Cumbres desastrosas
Hugo Ch¨¢vez no merece pasar a la historia por sus gestas, pero s¨ª por una frase: "Andamos saltando de cumbre en cumbre, pero tristemente la gran mayor¨ªa de nuestros pueblos andan gimiendo de abismo en abismo". La pronunci¨® hace diez a?os en Nueva York, en Naciones Unidas, uno de sus escenarios favoritos, donde ha tenido actuaciones tan sonadas como la de 2006, cuando habl¨® despu¨¦s de Bush y solt¨® su c¨¦lebre "aqu¨ª huele a azufre".
El presidente bolivariano descalific¨® las cumbres durante una cumbre, la del Milenio, que reuni¨® en septiembre de 2000 a jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo para hacer lo que todo el mundo sabe: fijar unos objetivos que jam¨¢s se cumplen. Los del Milenio eran ocho a quince a?os vista y no es ahora el momento de evaluar hasta d¨®nde hemos llegado en cada uno de ellos para no desviar el hilo orogr¨¢fico de esta columna; pero basta con recordar el estado de ruina en que se encuentran las negociaciones sobre reducci¨®n de emisiones a la atm¨®sfera, que afectan directamente al s¨¦ptimo de los objetivos, el que pretend¨ªa contar con un medio ambiente sostenible para 2015.
Lo que sucede con las cumbres de Naciones Unidas sucede con casi todas las cumbres. Si alguien quiere obtener buenas fotos de grupo y a la vez garantizar un fracaso sonoro, no tiene m¨¢s que convocar una de esas reuniones multitudinarias en las que los mandatarios se dan abrazos, pronuncian frases incomprensibles en ingl¨¦s de Assimil y no paran de ense?arnos la enorme cantidad de dientes que acumulan entre todos. Al ritmo de ¨¦xitos que lleva la gobernanza mundial, pronto los ciudadanos buscaremos refugios antia¨¦reos como los que tuvieron que utilizar nuestros padres o abuelos cada vez que nos anuncien la pr¨®xima celebraci¨®n de una cumbre.
La casu¨ªstica de las cumbres desastrosas es infinita, pero cabe clasificarlas en tres apartados para ordenar un poco la cabeza del estudioso. En primer lugar, las m¨¢s desastrosas, que son las europeas, pioneras en el negocio porque son las ¨²nicas obligadas sin remisi¨®n a obtener conclusiones, sean buenas o malas: si no lo hacen, al lunes siguiente se caen las Bolsas, las deudas y el euro. En segundo lugar, el grueso de las cumbres, inanes en su mayor¨ªa, sobre todo las latinoamericanas, que solo ocupan las primeras p¨¢ginas cuando alguien tropieza o pronuncia una frase afortunada: "?Por qu¨¦ no te callas?", por ejemplo, dirigida precisamente a Ch¨¢vez. En tercer y ¨²ltimo lugar, pero no el menos importante, las mejores de todas las cumbres: las que se suspenden, como ha ocurrido con la cumbre euromediterr¨¢nea de Barcelona, que debi¨® reunirse primero el 7 de junio y luego el 21 de noviembre. Se aplaz¨® en ambas ocasiones para evitar un fracaso, y esto ya ha sido todo un ¨¦xito a la vista de c¨®mo va el mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.