Lecciones de una estrella
"?Viva el alm¨ªbar!". Es lo que Raimundo Amador suelta sobre el escenario de la sala Caracol tras tocar Ay Morena, la primera canci¨®n del concierto. El sevillano, de 51 a?os, lleva en una mano su guitarra espa?ola, a la que ha llamado Gerundina. En la otra, una ca?a de cerveza -ser¨¢ el alm¨ªbar- con la que brinda con el p¨²blico que llena la sala (700 personas) y que utiliza para darle el empuj¨®n final al jam¨®n -de pata negra, claro-, que acaba de compartir con su familia y m¨²sicos en el camerino. Raimundo comparece sin aspavientos de estrella del rock, como la estrella del rock que es. S¨ª, aqu¨ª en Espa?a, no nos enga?emos, es m¨¢s rockero zamparse un jam¨®n de jabugo antes de tocar, que meterse entre pecho y espalda una botella de Jack Daniel's.
As¨ª es este genio de la guitarra. Con su sonrisa enorme y bonachona, medio descamisao y con melena de heavy metal gitano ejerce como figura imprescindible de la m¨²sica espa?ola casi sin darse cuenta. Pongamos solo un ejemplo de esta dejadez que lo hace grande: cuando su amigo BB King toc¨® hace unos meses en Madrid, el estadounidense se pas¨® toda la tarde preguntando por su amigo Raimundo.
El guitarrista andaluz, mientras tanto, estaba tom¨¢ndose una cervecita en un bar, con la guitarra bajo el brazo. "Si eso, me subo a tocar con ¨¦l. Todav¨ªa no s¨¦ lo que pasar¨¢". Pas¨®.
As¨ª fue su concierto anoche. Pura improvisaci¨®n y satisfacci¨®n. Vale, ten¨ªa previsto tocar sus grandes ¨¦xitos como Boller¨¦, Ay, que gustito para mis orejas o Gitano de tempor¨¢. Y las toc¨®, pero si, por sorpresa, aparece su "amigo Chechu", es decir El Gran Wyoming, para improvisan un par de blues molones, incluido el Jonnhy B. Good, se hace. Y todo el mundo contento.
Lo mismo que cuando casi a mitad del concierto, Raimundo agarra su guitarra el¨¦ctrica y se canta Camar¨®n junto a su hija Carmen, una gitana de cara y voz guapa de verdad. Empieza la segunda parte del concierto el¨¦ctrica y ataca el Blues de la Frontera, de su anterior grupo Pata Negra, donde aprovecha para presentar a la banda. Lo que en otros grupos suele una parte tediosa aunque necesaria, aqu¨ª es un momento escalofriante donde el gitano, con sus solos de guitarra, demuestra que en sus dedos tiene m¨¢s talento que medio pop espa?ol junto.
Claro, que tambi¨¦n ten¨ªa que presentar su nuevo disco. Quiz¨¢ no tenga un t¨ªtulo especialmente bonito, pero s¨ª es el m¨¢s el m¨¢s acertado para definir a Raimundo. Las canciones de Medio hombre, medio guitarra sonaron ayer con destreza. Como Sal de Naja que suena al mejor Raimundo de ¨¦pocas pasadas: fraseos rockeros de guitarra el¨¦ctrica sacados de los setenta, jugueteos con el jazz, un flamenco costumbrista y suburbial y, claro, blues en vena.
Sin ser el mejor cantante ni el mejor compositor y con los alumnos -Los Delinq¨¹entes- que le han adelantado a toda velocidad por la derecha, Raimundo tiene esa magia de la que gozan pocos guitarristas. Ese rayo el¨¦ctrico que entra por el pescuezo y sale por los dedos, como le pasaba a Jimi Hendrix, le pasa a Jimi Page o a Jack White y que fabrica sensaciones de otro mundo.
Adem¨¢s, en sus 30 a?os de carrera se ha juntado con un pu?ado de canciones de 10, que sonaron ayer. Para que la felicidad sea completa solo nos faltar¨ªa ver a Raimundo con su hermano Rafael, con el que formaron Pata Negra, unos de los grupos que siguen siendo revolucionarios, juntos sobre un escenario. Y si se une Kiko Veneno, mucho mejor. Es el pr¨®ximo empe?o necesario tras la reuni¨®n de Le?o. Nos los merecemos y, sobre todo se lo merecen ellos mismos.
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