Domin¨® diab¨®lico
Ya ha ca¨ªdo Irlanda, la segunda ficha del domin¨® diab¨®lico en que se ha convertido el mercado de la deuda "soberana". Ahora todos miran a Portugal y enseguida asomamos nosotros como la siguiente pieza a tumbar. La amenaza es real, e importa poco que nos tratemos de convencer de que tenemos una mejor situaci¨®n objetiva, que la tenemos, o que somos demasiado grandes para que nos dejen caer. Da toda la impresi¨®n de que el objetivo de los mercados no es tanto cada uno de los pa¨ªses en s¨ª cuanto la misma uni¨®n monetaria europea.
Los depredadores van cazando primero a los m¨¢s d¨¦biles para acabar al final negociando con los fuertes un nuevo orden econ¨®mico en Europa m¨¢s acorde con la fuerza relativa de cada cual. Lo malo es que los grandes est¨¢n empezando a interiorizar este nuevo escenario y est¨¢n haciendo c¨¢lculos para ver c¨®mo pueden salvaguardar mejor sus intereses. Por lo pronto, y a pesar de las quejas de los contribuyentes alemanes de a pie, no van a perder dinero. Lo que aportan para el rescate se lo devolver¨¢n despu¨¦s los m¨¢s pobres con sus correspondientes intereses. La casa com¨²n se ha acabado, si es que alguna vez la hubo. Ahora se trata de levantar tabiques para evitar el contagio y refugiarse en el confortable reducto de cada Estado nacional. Eso s¨ª, dict¨¢ndoles a los d¨¦biles las reglas de la nueva convivencia.
El inter¨¦s general puede esperar. En las elecciones todo est¨¢ permitido con tal de encaramarse al poder
Lo normal es que con cada pieza del domin¨® caiga tambi¨¦n, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, el correspondiente Gobierno del Estado reci¨¦n intervenido. Si todas y cada una de las fuerzas pol¨ªticas en la oposici¨®n hacen este c¨¢lculo, carecer¨¢n de incentivos para arrimar el hombro a pesar del naufragio de un pa¨ªs. Para muestra un bot¨®n, Mariano Rajoy y, en general, los portavoces del PP. Hasta ahora se ven¨ªan limitando a ocultar su programa y a esperar que el Gobierno se hundiera solo en el pantano de la crisis econ¨®mica.
Pero despu¨¦s de las declaraciones de Gonz¨¢lez Pons el pasado mi¨¦rcoles insinuando claramente que el Gobierno ment¨ªa en sus cifras, el Partido Popular ya no se limita a ponerle la zancadilla, est¨¢ empujando a toda Espa?a por el precipicio. Y refleja una de las m¨¢s zafias expresiones partidistas en contra del inter¨¦s general o¨ªdas hasta ahora en este santo pa¨ªs. Por cierto, la subsiguiente reafirmaci¨®n de su patriotismo espa?ol fue un magn¨ªfico ejemplo de excusatio non petita. Desaprovecharon el debate sobre las medidas de ajuste para ejercer de oposici¨®n responsable y ahora vuelven a mostrar la misma cara. Con esta oposici¨®n, que casi todo el mundo ve ya como ganadora, no es de extra?ar que se acabe la confianza exterior en el futuro de Espa?a.
En nuestro caso todo se complica, adem¨¢s, por un calendario electoral que no es menos diab¨®lico. Dentro de nada tocan las elecciones catalanas, y enseguida las locales y auton¨®micas. O, lo que es lo mismo, un est¨ªmulo para jugar a la polarizaci¨®n pol¨ªtica y para aprovecharse de la debilidad del partido en el Gobierno. El inter¨¦s general puede esperar. Hemos entrado en ¨¦poca de cosecha de votos. Y en las elecciones, como ya sabemos, todo est¨¢ permitido con tal de encaramarse al poder. En estas condiciones ser¨¢ dif¨ªcil abordar el imprescindible consenso para reducir la deuda auton¨®mica y adelgazar su estructura de gasto.
Y el Gobierno, ?qu¨¦ va a hacer aparte de mostrar su soledad? Por lo pronto deber¨¢ aguantar el tipo y evitar ser intervenidos. Si caemos, su destino estar¨¢ inexorablemente escrito. Si no, como todos esperamos, tiene a¨²n alguna posibilidad si aprovecha la larga campa?a electoral que se avecina para afirmarse como el ¨²nico partido que vela por una aut¨¦ntica pol¨ªtica de Estado. La coyuntura lo ha ubicado en una situaci¨®n en la que su inter¨¦s partidista y el inter¨¦s general coinciden. Lo dif¨ªcil es saber jugar esta carta con convicci¨®n.
No estar¨ªa mal que a estos efectos Zapatero desempolvara sus originales convicciones de republicanismo c¨ªvico e hiciera un llamamiento a la patria en peligro, una apelaci¨®n a la responsabilidad de todos, no solo al de las grandes empresas. Tuvo que haberlo hecho al comienzo de la legislatura, pero entonces prefiri¨® hacer prevalecer la pol¨ªtica peque?a. Si somos d¨¦biles y una presa f¨¢cil para los depredadores es porque todos, sociedad civil y Administraciones p¨²blicas, hemos jugado irresponsablemente en periodos de bonanza.
Ha llegado la hora de la verdad, el momento en el que tenemos que decidir si hay un inter¨¦s p¨²blico com¨²n en el que poder reconocernos o, por el contrario, vamos a priorizar cada cual nuestros propios intereses particulares.
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