En defensa de los cristianos
Mientras el antisemitismo es considerado un delito y los prejuicios anti¨¢rabes o antigitanos son estigmatizados, la violenta fobia anticristiana que recorre el mundo no parece tener ninguna respuesta
Recientemente, durante una entrevista para la agencia EFE, declar¨¦ que los cristianos forman hoy, a escala planetaria, la comunidad m¨¢s violenta e impunemente perseguida.
El comentario sorprendi¨®.
Incluso provoc¨® cierto revuelo aqu¨ª y all¨¢.
Y sin embargo...
F¨ªjense en esos paquistan¨ªes que, como Asia Bibi, son condenados a la horca en virtud de una ley antiblasfemia que nadie piensa seriamente en abolir.
F¨ªjense en los ¨²ltimos cat¨®licos de Ir¨¢n, que, pese a las negativas del r¨¦gimen y a la acogida de la que ha sido objeto estos ¨²ltimos d¨ªas el cardenal Jean-Louis Tauran, en Teher¨¢n y Qom, en la pr¨¢ctica, tienen prohibido practicar su culto.
Gaza, por supuesto; y, por desgracia, tambi¨¦n la Palestina de Mahmud Abbas, donde esta misma semana han encarcelado a un joven internauta, Waleed al-Husseini, hijo de un peluquero de Kalkilyia cuyo ¨²nico crimen fue el de haberse permitido criticar el islam en su blog y evocar el cristianismo sin desacreditarlo.
La Junta de Eritrea ha prometido una "purga" entre los evang¨¦licos y asegura que se librar¨¢ de ellos antes de Navidad
En Cuba, en Corea del Norte, o en China, los fieles son humillados o recluidos en campos de concentraci¨®n
Y Sud¨¢n. A¨²n oigo c¨®mo John Garang me explicaba, cinco a?os antes de su muerte, en Juba, la interminable guerra de exterminio que libran los islamistas del Norte contra los cristianos del Sur. Hace algunos d¨ªas, monse?or Gabriel Zubeir Wako, cardenal arzobispo de Jartum, estuvo a punto de ser asesinado durante una misa al aire libre que presid¨ªa en esa ciudad.
Esos cristianos evang¨¦licos de Eritrea, pobres entre los pobres, pero a quienes la Junta ha acusado de preparar un golpe de Estado para, a continuaci¨®n, prometer una "purga" y que el pa¨ªs se ver¨¢ libre de ellos antes de Navidad.
Esos sacerdotes cat¨®licos que, como le sucediera este 8 de noviembre al padre Christian Bakulene, cura de la parroquia cat¨®lica de Kanyabayonga, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, son abatidos a la puerta de sus iglesias por unos hombres de uniforme a los que el mismo fantasma conspiratorio volvi¨® locos.
La fobia anticristiana orquestada en Delhi por los fundamentalistas hind¨²es del VHP. Y en todos los reg¨ªmenes totalitarios que a¨²n se mantienen en pie: en Cuba, en Corea del Norte, en China, los fieles humillados, recluidos o internados en campos de concentraci¨®n.
La suerte de los cristianos de Argelia, que la hermosa pel¨ªcula de Xavier Beauvois ha sabido devolver a la actualidad.
La de los coptos en un Egipto en el que, se diga lo que se diga, el islam sigue siendo una religi¨®n de Estado.
Por no hablar del atentado perpetrado el 31 de octubre en Bagdad por un comando de Al Qaeda que tom¨® al asalto la catedral de Nuestra Se?ora del Socorro -Sayida An Nay¨¢- y mat¨® a 44 fieles, la mayor¨ªa mujeres y ni?os.
S¨¦ bien que, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses que menciono, la suerte de los jud¨ªos se decidi¨® hace mucho tiempo y que si los matan menos es porque ya no quedan.
Y, evidentemente, no hay que contar conmigo para bajar ni por un segundo la guardia ante cualquier manifestaci¨®n de un antisemitismo que, pese a todo, siempre encuentra la manera de volver a levantar cabeza, de metamorfosearse alegremente y de cobrar la forma, principalmente, de un antisemitismo sin jud¨ªos, pero que reconoce en Israel al mism¨ªsimo diablo. Y tampoco ser¨¦ yo quien encuentre circunstancias atenuantes (crisis, paro, b¨²squeda cl¨¢sica de chivos expiatorios...) para el recrudecimiento de los brotes racistas que en las democracias europeas, e incluso en Estados Unidos, tienen como blanco aqu¨ª a las minor¨ªas de origen ¨¢rabe, all¨¢ a los turcos y acull¨¢ a los gitanos.
Pero digo simplemente que, gracias al cielo, en nuestro entorno, el antisemitismo ha terminado siendo un crimen designado como tal, debidamente clasificado y castigado.
Digo que, afortunadamente, los prejuicios anti¨¢rabes, o antigitanos, son estigmatizados por organizaciones como SOS Racismo, que tengo el orgullo de haber contribuido a fundar hace 25 a?os, junto con Coluche, Simone Signoret y otros.
Y afirmo, en cambio, que, frente a estas persecuciones masivas de cristianos, frente al esc¨¢ndalo, por ejemplo, en Argelia, de las mujeres cabile?as y cristianas casadas por la fuerza o encarceladas, frente a la eliminaci¨®n lenta, pero segura, de los ¨²ltimos vestigios -Benedicto XVI ha dicho, tomando prestada la palabra de la Biblia jud¨ªa, "los ¨²ltimos restos"- de esas iglesias cristianas de Oriente que tanto aportaron a la riqueza espiritual de la humanidad, ya no hay nadie.
As¨ª que una cosa o la otra.
O nos adherimos a la doctrina criminal y loca de la competici¨®n de v¨ªctimas (cada uno, sus muertos; cada uno, su memoria, y entre unos y otras, la guerra de los muertos y las memorias) y solo nos preocupamos de las "nuestras".
O nos negamos a creer en ella (sabemos que en un coraz¨®n hay bastante espacio para varias compasiones, varios duelos, solidaridades diversas y no menos fraternas) y denunciamos con la misma energ¨ªa, iba a decir la misma fe, ese odio planetario, esa oleada de fondo asesino, del que los cristianos son v¨ªctimas; unos cristianos cuyo antiguo estatus de representantes de la religi¨®n dominante o, en todo caso, m¨¢s poderosa impide, tambi¨¦n, que nos percatemos de su persecuci¨®n.
?Permiso para matar cuando se trata de los fieles del Papa alem¨¢n? ?Permiso, en nombre de otra guerra de civilizaciones no menos odiosa que la primera para oprimir, humillar, torturar? Pues no. Hoy, hay que defender a los cristianos.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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