El grand-guignol de La Fura
Vuelve La Fura por donde sol¨ªa, con menos carne en el asador. Esta Degustaci¨®n de Titus Andronicus recuerda a aquellos primeros montajes suyos, con el equipo directivo en escena, donde el p¨²blico itinerante ten¨ªa que moverse r¨¢pido so pena de ser atropellado o golpeado cuando el en¨¦rgico Marcel.li Ant¨²nez hac¨ªa girar en espiral una puerta desgajada de un coche. Solo que ya no trabajan en naves semiderruidas, sino en la sala polivalente de un teatro nuevo, cuyas dimensiones resultaron algo escasas para el desplazamiento del mucho p¨²blico del estreno de anoche, por entre el cual se abr¨ªan paso los actores sobre plataformas rodantes.
Otra diferencia: los espect¨¢culos fureros primigenios carec¨ªan de ambici¨®n argumental. Este, en cambio, pone en escena un shakespeare de los m¨¢s complejos: no se pueden dejar sus tres horas largas de duraci¨®n en hora y veinte, como sucede aqu¨ª, sin que se quede raqu¨ªtico y desnaturalizado.
De entrada, en el imperio del teatro de butaca, se agradece la libertad de movimiento: despu¨¦s de un d¨ªa de oficina, ir a ver a La Fura es un poco como ir a bailar. Pero solo un poco, porque la mayor parte de las escenas de este Titus Andronicus no suceden entre el p¨²blico en pie sino sobre tres escenarios situados en los flancos de la sala, circundada de pantallas donde se proyectan v¨ªdeos ilustrativos o aleg¨®ricos: mientras los godos violan y cortan las manos a la pobre Lavinia, hija de Titus, en pantalla aparece un primer¨ªsimo plano del pollo abierto que un cocinero est¨¢ rellenando.
Esta tragedia de venganza, escrita para impresionar, no es precisamente la m¨¢s sutil de Shakespeare, pero tiene picos y modulaciones que se pierden en este montaje sint¨¦tico como el resumen de una tesis doctoral. Todo pasa al galope: parece una versi¨®n para ejecutivos ocupados o para ni?os con d¨¦ficit de atenci¨®n. Su problema irresuelto consiste en que el genuino lenguaje furero se manifiesta mejor a trav¨¦s de acciones sin argumento o de tramas sencillas. A¨²n abordados desde una perspectiva contempor¨¢nea, los cl¨¢sicos requieren una elaboraci¨®n mayor en lo dram¨¢tico. Primo hermano est¨¦tico de Conan el barbaro, en el Titus Andronicus furero hay reparto de uvas, torrijas y tiritas aceitosas con sabor a algas, una acci¨®n incesante potenciada con luces estrobosc¨®picas y un texto recitado enf¨¢ticamente y a veces gritado, donde aparece alguna preposici¨®n fuera de sitio, no creo que porque la haya puesto ah¨ª Salvador Oliva. El trabajo f¨ªsico de los actores es admirable y si el vocal desmerece cabe achacarlo a descuido de la direcci¨®n. Al final, veinte espectadores escogidos (y no aleatoriamente, pues entre ellos hab¨ªa directores de escena, de orquesta y cargos de los teatros p¨²blicos), subieron a zamparse el cochinillo con ma¨ªz laboriosamente cocinado durante el espect¨¢culo.
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