Incomodidad de Catalu?a
Catalu?a se siente inc¨®moda consigo misma y con el resto de Espa?a. La incomodidad consigo misma se expresa, por un lado, en el hecho de que el 73% indique que son muchos los que no se sienten representados por ninguno de los partidos en liza a pesar de que, tras las elecciones, puedan pasar a ser siete los que obtengan representaci¨®n en el Parlamento catal¨¢n. Es s¨ªntoma probable de una sociedad que se busca y no acaba de encontrar un espejo que con claridad la refleje. Por otro lado, esta creciente fragmentaci¨®n del voto va de la mano de una participaci¨®n electoral bajo m¨ªnimos: solo uno de cada dos catalanes con derecho al sufragio parece a d¨ªa de hoy dispuesto a ejercerlo el pr¨®ximo d¨ªa 28. As¨ª, mientras media ciudadan¨ªa tiende a dar la espalda a unas elecciones que merecer¨ªan m¨¢s atenci¨®n, la otra mitad se apresta a dispersar su apoyo, como m¨ªnimo, entre siete formaciones distintas.
El amplio desentendimiento respecto de esta convocatoria electoral guarda sin duda relaci¨®n con el hecho de que ocho de cada diez catalanes (el 77%) consideran que sus pol¨ªticos "dedican demasiada atenci¨®n a temas identitarios, descuidando otras cuestiones que son m¨¢s importantes". Ahora bien, este hartazgo ciudadano ante un uso abusivo de la cuesti¨®n identitaria, tantas veces rebajada por el mercadeo de unos y otros a mera calderilla politiquera, no debe ser interpretado como desapego respecto de las propias se?as de identidad. Nada m¨¢s lejos de la verdad. De hecho, la incomodidad de la ciudadan¨ªa catalana con el resto de Espa?a tiene su origen precisamente en la sensaci¨®n de no ver adecuadamente reconocidas y apreciadas sus claras y profundas se?as diferenciales. Y ello explica que, como refleja el sondeo, un porcentaje llamativo de ciudadanos catalanes considere la posibilidad de votar, si llegara el caso, por la independencia, pese a seguir sinti¨¦ndose -en menor o mayor grado, ciertamente- espa?oles.
Cuando en 1931 Ortega y Gasset defini¨® la llamada "cuesti¨®n catalana" como un tema de mutua conllevancia no pudo imaginar que 80 a?os despu¨¦s la frase pudiera aplicarse, espec¨ªficamente, y si nos atenemos a los datos, a la propia sociedad catalana, forzada por lo que parece a conllevar, por un lado, a una clase pol¨ªtica local con cuyas lecturas de la realidad no se identifica y, por otro, a una sociedad espa?ola a la que percibe todav¨ªa reticente a la hora de reconocer, con naturalidad y de buen grado, sus rasgos de identidad propios y diferenciados.
Jos¨¦ Juan Toharia es presidente de Metroscopia y director acad¨¦mico de la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n.
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