Lo peor es la espera
Seguramente, m¨¢s de un lector habr¨¢ pasado por la experiencia de sentirse agobiado y desesperado cuando un familiar ha tenido que permanecer, por un tiempo largo, en una Unidad de Cuidados Intensivos. La espera en la sala reservada a los familiares se hace eterna y la vida casi se interrumpe sin que lleguemos a comprender lo que pasa y cu¨¢ndo dejar¨¢ de pasar lo que estamos viviendo. Cada vez que la puerta se abre, es para dar paso a un familiar o amigo que entra y formula la pregunta de rigor: "?C¨®mo est¨¢ hoy?". La respuesta, tambi¨¦n es la de siempre. "No sabemos nada distinto de lo que sab¨ªamos ayer". Otras veces, por la misma puerta asoma una bata blanca y dentro de ella el m¨¦dico que trata al paciente:
Llevamos tres a?os pendientes de las noticias respecto a la salud econ¨®mica de nuestro pa¨ªs
?C¨®mo se vive de una forma diferente a como lo hemos hecho hasta ahora?
-?Qu¨¦ se sabe de nuevo, doctor?
-Sigue estable; sin reaccionar, aunque nos ha parecido ver que, cuando le hemos hablado, ha movido una ceja. Tal vez eso indique algo. Puede ser que mejore, pero lo peor est¨¢ por llegar. Seguimos probando y hemos hecho todo lo que se puede hacer. Solo cabe esperar.
Ese ¨²ltimo verbo es el que deja parados e inutilizados a los familiares y amigos del enfermo. Esperar, esperar, esperar... ?A qu¨¦? Cuando un equipo m¨¦dico, despu¨¦s de haber ensayado todos los recursos cl¨¢sicos, no encuentra explicaci¨®n a lo que le ocurre a su paciente, ni encuentra que los tratamientos que, en casos como el que tienen entre manos, han sido los empleados sistem¨¢ticamente por la ciencia, no cabe duda de que se sit¨²an en la incertidumbre. Y cuando no se sabe qu¨¦ hacer, lo mejor es probar, experimentar; arriesgarse a tomar otros caminos, porque los de antes ya no conducen a ning¨²n sitio. Los familiares y amigos agradecer¨¢n que se haga lo que sea, bien para que el enfermo reaccione definitivamente, bien para que termine su sufrimiento. Al final, todos esperan que se acabe la espera y que si no hay ninguna soluci¨®n, que se les diga claramente. Desean que en alg¨²n momento, la puerta se abra, entre el m¨¦dico y pronuncie el diagn¨®stico final: "El enfermo muri¨®". Ya pueden abandonar la sala y reincorp¨®rense a su vida normal, sabiendo que a partir de ahora su vida ser¨¢ otra, de una manera y distinta de la que llevaron hasta el momento en que empezaron a esperar".
As¨ª llevamos los espa?oles casi tres a?os; en la sala de espera, pendientes de las noticias respecto a la salud econ¨®mica y financiera de nuestro pa¨ªs y de la sociedad que en ¨¦l vive. Hubo un accidente en el 2007, provocado por quienes conduc¨ªan nuestros destinos de una manera temeraria, y desde entonces, nuestros pa¨ªses se encuentran en estado de coma. Nosotros, los ciudadanos, esperando; los go
-bernantes, economistas, pol¨ªticos, soci¨®logos diagnosticando y ensayando. "Parece que mejora; lo peor est¨¢ por llegar; brotes verdes, mejoraremos en el segundo semestre del a?o que viene; crecemos pero no es irreversible la situaci¨®n".
Y as¨ª desde hace m¨¢s de 30 meses. La pregunta que m¨¢s se oye en la espera es: "?Y usted cu¨¢nto cree que va a durar la crisis?". Los m¨¢s pesimistas apuntan un quinquenio; los m¨¢s optimistas, cinco a?os. Casi todos esperan a que el enfermo vuelva a recuperar el br¨ªo y la energ¨ªa que le mantuvo activo durante los ¨²ltimos 30 a?os. Los m¨¢s indolentes apuntan a la falta de credibilidad y de confianza que ofrece el equipo m¨¦dico y el jefe del equipo; los menos viscerales apuntan al hecho de que otros enfermos similares, con otro equipo, han requerido auxilios especiales, y casi la extremaunci¨®n, a pesar de haber aplicado los tratamientos de choque que la ciencia recomendaba en esos casos. Tanto mejor ser¨ªa si un d¨ªa, el equipo m¨¦dico habitual confesara que no saben qu¨¦ hacer; que han hecho todo lo que le han recomendado, pero que el final se acerca y el enfermo se muere. Que no sigamos esperando, porque no hay ninguna soluci¨®n. "Salgan de la sala y b¨²squense la vida de otra manera a como la vivieron antes del accidente", ser¨ªa el mejor mensaje para que volvi¨¦ramos a vivir sin esperar.
