Shakira, un cuerpo de baile
La cantante sacude el Sant Jordi con una actuaci¨®n f¨ªsica y sensual
El esperado concierto de Shakira comenz¨® con todo el mundo ya dentro, a las 21.56. En ese instante se apagaron las luces, atron¨® el Sant Jordi y la diva apareci¨® ataviada como Caperucita fucsia por un pasillo abierto entre la multitud. Caminaba a paso procesional sevillano, como una Virgen algo d¨ªscola que cantaba Pienso en ti dej¨¢ndose casi tocar. Lleg¨® al escenario y acab¨® la procesi¨®n.
Una vez en ¨¦l, su verdadero altar, Caperucita se desprendi¨® del embozo y apareci¨® lo imaginado: una figura esculpida por gen¨¦tica y gimnasio con leggins tan ajustados como la econom¨ªa irlandesa y un corpi?o dorado que refulg¨ªa bajo los focos, que ba?aban un escenario limpio y di¨¢fano. De remate, haciendo juego, su leonina melena color cava, habr¨¢ que decir. Con ese vibrato vocal que en ocasiones puede hacer pensar en una Bonet tropical, Shakira se meti¨® en faena y atac¨® furiosa la bailable Why wait destacando sus arreglos arabizantes, origen obliga. El volumen de la banda resultaba tan atronador que el griter¨ªo coral del p¨²blico que llenaba el Sant Jordi era como un rumor embotellado. Ces¨® cuando la estrella dijo "bona nit, Barcelona", "bona nit, catalans" y un "aquesta nit s¨®c tota teva" que provoc¨® alg¨²n suspiro de escepticismo. L¨®gicamente, masculino.
La cascada de sonidos arreci¨® en clave rockera con Te dejo Madrid, Si te vas y Suerte -whenever, wherever-, pieza que uni¨® con Unbelievable para solicitar de unas espectadoras que subiesen al escenario a pegar caderazos con ella. La reina estaba en su salsa y el p¨²blico continuaba sin tocar el suelo con los pies. De nuevo en catal¨¢n porque, record¨®, ella tambi¨¦n se apellida Ripoll, present¨® Inevitable como una de sus piezas favoritas, lo que dijo mucho de su apego a los or¨ªgenes y de su gusto musical. Metida en arenas de pausa y sosiego, l¨¦ase balada edulcorada, se atrevi¨® con Metallica y Nothing else matters, para seguir apelando a la ternura envuelta en celof¨¢n rosa con La despedida.
Muy a pesar del baj¨®n de ritmo, de sus atrevimientos flamencos embocando Gitana -s¨ª, bail¨® y zapate¨®-, el p¨²blico no se desenganch¨® de la actuaci¨®n, quiz¨¢ porque necesitaba recuperar aire, quiz¨¢ porque ir siempre a la misma velocidad no lleva a ning¨²n lugar m¨¢s all¨¢ de la reiteraci¨®n. Recuperados de la pausa, se encadenaron piezas que escupieron ritmo, como Ciega, sordomuda y Gordita, tema en el que se pudo escuchar el recitado de Calle 13. Shakira, ya con un top que dejaba ver su vientre y acudiendo a la sacudida espasm¨®dica de sus senos, emboc¨® la parte final del concierto. En ning¨²n momento pareci¨® aquejada de vigorexia, quiz¨¢ porque, a diferencia de otras, a¨²n no tiene edad para demostrar que es joven, y confi¨® en su voz y planta para mantener la atenci¨®n de la concurrencia que bram¨®, l¨®gicamente, cuando en Sale el sol se arranc¨® el top para dejar ver su delicada ropa interior color carne. Un truco no por recurrido ineficaz.
Con las pantallas posteriores proyectando im¨¢genes del escenario y una cara enorme dominando la escena como si fuese una escultura de Anish Kapoor, Shakira, ya ataviada con otras prendas igualmente concebidas m¨¢s para resaltar que para ocultar, se acerc¨® a Colombia con Loca, bail¨® como una posesa con Loba y viaj¨® qui¨¦n sabe si a L¨ªbano para, vestida de bailarina del vientre seg¨²n la moda de Barranquilla, acabar con Ojos as¨ª. Respiro. Su cuerpo de serpiente se refugi¨® en camerinos tras un sonoro "visca Catalunya!" que son¨® electoral.
El final mostr¨® la misma pauta de todo el espect¨¢culo, una artista en espl¨¦ndida forma, que cuenta con una voz y un f¨ªsico que utiliza sin sutileza y un repertorio de sonidos populares que naufraga en las baladas pero flota seguro entre los ritmos bailables. Puede que el ruido no deje contar las nueces, pero es seguro que quienes estuvieron anoche en el Sant Jordi volver¨¢n la pr¨®xima vez que Shakira visite la ciudad.
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