Alumnos preferidos
No tienen suerte los fil¨®sofos de los mercados y los economistas dominantes cuando eligen los pa¨ªses de sus preferencias. En los noventa uno de los escogidos fue M¨¦xico; hasta hace poco lo era Irlanda. Ambos han tenido que purgar por sus pecados.
El tequilazo de 1994 fue una crisis imprevista. Entonces M¨¦xico era el paradigma de pa¨ªs emergente que abre su econom¨ªa a la de todo el mundo (un a?o antes hab¨ªa firmado el Tratado de Libre Comercio con EE UU y Canad¨¢). A finales de 1994 el peso comenz¨® a devaluarse, se hundi¨® la Bolsa, se desplom¨® el valor de las acciones de las empresas mexicanas en la Bolsa de Nueva York, etc¨¦tera. El entonces director del FMI, Michel Camdessus, describi¨® la situaci¨®n como "la primera crisis de un mundo nuevo con mercados financieros globalizados" y al efecto tequila (la repercusi¨®n de las dificultades mexicanas en cualquier zona del mundo) como "la primera crisis econ¨®mica del siglo XXI". Como consecuencia de estos problemas, M¨¦xico anduvo renqueante durante una generaci¨®n.
M¨¦xico, en la primera mitad de los noventa, e Irlanda, hasta ahora, han sido los ejemplos de las escuelas de negocio
Ahora le ha sucedido a Irlanda. Su modelo se ha derrumbado con celeridad. Algunas de las caracter¨ªsticas del mismo eran puestas de ejemplo en las escuelas de negocio: impuestos m¨¢s bajos que los de los pa¨ªses de su entorno, desregulaci¨®n del sistema financiero y apertura casi absoluta a la inversi¨®n extranjera. Y adem¨¢s, expansi¨®n menos que prudente de la construcci¨®n en el peso de su PIB, m¨¢s all¨¢ de las extraordinarias ayudas recibidas de la UE en forma de fondos de cohesi¨®n.
Una de las preguntas que m¨¢s se repiten en estos tiempos de crisis es por qu¨¦ los economistas, en general, se han equivocado tanto: no solo en el diagn¨®stico de lo que iba a suceder (hay quien defiende que el economista no debe tanto hacer diagn¨®sticos previos como solucionar los problemas), sino en la naturaleza, profundidad y duraci¨®n de la Gran Recesi¨®n. Un librito reci¨¦n publicado (Proceso a los economistas, Alianza Editorial), del periodista italiano especializado en informaci¨®n econ¨®mica Roberto Petrini, establece seis cargos que resumen las cr¨ªticas que estos profesionales est¨¢n recibiendo: los economistas yerran continuamente en sus previsiones; han perdido el contacto con la realidad, sobre todo por la enorme dosis de matem¨¢ticas que integran; han cre¨ªdo demasiado en el dios mercado; tienen demasiado poder, lo que subraya una dictadura frente al resto de los cient¨ªficos sociales (soci¨®logos, fil¨®sofos, historiadores...); son incapaces de comunicar (?acaso saben los economistas hablar a la gente?); y han dejado de so?ar: ?d¨®nde est¨¢n los grandes economistas del pasado capaces de colocar la utop¨ªa en el trasfondo de sus propios an¨¢lisis?
El libro concluye con una lamentaci¨®n: es una l¨¢stima que a los economistas no se les pueda obligar a reconocer sus errores y a reconsiderar sus puntos de vista cuando se han equivocado. Pero esta es una limitaci¨®n que no solo corresponde a los estudiosos de la econom¨ªa.
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