Do?a Manolita nubla a sus vecinos
Los comercios de Gran V¨ªa se quejan de las colas que genera la administraci¨®n
Las colas sacan lo peor del g¨¦nero humano. "Que se ha colado, se?ora", afeaba ayer en p¨²blico un tipo robusto. "Calla, lenguaraz", respond¨ªa la mujer, y se met¨ªa a trompicones por la puerta de Do?a Manolita, la administraci¨®n de loter¨ªa de la Gran V¨ªa. La monumental fila que se genera para comprar loter¨ªa de Navidad es una bendici¨®n para este negocio, que ech¨® a andar en 1931, pero resulta un engorro para los comercios de al lado, que ven con impotencia c¨®mo caen sus ventas durante estas fechas.
La Polic¨ªa Municipal ha tenido que intervenir en ocasiones ante los altercados que se han producido en la fila, que durante este mes y el siguiente da la vuelta a la manzana. Miguel ?ngel Bravo, gerente de dos zapater¨ªas situadas al lado de Do?a Manolita, escribi¨® al Ayuntamiento de Madrid hace tiempo para buscar una soluci¨®n. Las entradas a sus tiendas permanecen estos d¨ªas llenas de gente que no va a comprar nada. El Consistorio le contest¨® que la v¨ªa p¨²blica es libre, no se le puede decir a nadie que no permanezca parado en la calle o que componga la fila de un modo distinto. "Nos resignamos estos dos meses, caen las ventas, lo asumimos", explica Bravo. Para combatirlo, regala cinco euros de loter¨ªa por cada par de zapatos que el cliente compre.
Una lencer¨ªa tiene un vigilante para evitar que se bloquee el acceso
La administraci¨®n no quiere perjudicar a sus vecinos. Tiene un cartel que pide a la gente que los d¨ªas pares forme la cola a un lado de la Gran V¨ªa y los impares a otro. Pero el propietario de una lencer¨ªa que acaba de abrir ha decidido actuar. Ha colocado una alfombra roja en la entrada, dos maceteros y una especie de guardia de seguridad que controla que la cola no bloquee el acceso. "Alguna gente se molesta si le dices algo, pero tienen que saber que si se quedan quietos ah¨ª nos hacen una faena", explica una vendedora de la tienda, que reconoce que nota el baj¨®n de ventas. Lo mismo que un gran comercio de ropa de la esquina. "Entra mucha gente pero notamos descenso cuando la cola se instala aqu¨ª. Intentamos que se alejen de la entrada para que los clientes no se lo piensen dos veces a la hora de entrar", cuenta el encargado. Nadie da cifras concretas del descenso de ventas.
Si se quiere hablar con la encargada de Do?a Manolita es mejor llamar por tel¨¦fono al n¨²mero que aparece en la gu¨ªa. "?Ad¨®nde te crees que vas? Hay que hacer la cola", inquieren cuando cualquiera se acerca a la ventanilla. Es un momento tenso: los clientes sacan grandes fajos de billetes que pronto cambiar¨¢n por d¨¦cimos. "Ha tenido que venir la polic¨ªa varias veces para ayudarnos a cerrar. No nos dejaba la gente de la cola por m¨¢s que avisamos de que a las ocho y media ya no se pueden poner a esperar", dice al otro lado del tel¨¦fono Concha Corona. A ella misma le vocean muchos d¨ªas al entrar a trabajar, creyendo los compradores que se est¨¢ colando.
Las colas m¨¢s fuertes, que comienzan a principios de noviembre, se generan durante el puente de la Inmaculada, en diciembre. La afluencia no baja hasta d¨ªas despu¨¦s del sorteo, cuando la mayor¨ªa de gente ha cobrado los premios. Por pol¨ªtica de empresa, la gerente no da cifras de las ventas, pero con a?adir que un vigilante de seguridad pasa la noche vigilando la administraci¨®n uno se hace una idea. "Nosotros no podemos hacer otra cosa, pero si tienen alguna idea la estudiaremos", responde cuando se le habla de las quejas de los otros comerciantes. Le ve tambi¨¦n el lado positivo: "Esta parte de la Gran V¨ªa es m¨¢s transitada por nuestra culpa, eso lo pueden aprovechar ellos. Hacen cola frente a su escaparate y seguro que pueden picar algo en su tienda". En este caso, el ¨¦xito molesta al vecino. Un problema universal.
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