Las ocho mil Espa?as
Dedicado a Luis Garc¨ªa Berlanga, autor de la serie Villarriba y Villabajo
Un reportaje de este peri¨®dico sobre la fragmentaci¨®n municipal ha puesto de manifiesto que los integristas unitarios que repudian las se?as de identidad de determinadas nacionalidades, fundamentalmente las de Catalu?a y Euskadi, defienden numantinamente los v¨ªnculos emocionales con su pueblo natal neg¨¢ndose a reconsiderar la disparatada divisi¨®n de Espa?a en 8.114 municipios.
Los expertos en Derecho Administrativo se?alan que nos enfrentamos a una realidad absolutamente irracional, ineficaz y costosa. No alcanzo a comprender c¨®mo se puede hacer ostentaci¨®n del rechazo a los signos identitarios de las nacionalidades y, al mismo tiempo, considerar intocables sus fragmentados territorios municipales. La consecuencia l¨®gica es que el bienestar est¨¢ insatisfactoriamente cubierto por entidades municipales atomizadas y con arcas paup¨¦rrimas, que frustran la gesti¨®n racional del territorio y el bien vivir de sus habitantes.
Despotrican de los nacionalismos y defienden la autonom¨ªa de cada peque?a aldea
Cuando se plantea la necesidad, m¨¢s acuciante en tiempos de crisis, de agrupar municipios para mejorar sus prestaciones, no entiendo a los dirigentes pol¨ªticos que declaran p¨²blicamente que plantear la supresi¨®n de municipios "es ofender a los ciudadanos y crear problemas". Admito que la tarea es problem¨¢tica, pero de ninguna manera puede constituir una ofensa para los ciudadanos afectados. Otros pol¨ªticos despachan la cuesti¨®n acudiendo a met¨¢foras inmovilistas demasiado manidas: ser¨ªa abrir un mel¨®n de consecuencias imprevisibles.
En una sociedad democr¨¢tica los pol¨ªticos deben afrontar los problemas en lugar de eludirlos y dilatarlos eternamente.
En el reportaje al que me refer¨ªa al principio, un profesor de Derecho Administrativo manifestaba: "Evidentemente, sobran municipios. Es imposible que municipios con 80 personas o menos puedan prestar servicios de calidad". No obstante, reconocemos que se necesita una fuerte voluntad pol¨ªtica y que es posible que resulten afectados sentimientos y nostalgias.
En el trabajo period¨ªstico se citaba un caso que podr¨ªa figurar en el imaginario de una Espa?a berlanguiana. La alcaldesa de un peque?o pueblo estaba orgullosa de haberse independizado de otro, no mucho m¨¢s extenso, porque este empleaba los impuestos en su territorio. Conseguida la secesi¨®n, presum¨ªa de tener su propio pabell¨®n deportivo y su biblioteca municipal. ?Era imposible compartir ambas instalaciones? No me parece una buena pol¨ªtica colocar un pabell¨®n deportivo al lado de cada encina.
Los peque?os Ayuntamientos manejan competencias y prestaciones que deben plantearse desde una perspectiva supramunicipal, como la planificaci¨®n urban¨ªstica. Por encima de la autonom¨ªa municipal est¨¢ la ordenaci¨®n del territorio. Se trata de un inter¨¦s general que potencia el Derecho Administrativo y protege el Derecho Penal. La Ley de Bases de R¨¦gimen Local confiere al Estado la potestad de "establecer medidas que tiendan a fomentar la fusi¨®n de municipios con el fin de mejorar la capacidad de gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos locales".
En el s¨²mmum del surrealismo, el alcalde de San Sebasti¨¢n de los Reyes ha llegado a afirmar que Alcobendas tiene una cultura diferente, por lo que carece de sentido hablar de unificaci¨®n. Interesante trabajo para un soci¨®logo: encontrar los rasgos diferenciales entre los habitantes de estas dos localidades.
Las consecuencias colaterales de esta fragmentaci¨®n no pueden ser ignoradas. Los ciudadanos espa?oles deben saber que en el Registro de Partidos Pol¨ªticos del Ministerio del Interior est¨¢n inscritos m¨¢s de 1.000 formaciones a la espera de las elecciones municipales. Solo pretenden obtener un puesto para negociar su voto con el partido que lo necesite, a cambio de la Concejal¨ªa de Urbanismo. Las bases de la corrupci¨®n urban¨ªstica est¨¢n servidas.
La autonom¨ªa municipal en materia urban¨ªstica es nefasta y destructiva. Atenta contra el desarrollo sostenible y olvida que lo prioritario es la ordenaci¨®n racional del territorio. Desde la perspectiva medioambiental resulta insostenible. Si se han creado mancomunidades para gestionar las basuras y residuos, ?por qu¨¦ no unificar y concentrar toda la actividad municipal de forma m¨¢s eficiente y rentable?
La fragmentaci¨®n municipal genera una innecesaria proliferaci¨®n de cargos t¨¦cnicos y de personal administrativo. Apelar a los sentimientos identitarios y esgrimir que afrontar la irracionalidad crear¨ªa problemas, es tanto como renunciar a la pol¨ªtica democr¨¢tica. La Constituci¨®n exige a los poderes p¨²blicos la promoci¨®n de las condiciones favorables para el progreso social y econ¨®mico que incluye nada menos que la salud y la educaci¨®n.
Hace ya unos a?os, un divertido anuncio publicitario enfrentaba a dos municipios, Villarriba y Villabajo, con motivo de sus fiestas patronales. Cada uno cocinaba el arroz por separado. A la hora de lavar la paella, los de Arriba, al parecer m¨¢s avispados, utilizaban un m¨¢gico detergente que, en unos minutos, les permit¨ªa comenzar el baile antes que los de Abajo, que manejaban utensilios m¨¢s ineficaces. ?No hubiera sido m¨¢s sensato compartir la paella y que se encargase de comprar el detergente un solo municipio, por ejemplo Villaenmedio?
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn es magistrado em¨¦rito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisi¨®n de Juristas de Ginebra.
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