Todo son pulgas
A perro flaco, todo son pulgas: el efecto Rubalcaba le ha durado al Gobierno socialista un par de telediarios. Se anunciaba un Ejecutivo coordinado, contundente y comunicador, y la crisis del S¨¢hara Occidental nos lo ha mostrado deshilachado, d¨¦bil y af¨¢sico. Que si el tema lo lleva Trinidad Jim¨¦nez, que si se encarga Moratinos, que si, al final, se ocupa Rubalcaba. Un Ejecutivo que, por lo dem¨¢s, sigue alej¨¢ndose de su ¨²nico electorado posible, el progresista, al que s¨®lo ofrece el aceite de ricino del pragmatismo y la realpolitik. Cuando Zapatero en persona interviene en el tema del S¨¢hara es para invocar la raz¨®n de Estado y confirmar que el pol¨ªtico que tuvo la lucidez y la valent¨ªa de retirar las tropas de Irak est¨¢ hoy rendido ante la realidad de que en el mundo mandan los que mandan.
Sus errores en la crisis del S¨¢hara confirman que el Gobierno se ha rendido ante la realidad de que mandan los que mandan
Lo curioso es que el Gobierno puede tener raz¨®n en el fondo: sostener una buena relaci¨®n con Marruecos es una prioridad estrat¨¦gica nacional. En los a?os ochenta, cuando Hassan II apretaba con lo de Ceuta y Melilla, la diplomacia de Felipe Gonz¨¢lez invent¨® la teor¨ªa del "colch¨®n de intereses": cuantos m¨¢s tengan en com¨²n Espa?a y Marruecos, menos ser¨¢n las crisis y m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ amortiguarlas. Aznar se apart¨® de esa visi¨®n y a punto estuvo de liarla, as¨ª que Zapatero hizo muy bien en resucitarla a partir de 2004.
Se ha escuchado estos d¨ªas lo siguiente: ?con qu¨¦ nos tiene agarrados Marruecos? Pues con contenciosos m¨¢s o menos congelados, s¨ª, pero tambi¨¦n con lo mismo con lo que nos tienen "agarrados" Francia, Alemania o Estados Unidos: con intereses compartidos. Si Francia deja de luchar contra ETA, Alemania nos hace una faena econ¨®mica o Estados Unidos nos decreta un bloqueo tecnol¨®gico, lo llevamos crudo. La vida de las naciones es como la de las personas, se crean lazos de dependencia con parientes, vecinos, amigos y socios, y eso no es malo. Lo malo es callarse un comentario cr¨ªtico ante actuaciones suyas discutibles. De hecho, ese fue el argumento de Zapatero al oponerse a la invasi¨®n de Irak por el Estados Unidos de Bush o a los bombardeos de Israel en Gaza: un buen amigo, dec¨ªa entonces el presidente, es el que siempre te dice lo que piensa, incluso cuando piensa que est¨¢s equivocado.
Pero en esta ocasi¨®n, no se le ha aplicado a Marruecos este sano principio, y ah¨ª est¨¢ el problema del Gobierno. La raz¨®n de Estado existe, por supuesto, pero no puede ser invocada como excusa para el silencio ante violaciones de los derechos humanos y obst¨¢culos a la libertad de prensa. A¨²n m¨¢s, es cierto que Espa?a tiene un inter¨¦s vital en la estabilidad de Marruecos, pero ¨¦sta nunca podr¨¢ asegurarse si el vecino del Sur no progresa en materia de democracia, igualdad de los g¨¦neros, resoluci¨®n del contencioso del S¨¢hara y desarrollo econ¨®mico con cohesi¨®n social y territorial. Mohamed VI comenz¨® su reinado con encomiables signos de apertura, pero ese impulso se agot¨® pronto. Y el estancamiento es caldo de cultivo para el islamismo.
Respecto al S¨¢hara, la posici¨®n del Gobierno tambi¨¦n puede ser correcta en el fondo, aunque provoque rechazo en una opini¨®n p¨²blica emocionalmente identificada con el Polisario y secularmente anti-marroqu¨ª. Me explico: Espa?a no es la potencia administradora del S¨¢hara; su influencia sobre las partes -Marruecos, Argelia y el Polisario- es limitada, y esas partes no se apean de sus posiciones maximalistas, no se avienen a explorar f¨®rmulas de compromiso que permitan la celebraci¨®n sin vencedores ni vencidos del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n que exige la legalidad internacional.
?Condena esto a la impotencia? No necesariamente. Para empezar, es pasmoso que Zapatero y los suyos se hayan visto sorprendidos por esta crisis cuando hace apenas un a?o tuvieron que lidiar con el caso Aminetu. Y una vez producida, ?por qu¨¦ no reclamaron desde el primer d¨ªa, con voz ¨²nica, alta y clara, tanto una investigaci¨®n internacional sobre el asalto al campamento de El Aai¨²n como el fin del bloqueo informativo? Zapatero es incapaz de decirle al vecino y amigo marroqu¨ª que ha actuado con brutalidad y torpeza negativas para su propia causa. Esto dice mucho sobre el crepuscular esp¨ªritu de resignaci¨®n que le embarga. -
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