?Y c¨®mo se vive de una forma diferente a como lo hemos hecho hasta ahora? La primera recomendaci¨®n ser¨ªa ponernos de acuerdo en revisar todos los conceptos que nos sirvieron de pauta en el caminar de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, empezando por el sistema educativo que se ha basado en los requerimientos de la sociedad industrial y en la cadena de montaje, con un fracaso del 30% en los niveles de media y universidad. Mientras se siga tratando al alumno con los criterios de la sociedad industrial, estaremos condenando a los estudiantes a formarse para demandar empleo en una sociedad que se est¨¢ yendo y que ya no va a ofrecer las oportunidades en los nichos de empleo en que lo hac¨ªa hasta ahora. Algunos estudios se?alan que el 50% de puestos de trabajo que se ofrecer¨¢n en los pr¨®ximos cinco a?os, a¨²n no han sido creados, todav¨ªa no se sabe c¨®mo ser¨¢n, pero no ser¨¢n como los tradicionales. Como escribe el profesor Miguel Bag¨¹es en el informe de FEDEA sobre la Ley de Econom¨ªa Sostenible, "Espa?a sufre una tasa horrible de fracaso escolar, no produce buenos t¨¦cnicos profesionales intermedios y no tiene ni una sola universidad entre las 100 mejores del mundo seg¨²n el conocido ranking de Shangh¨¢i. Espa?a sufre una econom¨ªa maniatada que agradecer¨¢ con alegr¨ªa las reformas que hagamos, de igual manera que las agradeci¨® en 1959 (Plan de Estabilizaci¨®n), en 1977 (Pactos de La Moncloa), en 1983 (medidas del primer Gobierno de Gonz¨¢lez), en 1986 (entrada en Europa), en 1993 (reformas tras la salida del SME) y en 1996 (consolidaci¨®n fiscal del primer Gobierno de Aznar)". La Universidad ya no puede seguir siendo el sitio donde se acumula y se transfiere la informaci¨®n, por la sencilla raz¨®n de que ha aparecido algo nuevo que invalida el papel de la universidad como transmisora de conocimientos. Me refiero a Internet. Con ese competidor, la Universidad deber¨ªa ser el sitio donde el estudiante aprende a transformar en valor y en riqueza la informaci¨®n que adquiere a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas. Ya se sabe que las innovaciones tecnol¨®gicas generan perdedores y ganadores, pero tambi¨¦n es sabido que nunca nadie fue capaz de parar el progreso y los avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos.
Repensar todo; ese es el desaf¨ªo; ah¨ª es donde Gobierno, oposici¨®n y fuerzas sociales y econ¨®micas deber¨ªan echar el resto y jugarse su prestigio. No sabemos c¨®mo salir de esta, luego no queda m¨¢s remedio que ensayar nuevas f¨®rmulas, pero nuevas de verdad y no viejas y rebajadas.
Gastar dinero apoyando lo que ya se ha demostrado un fracaso es prorrogar la agon¨ªa y dejar de emplear esos recursos all¨ª donde reina la imaginaci¨®n, el riesgo y la comprensi¨®n de lo que es esta nueva sociedad. ?Se ha preocupado alguien de saber cu¨¢ntos miles de j¨®venes, de esos a los que despectivamente se llaman piratas, pasan 14 horas al d¨ªa delante de un ordenador ideando iniciativas y proyectos que nadie osa siquiera conocer para entender? Quienes hayan visto la pel¨ªcula La red social habr¨¢n comprendido las razones por las que, en EE UU, ese tipo de proyectos, que generan miles de millones de d¨®lares, son apoyados por inversores privados que han entendido que ya no se puede seguir pensando en vivir como se hac¨ªa en el siglo XX y que apoyar la innovaci¨®n es rentable si se cree en ella.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura durante 24 a?os (1983 y 2007).
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