Desmarque por etapas
La izquierda abertzale estaba esperando desde el mes de junio a que ETA respondiera a su reclamaci¨®n, materializada en un acto p¨²blico en Gernika, de un alto el fuego permanente y verificable, como antesala a un final definitivo de la violencia. El comunicado de ETA, del pasado 5 de septiembre, en el que se limit¨® a anunciar el cese de los atentados, no colm¨® las expectativas de la izquierda radical y esta decidi¨® seguir su camino, abriendo un debate interno sobre la constituci¨®n de un nuevo partido, al margen de la estrategia de la banda.
Ese debate ha culminado y se ha materializado en una propuesta org¨¢nica para un nuevo partido que ayer present¨® en Pamplona su principal l¨ªder, Rufi Etxeberria. Los principios org¨¢nicos del nuevo partido recogen su compromiso con las v¨ªas exclusivamente pac¨ªficas, aprobadas por las bases de la izquierda abertzale en febrero.
El documento, le¨ªdo ayer por Etxeberria, las ratifica con contundencia. "No hay cabida para forma alguna de coacci¨®n violenta en la estrategia [de Batasuna]". Tambi¨¦n ratifica que su compromiso de rechazo a la violencia es "firme e inequ¨ªvoco" y no responde a una maniobra "t¨¢ctica". Pero la novedad consiste en el anuncio de que "pr¨®ximamente" presentar¨¢ unos estatutos que cumplir¨¢n los requisitos de la Ley de Partidos. La presentaci¨®n de esos estatutos en el Registro del Ministerio del Interior ser¨¢ el inicio de una batalla legal de la izquierda abertzale por su legalizaci¨®n.
Sus l¨ªderes saben que lo tienen dif¨ªcil mientras ETA siga ah¨ª. El Gobierno y los principales partidos, incluido el PNV, le han puesto el list¨®n alto: o convencen a ETA de que abandone definitivamente la violencia o rompen inequ¨ªvocamente con la banda. Detr¨¢s de esta exigencia est¨¢ la tesis que ilegaliz¨® a Batasuna en 2003 y ratific¨® el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo: la vinculaci¨®n estrecha entre Batasuna y ETA.
Esto ¨²ltimo le obliga a la izquierda abertzale a probar que no tiene nada que ver con ETA. De ah¨ª la exigencia pol¨ªtica de que visualice su ruptura con la banda y no se limite a declarar un rechazo gen¨¦rico a la violencia, como hizo ayer.
La izquierda radical lo tendr¨ªa f¨¢cil si ETA desapareciera. Pero parece evidente que sus tiempos no coinciden. A ETA le cuesta dar pasos porque a una parte de ella le da v¨¦rtigo el fin de la violencia. Prueba de ello es que ya en marzo, los asesores internacionales de Batasuna, liderados por Brian Currin, le pidieron que declarara un alto el fuego permanente y verificable y a¨²n no lo ha hecho. Mientras, la izquierda abertzale se desmarca por etapas.
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