Cultura con miga

Sobre su mostrador de dise?o se alinean decenas de piezas de distintas formas, sabores y tama?os. Panes y bollos horneados a la vista en el espacio trasero de esta panader¨ªa, donde desarrollan su trabajo operarios especializados que con la ayuda de hornos de ¨²ltima generaci¨®n recuperan las ¨²ltimas esencias del quehacer artesano. Algo as¨ª como una antigua tahona en versi¨®n siglo XXI. Barras r¨²sticas, panes de pay¨¦s, de higos y miel, de Viena, de cerveza, de espelta y s¨¦samo, y por supuesto de centeno, se suman a sus deliciosas cocas de az¨²car y cocas de recapte y hasta los famosos llonguets, uno de los s¨ªmbolos de la antigua tradici¨®n catalana. "Trabajamos con masa madre y realizamos fermentaciones lentas a baja temperatura. A veces, los procesos se prolongan hasta 18 horas. No empleamos aditivos ni aceleramos nada", asegura Pere Roche, panadero jefe. "Queremos desarrollar la cultura del pan y recuperar sabores olvidados. La generaci¨®n actual desconoce los sabores de anta?o".

Aparte de una interesante boller¨ªa (cruasanes, ensaimadas, magdalenas, brownies), entre sus especialidades tambi¨¦n figuran los panes de finca o de hacienda agr¨ªcola procedentes de trigos ecol¨®gicos de la comarca de la Segarra (Lleida). "En Espa?a hay zonas con mucha sensibilidad para las harinas", ratifica Jordi Gall¨¦s, propietario del establecimiento.

Y junto al despacho de pan, varias mesitas en las que se puede desayunar, merendar o picar en cualquier momento del d¨ªa. En su carta, bocadillos de jam¨®n o de pollo y queso; tostadas con aceite y az¨²car, o con tomate y aceite de oliva; ensaladas; cocas de recapte o focaccias italianas templadas. E incluso postres, como sus pasteles de chocolate con naranja, de lim¨®n o de frutas. Dulces que se pueden acompa?ar de caf¨¦, t¨¦ y chocolates. Peri¨®dicamente imparten cursos para sus clientes, talleres reducidos en los que ense?an a elaborar panes y dulces de temporada.