El rugby, un deporte de caballeros
Frente a las histerias futbol¨ªsticas, en el rugby prima la caballerosidad, la inteligencia y la estrategia. La diferencia con el f¨²tbol es similar a la que existe entre los Rolling y los Beatles o entre el Mac y el PC
Siempre me ha gustado el rugby. Demasiado nervioso para el balonmano, demasiado miope para el f¨²tbol, fue precisamente en el equipo de rugby del instituto donde pas¨¦, durante mi adolescencia, el tiempo destinado al deporte. Pero hac¨ªa mucho tiempo que no asist¨ªa a un gran partido, que no iba a ver un encuentro como el del s¨¢bado pasado, en Dubl¨ªn, al que asist¨ª invitado por los All Blacks.
Una vez m¨¢s, me impresion¨® esa extra?a propiedad del rugby, el ¨²nico deporte en el que, como en el moonwalk de Michael Jackson, se avanza retrocediendo.
Una vez m¨¢s, comprob¨¦ la belleza del desacuerdo existente entre la mano, que solo puede mover el bal¨®n hacia atr¨¢s,o hacia los lados, y el pie, el ¨²nico que puede moverlo hacia delante.
El cabezazo de Zidane, su odio hacia Materazzi y su reconciliaci¨®n dramatizada ser¨ªan casi imposibles en el rugby
El himno guerrero de los maor¨ªes, el 'Haka', es m¨¢s una oraci¨®n anticipada por los vencidos que un canto de victoria
Tambi¨¦n pude volver a comprobar ese otro desacuerdo, m¨¢s esencial a¨²n, entre la inteligencia de las manos, los pies, el cuerpo, y la incalculable sinraz¨®n de un bal¨®n que va donde le apetece, desbarata los planes de los humanos y, en suma, hace lo que le da la gana: ?ah!, la caprichosa comicidad de un rebote que, en palabras del pope de la rugbylog¨ªa, Jean Lacouture, recuerda nada menos que a la audacia del "verso libre".
Pero sobre todo, redescubr¨ª esa diversidad de tipos humanos que, pese al estereotipo del rugbyman con dimensiones de armario ropero, compone en realidad un equipo: complexiones grandes y peque?as; la agilidad felina de Dan Carter y la energ¨ªa de Richie McCaw; el aire de mosquetero de Mils Muliaina y el del segunda l¨ªnea Anthony Boric, m¨¢s corpulento; las anguilas y los arietes; los que se deslizan y los que percuten; Conrad Smith, al que nada detiene, y el discreto Kieran Read, que percute como el rayo antes de marcar... En el mundo tiene que haber de todo. Y en un equipo, tambi¨¦n. La diferencia entre el f¨²tbol y el rugby es que, en el primero, el equipo es una suma de talentos adquiridos en el mercado mundial de fichajes, mientras que, en el segundo, es ese microcosmos social que describen los textos rugb¨ªsticos de Giraudoux.
Cohesi¨®n entre los jugadores y en el juego.
Religi¨®n de la fraternidad y de la fratr¨ªa.
No adjudicarse uno solo el m¨¦rito del ¨²ltimo tanto, cuando puede ser m¨¢s rentable seguir presionando al adversario juntos y hasta el final.
Ataques inventivos y defensas solidarias.
Aperturas vehementes y amagos que parecen un ballet bien ensayado.
Aqu¨ª, el as del contrapi¨¦; all¨¢, el campe¨®n de las rupturas por las alas; y entre uno y otro, una connivencia que se adivina anterior al partido y, a todas luces, le sobrevivir¨¢.
?Qui¨¦n es el mejor atacante, el delantero, orfebre de la percusi¨®n y la media vuelta, o ese tres cuartos al que nadie, salvo el mismo, ve venir?
?Hay que abrirse camino o ceder el bal¨®n para que otro tome el relevo con un pase limpio, en una acci¨®n que se dir¨ªa obra de un ¨²nico jugador, pero dotado de cuatro piernas?
?Habr¨¢ que cambiar de trayectoria o cambiar, directamente, de jugador dejando que act¨²e el siguiente?
Carter pas¨¢ndole el bal¨®n a Donelly... Podr¨ªa jurar que tiene ojos en la nuca para verlo controlar el bal¨®n.
La ¨²ltima carrera de Nonu, volando por encima del c¨¦sped antes de dar ese pase bombeado que va a recuperar el mismo Carter.
Hay quien dice: es un deporte obscuro y sin reglas. ?Pues no! Tiene reglas estrictas y una complejidad diab¨®lica. Hasta el punto de que una parte de la fuerza de los All Blacks procede de su juego con las reglas: siempre juegan al l¨ªmite, aunque sin traspasarlo.
Hay quien dice: es un deporte de brutos en el que priman la fuerza y los ataques. ?Pues no! Un deporte de combate, s¨ª. Incluso un arte marcial, pues est¨¢ hecho de inteligencia y estrategia. As¨ª, este s¨¢bado, el spirit fight de los irlandeses que, en los ¨²ltimos quince minutos del encuentro, pese a que ya hab¨ªan perdido y lo sab¨ªan, hicieron gala de su mejor gallantry. As¨ª, Carter, de nuevo Carter, cuya tarea es calibrar al adversario y, como un yudoca, canibalizar sus debilidades para transformarlas en fuerza.
Algunos insisten: es un deporte violento, salvaje, pues, en una mel¨¦, en un placaje, en la manera en que el equipo atacado opone al atacante su muro de cabezas y pechos, hay violencia pura. Pero ?saben que el Haka, ese himno guerrero de los maor¨ªes que los All Blacks entonan antes del partido, no es tanto un canto de victoria como una oraci¨®n anticipada por los vencidos? ?Saben que, el s¨¢bado pasado, el c¨¦sped del estadio de Dubl¨ªn era el ¨²nico lugar del planeta en el que las dos clases de irlandeses, los sudistas y los nordistas, al enfrentarse al mismo adversario, pod¨ªan comulgar en una misma plegaria? Y qu¨¦ lecci¨®n cuando el neozeland¨¦s Boric se concentra antes de patear la transformaci¨®n y la hinchada guarda un largo silencio entregado, casi religioso, e inhabitualmente respetuoso para quien tiene en mente las histerias futbol¨ªsticas.
Y luego, el "tercer tiempo"...
Esa cena en la que se encuentran, despu¨¦s del partido, los jugadores de ambas naciones...
El brindis del capit¨¢n de los All Blacks por los irlandeses y su buen juego.
El de los irlandeses, por la misteriosa y persistente supremac¨ªa de los All Blacks.
Y esas mesas en las que vencedores y vencidos van a rememorar alegremente el partido.
Observo a O'Driscoll, el capit¨¢n irland¨¦s, lesionado en el brazo, que brinda con su hom¨®logo neozeland¨¦s.
Escucho c¨®mo el neozeland¨¦s Woodcock y el irland¨¦s Wallace se cuentan sus verdaderas vidas, las que retomar¨¢n la semana que viene, en casa, cuando todo termine.
Y me digo que el cabezazo de Zidane, su odio visceral hacia Materazzi, su reconciliaci¨®n sobreactuada y a¨²n m¨¢s dramatizada, ser¨ªan casi imposibles aqu¨ª.
Entre f¨²tbol y rugby ocurre como entre Corneille y Racine, entre los Rolling y los Beatles, entre Mac y PC. Son dos credos. Dos religiones. Y hay que escoger entre las dos. En lo que a m¨ª respecta, es cosa hecha. Hoy como ayer, el estilo, la belleza, el fair-play del rugby.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva

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