El giro a la derecha se suma al haraquiri
La alternancia se ha cumplido y Catalu?a volvi¨® ayer a lo que los nacionalistas consideran la normalidad. El Gobierno de la izquierda ha durado siete a?os y los electores han considerado que eran ya suficientes. Siempre se ha dicho que las elecciones las pierden los Gobiernos m¨¢s que ganarlas la oposici¨®n de turno, y siendo as¨ª tambi¨¦n en este caso, lo cierto es que la victoria lograda ayer por CiU tiene un gran m¨¦rito. El centro derecha nacionalista ha superado con ¨¦xito un envite en el que desde 2003 sus adversarios so?aron con trocear su electorado y repart¨ªrselo entre ellos: una parte para ERC, otra para el PSC, otra para el PP. Su l¨ªder, Artur Mas, ha demostrado ser un timonel capaz para esta traves¨ªa despu¨¦s de que CiU pasara a la oposici¨®n. Suyo es el ¨¦xito.
El socialismo catal¨¢n y la izquierda no han podido sumar los votos del vector PSOE en las elecciones auton¨®micas
El giro a la derecha del electorado catal¨¢n ha hundido a la coalici¨®n de izquierdas gobernante, que se presentaba en orden disperso y contradictorio. De contar con 70 esca?os en el Parlament, la izquierda ha pasado a sumar 48, una p¨¦rdida de 22.
No ha sido ninguna sorpresa. Es lo que les ocurre en los ¨²ltimos a?os a las izquierdas en toda Europa, casi sin excepciones, aunque algunas hay. Los electores progresistas contemplan estupefactos c¨®mo los Gobiernos de izquierdas reaccionan a una crisis econ¨®mica provocada por las pol¨ªticas neoliberales aplicando las recetas de la derecha neoliberal y esta situaci¨®n se traduce en una desorientaci¨®n que lleva a muchos de ellos a la abstenci¨®n. Espa?a no es un caso aparte, y el socialismo gobernante recibi¨® ayer un serio aviso en uno de sus feudos hist¨®ricos.
Pero las elecciones de ayer tienen una clave catalana muy espec¨ªfica. Son el punto final a una cierta irresponsabilidad de los principales dirigentes de los tres partidos aliados, aunque no de todos. Todos supieron hilar fino en la ¨²ltima etapa de la presidencia de Jordi Pujol, cuando el agotamiento de su proyecto pesaba ya sobre el pa¨ªs de forma evidente. Supieron levantar una alternativa. En la primera legislatura, bajo la presidencia de Pasqual Maragall, demostraron que eran un Gobierno de cambio. Fue la etapa en que, precisamente por ser de cambio real, un Tribunal Constitucional prisionero del PP ha recortado en todo lo que ha podido.
Pero en la segunda legislatura de la alternancia que acaba de terminar, en cambio, los tres partidos de la izquierda ha demostrado una capacidad asombrosa para cavar la tumba de su Gobierno. Un aut¨¦ntico haraquiri. Aunque hayan gobernado bien, no han sabido hacer pol¨ªtica. No se trata de negar los m¨¦ritos de CiU y Artur Mas para retornar al Gobierno de la Generalitat, pero una alianza pol¨ªtica gobernante en la que alguno de sus integrantes antepone su programa m¨¢ximo al proyecto compartido est¨¢ condenada. Un Gobierno que en la sociedad medi¨¢tica es incapaz de tener un portavoz, oficializando as¨ª la desconfianza entre los aliados, est¨¢ condenado. Un gobierno que no se defiende en situaciones de crisis porque alguno de sus miembros cree que el desgaste de otro socio le beneficiar¨¢, como le ha sucedido a este una y otra vez, est¨¢ condenado. Un Gobierno con un presidente que ejerce de puertas adentro, pero se abstiene de ejercer el liderazgo de puertas afuera hasta pocos meses antes de las elecciones, est¨¢ condenado.
Los dirigentes de la izquierda saben esto desde hace mucho tiempo. Si para todos ellos es grave, para los socialistas lo es m¨¢s. Una de las cosas que le ocurren a la izquierda en Catalu?a es que en las elecciones generales cuenta con todos los vectores posibles, ll¨¢mense PSOE, PSC, ERC, ICV o EUiA, vayan juntos o por separado, pero no puede contar con alguno de ellos en las elecciones auton¨®micas. Por lo que se ve, el vector PSOE es inoperativo, o muy poco eficaz, en las auton¨®micas. Esto es fatal para el PSC, pero termina si¨¦ndolo tambi¨¦n para el conjunto de la izquierda, como acaba de verse. Para el PSOE eso signific¨® poder contar con la friolera de 1,5 millones de votos (25 esca?os) en las pasadas legislativas. Es la ventaja que ofrece poder sumar los vectores PSC y PSOE. La ausencia de los votos del vector PSOE dej¨® ayer al PSC compuesto y sin novia, tirado en la cuneta. Algunos dijeron que Jos¨¦ Montilla y Celestino Corbacho eran la cara del PSOE en el PSC. Ha resultado que no.
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