Sobre piratas
Contaban hace a?os la an¨¦cdota de dos jovencitos que ten¨ªan que hacer una buena obra al d¨ªa y justificarla ante su organizaci¨®n juvenil, y la de ese d¨ªa hab¨ªa consistido en ayudar a pasar la calle a una viejecita desvalida. El responsable de la organizaci¨®n concedi¨® que eso estaba bien, que era una buena obra, pero que no ve¨ªa la necesidad de que los dos se hubieran empleado en una tarea tan sencilla. Le aclararon que no hab¨ªa sido tan f¨¢cil, que la viejecita no quer¨ªa atravesar la calle y que hab¨ªan tenido que esforzarse mucho para arrastrarla hasta el otro lado de la calzada.
Al Capone transform¨® la an¨¦cdota en algo m¨¢s dram¨¢tico cuando se dedic¨® a ofrecer protecci¨®n en Chicago a las tiendas, bares y comercios de su barrio a cambio de un pago establecido. Cuando dec¨ªan que no necesitaban protecci¨®n, les ocurr¨ªan desgracias en forma de incendios, palizas o robos, hasta que se convenc¨ªan de que realmente necesitaban protecci¨®n.
Es cierto, lo que est¨¢n pensando ustedes es lo mismo que me parece a m¨ª. Este asunto de rescatar a alguien que no desea ser rescatado, me suena raro y un tanto peculiar. Est¨¢ claro que d¨ªas despu¨¦s se convence de que, efectivamente, est¨¢ secuestrado, porque le sube la deuda nacional, baja la cotizaci¨®n de sus productos, surgen corrupciones por todos lados y las cifras no cuadran. Es entonces cuando acepta ser rescatado, aunque sea a rega?adientes. Se consuela porque observa que despu¨¦s rescatan a otro pa¨ªs, luego a otro y m¨¢s tarde a otro m¨¢s. Claro que, de seguir as¨ª, llegar¨¢ un momento en que habr¨¢ que rescatar al rescatador, porque tragarse naciones enteras sin un mal dolor de est¨®mago es imposible.
Es evidente que resulta m¨¢s eficiente hipotecar a un pa¨ªs entero con miles de millones que administrar la hipoteca de cada ciudadano uno a uno, con todas las gestiones, papeleo y burocracia que eso implica. Es mucho mejor conceder un pr¨¦stamo global para la sociedad entera y que cada gobierno de turno se convierta en recaudador de impuestos para conseguir pagar la letra mensual, a base de subir impuestos, confiscar sueldos, bajar salarios y despedir empleados. No es que sea m¨¢s eficiente, es que no hay color. El riesgo est¨¢ en crear no ya una burbuja inmobiliaria sino una burbuja geopol¨ªtica, y que la desesperaci¨®n haga que alguien entregue las llaves del Estado y del terru?o al due?o global de todas las calabazas. Ah¨ª te quedas, que nosotros nos vamos. Entonces se acab¨® el negocio y el concepto de rescate tendr¨¢ un nuevo y oscuro significado.
Seguramente soy un exagerado, pero tengo la sensaci¨®n de que los expertos, intelectuales y dem¨¢s palabreros andan perdidos por las calles de la sociedad del conocimiento y se han olvidado de lo que es tocar tierra. Esto no parece una pel¨ªcula de polic¨ªas al rescate, sino una de piratas que se lanzan al abordaje de todos nosotros.
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