La lentitud que lleva al mar
Los peri¨®dicos sufren la peor etapa de su historia, dicen los peri¨®dicos. Baja la publicidad, disminuyen las cabeceras, se cae en p¨¦rdidas a pesar de la reducci¨®n de costes y plantillas. La consecuencia, en la que todos los analistas coinciden, es que solo permanecer¨¢n en pie algunos diarios barnizados por su prestigio y descargados de vaciedad. La crisis, en este aspecto, actuar¨ªa como una poda que dejar¨¢ vivo el fruto y desvanecer¨¢ la maleza. Y progresivamente se plantar¨¢ en la Red
Sin embargo, ?qu¨¦ puede suceder con unas y otras partes de la misma publicaci¨®n si ya no se presentan encuadernadas y juntas? F¨¢cilmente, las noticias econ¨®micas, las secciones de servicios y de entretenimiento, las influyentes columnas de opini¨®n, resistir¨¢n mejor que lo que denominamos hoy la secci¨®n Cultura.
La despaciosa velocidad de las p¨¢ginas de Cultura se aviene mal con tiempos de aceleraci¨®n
La media de los lectores subi¨® el a?o pasado hasta los 44,4 a?os en Espa?a y progresivamente esta cifra se acerca a la edad proterva, la jubilaci¨®n y la vista ciega. Eliminados estos clientes conspicuos solo quedar¨¢n los j¨®venes lectores circunstanciales y din¨¢micos en busca de informaciones raudas y eficaces.
Un peri¨®dico en papel posee dos caracter¨ªsticas f¨ªsicas de gran peso mental. La una es que su encuadernaci¨®n agavilla secciones heterog¨¦neas y leer el peri¨®dico ha podido significar hasta ahora pasar por todas y cada una de sus p¨¢ginas, las de Cultura incluidas.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢, sin embargo, cuando la consulta en la Red invite a escoger solo noticias pr¨¢cticas y discrimine radicalmente las secciones, concediendo presencia a unas y olvido a otras? Posiblemente que Cultura -no Espect¨¢culos- ser¨¢ menos frecuentada y tanto por efecto de la actual educaci¨®n como por la morosidad propia de sus contenidos.
As¨ª, todo aquello que pueda aprovecharse deprisa ganar¨¢ y lo que requiera detenimiento perder¨¢ valor. Esta condici¨®n de relativa lentitud, inherente a los contenidos de Cultura, constituye la segunda caracter¨ªstica que pronostica su defunci¨®n. La despaciosa velocidad de Cultura se aviene mal con tiempos de aceleraci¨®n. Mientras a Econom¨ªa le corresponde la informaci¨®n s¨²bita, el dato y la s¨ªntesis de la situaci¨®n, Cultura mejora cuando su pauta (antigua) reproduce la cadencia del libro, la m¨²sica de c¨¢mara y la pintura de contemplaci¨®n.
De este modo, aunque apenas queden dudas sobre la desaparici¨®n de los peri¨®dicos impresos o que ser¨¢n s¨®lo vintage y que los ¨²nicos supervivientes habitar¨¢n dentro de la red, con la Cultura, concretamente, ninguna existencia puede garantizarse dentro o fuera del ciberespacio. No faltar¨¢n medios para rebuscar obras maestras del pasado, pero parece ya inconcebible cualquier recreo en eventuales creaciones culturales de actualidad. De la misma manera que el m¨²sico ha pasado del disco al concierto para saltar de Cultura a Espect¨¢culos, as¨ª mismo ocurrir¨¢ con los pocos poetas, en verso o en prosa, que queden. El libro ser¨¢ espect¨¢culo, fen¨®meno best seller, o no ser¨¢.
El libro-libro sofrena el ritmo adecuado al quehacer contempor¨¢neo. Solo perdurar¨¢, por tanto, el libro flash, el libro SMS y el autor circense que escribiendo mejor o peor sea un reclamo para el sensacionalismo y el YouTube.
Finalmente, como una aut¨¦ntica postrimer¨ªa de lo que fue la cultura, queda estos meses en Espa?a, y a despecho de la caja tonta, muchos programas de La 2 que siguen ofreciendo entrevistas y reportajes del panorama cultural tal como se hac¨ªa en los tiempos en que Cultura significaba algo superior. Para esa cadena, que ahora flota entre pecios como insignia de lo cultural, cabe solicitar una nost¨¢lgica y emocionada ovaci¨®n. La 2 es curiosa, animosa, frecuentemente amena y atenta. ?Perdurar¨¢? Claro que no. Vale por tanto a¨²n m¨¢s ver ese canal asiduamente antes de que sus aguas, como la de otros r¨ªos, vayan a dar en la mar, que es el morir. Y "all¨ª van los se?or¨ªos (vetustos hiperm¨¦tropes) derechos a se acabar y consumir".
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