Psicolog¨ªa de la b¨²squeda
En 1964, George Gaylord Simpson, por entonces la m¨¢xima autoridad en evolucionismo, lanz¨® un duro ataque contra la reci¨¦n nacida exobiolog¨ªa. "Incluso hay", escribi¨®, "un creciente reconocimiento de una nueva ciencia de la vida extraterrestre, a veces llamada exobiolog¨ªa... Un hecho curioso teniendo en cuenta que esta ciencia a¨²n tiene que demostrar que su tema de estudio existe". Medio siglo despu¨¦s, las palabras de Simpson siguen escociendo entre los astrobi¨®logos, la moderna mutaci¨®n de los exobi¨®logos, ya que, una tras otra, todas las sospechas de vida extraterrestre se han revelado falsas alarmas.
?C¨®mo afecta esta discusi¨®n cl¨¢sica a los cazadores de planetas? En teor¨ªa, de ninguna forma: este pujante grupo cient¨ªfico est¨¢ llevando a cabo, desde 1995, una subversi¨®n profunda de nuestra imagen del universo. Las citas a Cop¨¦rnico menudean: con cientos -quiz¨¢ trillones- de planetas, el cosmos ya no puede ser el mismo. Pero es evidente que los astrobi¨®logos est¨¢n muy atentos a esta b¨²squeda. Entre ellos se da ahora una carrera por encontrar el primer gemelo de la Tierra. En julio, Dimitar Sasselov, uno de los cazadores, levant¨® una polvareda al asegurar que solo en la V¨ªa L¨¢ctea hab¨ªa millones de planetas habitables.
?Y el p¨²blico? Indiscutiblemente este es el tema de ciencia b¨¢sica que interesa a m¨¢s gente, ya que a¨²na la comprobada atracci¨®n por los temas espaciales con la famosa duda sobre nuestra soledad c¨®smica. La ciencia-ficci¨®n parece convertir en obligatoria la presencia de vida compleja, y con frecuencia malvada, en el universo. Desde el punto de vista de la cultura actual, la incapacidad de los cient¨ªficos por confirmarla podr¨ªa adquirir la categor¨ªa de un enga?o. El p¨²blico no se conformar¨¢ con simples planetas: los querr¨¢ habitados, y no solamente por bacterias.
Frente a esto, ?qu¨¦ puede ofrecer hoy la ciencia? Por el momento, esperanzas de poder analizar atm¨®sferas exoplanetarias en busca de desequilibrios qu¨ªmicos atribuibles a sistemas biol¨®gicos. Sin embargo, las dudas sobre el origen del metano de Marte, o la ¨²ltima sobre el acetileno de Tit¨¢n, impiden el optimismo. ?Qu¨¦ certezas podremos obtener sobre las condiciones de planetas de los que sabremos infinitamente menos que sobre los de nuestro sistema? A esta b¨²squeda, que por lo obsesiva tiene algo de existencial, podr¨ªa extrapolarse la frase desencantada de James Lovelock: parecemos m¨¢s interesados en encontrar vida en el sistema solar que en intentar comprenderlo.
Francisco Anguita es ge¨®logo planetario. Coautor del libro Planetas (con Gabriel Castilla Ca?amero).
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