Un Gobierno extraviado

Rafael Blasco, conseller de Solidaridad y Ciudadan¨ªa, que ya es nombre para una Consejer¨ªa, decidi¨® que en su Comunidad hay poco trabajo para los jueces, y se anim¨® a presentar una querella, de todo punto temeraria, contra el portavoz del PSOE ?ngel Luna, que lleva meses ejerciendo de azote del Gobierno de Camps. Temeraria porque se refer¨ªa a unos hechos de 1997, ya prescritos, como cualquiera pod¨ªa colegir con mirar un calendario. F¨¢cil. Pero el PP prefiri¨® la publicidad a la decencia.

Ya el fiscal les llam¨® la atenci¨®n, pero ahora ha sido el juez del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Juan Climent, quien ha desestimado la querella y entrado adem¨¢s en otras consideraciones, se supone que para no dejar cabos sueltos. En su argumentaci¨®n para desestimarla, no solo ha dejado claro que no hay indicios de delito, sino que va echando atr¨¢s una a una las acusaciones contenidas en la acusaci¨®n del PP, que califica en varias ocasiones de "inexactas".

No parece muy inteligente este paso en falso del incombustible consejero y portavoz parlamentario Rafael Blasco -siete veces conseller, con cuatro presidentes y dos partidos- de entrar en una guerra de juzgados con lo que tiene encima el Gobierno valenciano, enfangado como est¨¢ en las numerosas acusaciones que han ca¨ªdo en algunos de sus miembros, presidente incluido, por sus implicaciones en el caso G¨¹rtel. Querellarse en vano y llevarse rapapolvos de la justicia refrenda la imagen de un Gobierno perdido en su ensimismamiento e incapaz de ver la gravedad de sus acciones.

Se suma este descalabro a la llamativa emisi¨®n de los llamados bonos patri¨®ticos, anunciada por Francisco Camps, en un intento de paliar la deuda de 16.280 millones de euros que tiene la Comunidad, una maniobra muy criticada por el PP y Rajoy cuando lo hizo Jos¨¦ Montilla para Catalu?a. En el transcurso, la cosa ha mejorado mucho y ahora que la deuda es de Camps la idea de la emisi¨®n es una brillante acci¨®n pol¨ªtica. Los recortes y la austeridad solo se le exigen al Gobierno socialista; los populares, en cambio, est¨¢n autorizados a endeudarse y dilapidar el dinero de los otros sin l¨ªmite ni cr¨ªtica.