Hasta dentro de unos a?os

El mundo ya no es lo que era. Lo que antes fue circo banal, puro divertimento casi infantil, hoy podr¨ªa ser tomado como una provocaci¨®n. En un mundo de lenguaje capado, suerte tuvo Alice Cooper de que ning¨²n meticuloso observador social pasase por el Sant Jordi Club, donde hubiese presenciado turulato una decapitaci¨®n, varios ensartamientos, un ahorcamiento, maltratos varios a mujeres y desprecio por lo diferente. Lindezas al servicio de un espect¨¢culo puerilmente macabro que el bueno de Cooper lleva paseando por el mundo antes de la extensi¨®n global de la moral protestante. Cosas veredes...

A Alice Cooper se le puede encarar de dos maneras. Por una parte, como a un trasnochado representante del rock duro con tem¨¢ticas que se regodean en la muerte y la brutalidad. Por otra, como un esforzado trabajador que bromea banalmente con temas que solo alguien muy pacato tomar¨ªa como provocaci¨®n. Su sonido, casi m¨¢s pret¨¦rito que cl¨¢sico, se sustancia en las mismas composiciones desde hace d¨¦cadas, y su banda cumplimenta la labor sin aspavientos.

Y a falta de muchos hits, abre y cierra actuaci¨®n con School out, y siempre parece un artista conocedor de sus l¨ªmites y honesto con su p¨²blico. Tambi¨¦n se sabe moderar, as¨ª que esperemos que no vuelva con este show, igual a los antes vistos, hasta dentro de...