦gicas surgen en torno a la pol¨ªtica econ¨®mica que se est¨¢ siguiendo para salir de la crisis: EE UU apuesta por el est¨ªmulo, mientras que la UE, liderada por Alemania, se centra en la disciplina fiscal. Estos enfoques diferentes tienen que ver tanto con las diferentes culturas econ¨®micas que existen a ambas orillas del Atl¨¢ntico como con la naturaleza muy distinta del euro y del d¨®lar. EE UU hist¨®ricamente ha hecho pol¨ªticas expansivas y, al ser el d¨®lar la moneda refugio mundial, no sufre presiones de los tenedores de su deuda. En cambio, Alemania tiene una tradici¨®n de pol¨ªticas austeras y el euro, como estamos viendo en los casos de Grecia e Irlanda, est¨¢ sometido a las presiones derivadas de las desconfianzas de los inversores, que premian pol¨ªticas restrictivas.
Las recientes medidas de est¨ªmulo monetario de la Reserva Federal, el QE2, por el que se han inyectado 600.000 millones ded¨®lares en la econom¨ªa estadounidense, tambi¨¦n han sido motivo de discordia.
EE UU declara que su pol¨ªtica expansiva contribuye no solo al crecimiento americano, sino que tambi¨¦n reactiva la econom¨ªa mundial. Por su parte, la UE entiende que adem¨¢s del est¨ªmulo se buscaba devaluar el d¨®lar respecto al euro, y as¨ª incrementar las exportaciones americanas y reducir las importaciones a EE UU y de este modo mejorar la balanza comercial americana.
La gesti¨®n de las balanzas comerciales es otro de los ¨¢mbitos de confrontaci¨®n. Mientras que la UE asume la posici¨®n alemana de responsabilizar de sus males ¨²nicamente a los pa¨ªses con d¨¦ficits comerciales, EE UU, en cambio, propone limitar tanto los super¨¢vits como los d¨¦ficits en las balanzas comerciales.
Todas estas divergencias en torno a la pol¨ªtica econ¨®mica, al tratamiento de los desequilibrios en las balanzas comerciales y a los tipos de cambio pueden conducir a un proteccionismo m¨¢s o menos enmascarado; desenlace que tenemos que evitar a toda costa.
Con un intercambio comercial de 365.000 millones de euros en 2009, EE UU y la UE deben salvaguardar esta relaci¨®n comercial por el bien de ambos. Para ello, ser¨¢n necesarias dosis elevadas de coordinaci¨®n de las diversas pol¨ªticas gubernamentales y un firme compromiso internacional en defensa del inter¨¦s com¨²n. Tanto EE UU, el principal socio comercial de la UE (representa el 15% de su comercio exterior), como la UE, el principal socio de EE UU (19%), deber¨¢n comprometerse en realizar serios esfuerzos para evitar que la econom¨ªa mundial desemboque en un peligroso escenario de enfrentamiento econ¨®mico y comercial creciente y para salir de una crisis que est¨¢ hoy, en bastante mayor medida, m¨¢s presente en los pa¨ªses desarrollados.
Una convergencia de posiciones entre EE UU y la UE facilitar¨¢, de paso, la coordinaci¨®n en el G-20.
En el ¨¢mbito de las relaciones pol¨ªticas tambi¨¦n hay asuntos candentes que precisan de un enfoque estrat¨¦gico conjunto. Oriente Pr¨®ximo es, sin duda, uno de ellos. Las actitudes del primer ministro Netanyahu en relaci¨®n con los asentamientos, en particular en el este de la ciudad de Jerusal¨¦n, amenazan con la ruptura del fr¨¢gil proceso de negociaci¨®n directa entre las partes. EE UU y la UE deben seguir esforz¨¢ndose por encontrar una soluci¨®n negociada del conflicto, a trav¨¦s de los cauces bilaterales y en tanto que miembros integrantes del Cuarteto para Oriente Pr¨®ximo (junto con Rusia y Naciones Unidas). Durante este a?o se ha perdido un tiempo precioso que debe recuperarse lo antes posible. EE UU y la UE no deber¨ªan permitir que este deterioro aumente.
En el entorno del proceso de paz tambi¨¦n estamos viendo asuntos preocupantes, tales como L¨ªbano, Sud¨¢n e Ir¨¢n, que debieran estar en la agenda de la cumbre. L¨ªbano est¨¢ siendo protagonista de una tensi¨®n que va en aumento a medida que se aproxima la sentencia del Tribunal Internacional sobre el asesinato de Rafiq Hariri. En Sud¨¢n, el 9 de enero se celebrar¨¢ un refer¨¦ndum sobre la autodeterminaci¨®n del sur de Sud¨¢n que puede llevar a la ruptura de un pa¨ªs fundamental para la regi¨®n, y en especial para Egipto. En relaci¨®n a Ir¨¢n, hay que se?alar un positivo bagaje de estrecha coordinaci¨®n. Pero si las negociaciones vuelven a retomarse, es necesario que EE UU y la UE replanteen su cooperaci¨®n.
La coordinaci¨®n de EE UU y la UE en la lucha contra el cambio clim¨¢tico constituye otro reto igual de importante para esta cumbre. En Canc¨²n hay que volver a recuperar un impulso en¨¦rgico despu¨¦s de la cumbre de Copenhague. Hemos entrado ya en una era donde el multilateralismo es una opci¨®n irreversible. Para resolver unos problemas que son de ¨ªndole global, debemos defender un multilateralismo eficaz y nos corresponde a nosotros dar ejemplo. De lo contrario, veremos unos pa¨ªses desarrollados que perpet¨²an las malas pr¨¢cticas y unos pa¨ªses en desarrollo que reproducir¨¢n la misma din¨¢mica, ya sea por inercia o por ausencia de alternativas.
El presidente Obama ha aterrizado en suelo europeo despu¨¦s de una intensa gira asi¨¢tica con escalas en India, Indonesia, Corea del Sur y Jap¨®n. Si estas visitas ten¨ªan como objetivo tejer nuevas alianzas y expandir sus mercados, la cumbre entre EE UU y la UE debe tener como objetivo reforzar una alianza tradicional y estrat¨¦gica. Es necesario ponernos las pilas todos y aprovechar el momento. Los problemas que nos apremian son complejos y nos afectan a ambos. Y mientras nos decidimos a colaborar, el tiempo corre.
Javier Solana es presidente de ESADE Center for Global Economy and Geopolitics.
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