Rev¨¢lida de Barenboim en La Scala
El maestro triunfa en la direcci¨®n musical de 'La Walkiria', que sirvi¨® de apertura de la temporada - La jornada estuvo marcada por las reivindicaciones culturales
La apertura de la temporada del teatro de la Scala de Mil¨¢n el d¨ªa de San Ambrosio, patrono de la ciudad, es siempre mucho m¨¢s que una representaci¨®n de ¨®pera. Las manifestaciones de protesta son habituales delante del teatro y en calles adyacentes, mientras la componente social en la sala alcanza unas proporciones como en ning¨²n otro lugar. Este a?o la crisis econ¨®mica y la situaci¨®n pol¨ªtica italiana respecto a la cultura han propiciado una vuelta de tuerca adicional. Las reivindicaciones han cambiado de signo centr¨¢ndose en la pol¨ªtica cultural y dejando a un lado, pongamos por caso, el rechazo a los abrigos de vis¨®n o a reconversiones empresariales con p¨¦rdida de puestos de trabajo.
Plante¨® una lectura orquestal de Wagner llena de fuego y pasi¨®n
El m¨²sico se sum¨® a quienes protestan por los recortes en patrimonio
Estudiantes, profesionales de la cultura y ciudadanos de a pie mostraron su rechazo frontal a los recortes en materia de cultura. El impresionante despliegue policial -400 agentes, con cascos, escudos y armas desplegadas- garantizaba el acceso al templo de la l¨ªrica. Los enfrentamientos dejaron algunos heridos, pero no desembocaron en una tragedia de mayores proporciones. En cualquier caso, el conflictivo panorama impresionaba a los espectadores. El teatro estaba menos adornado que en otras ocasiones y el p¨²blico asistente se mostraba austero en el vestuario, con una elegancia predominante en negro. Llamaba la atenci¨®n una espa?ola vestida de ?gatha Ruiz de la Prada. Era una excepci¨®n. La sensaci¨®n de preocupaci¨®n se mascaba en el aire.
Daniel Barenboim le ech¨® coraje a la situaci¨®n y, antes de comenzar la ¨®pera, reivindic¨® en italiano el art¨ªculo 9 de la Constituci¨®n de la Rep¨²blica, el que promueve el desarrollo de la cultura, la investigaci¨®n y el patrimonio. La ovaci¨®n fue de gala y a ella se uni¨® entusiasta el presidente Giorgio Napolitano, que recibi¨® encendidas muestras de aprecio y un "viva el presidente" coreado por el respetable. El himno italiano termin¨® de caldear un ambiente que tra¨ªa a la memoria otros tiempos, el de las manifestaciones a favor del Risorgimento y la unidad italiana desde los teatros de ¨®pera.
Con esa temperatura ambiental, Barenboim plante¨® una lectura orquestal de La Walkiria llena de fuego y pasi¨®n, diferente a la que realiz¨® hace un par de d¨¦cadas en el Festival de Bayreuth, matizando con especial ¨¦nfasis los ecos de la tragedia, forzando al m¨¢ximo en los tiempos el elemento reflexivo y humanista en pasajes como el anuncio de la muerte a Siegmund del segundo acto, llevando al delirio heroico escenas como la de la c¨¦lebre cabalgata y controlando hasta el ¨²ltimo suspiro la componente teatral del drama wagneriano. Fue el motor de la representaci¨®n, ech¨¢ndose a sus espaldas todas las tensiones y sacando un rendimiento de v¨¦rtigo de la orquesta del teatro.
En el reparto vocal sobresalieron Nina Stemme como Br¨¹nnhilde y Ekaterina Gubanova como Fricka, la primera por temperamento dram¨¢tico, la segunda por concisi¨®n estil¨ªstica. Simon O'Neill fue un Siegmund de corte heroico a lo Domingo, aunque con menos capacidad de comunicaci¨®n, y Vitalij Ko-waljow un Wotan de gran elegancia a falta de un punto de expresividad. No estuvo a su altura habitual John Tomlinson como Hunding y mucho menos Waltraud Meier como Sieglinde, casi una caricatura de lo que en otras ¨¦pocas ha sacado a la luz de este personaje. El p¨²blico, no obstante, la ovacion¨® con calor. La historia pesa lo suyo y la hondura como actriz tambi¨¦n.
El director de escena Guy Cassiers pas¨® bastante de largo de la componente teatral de los personajes, y as¨ª un d¨²o tan maravilloso como el de padre e hija al final del tercer acto result¨® de una gran frialdad esc¨¦nica, al amparo de unas luces rojas de teatro de variedades y con un aislamiento por el fuego de la protagonista que, como dec¨ªa un colega cr¨ªtico italiano, m¨¢s bien parec¨ªa est¨¦tica de microondas.
Opt¨® el equipo esc¨¦nico por dar prioridad a la pl¨¢stica frente al teatro de personajes, y en ese sentido hay momentos de gran atractivo dentro de una belleza que podr¨ªamos calificar como tecnol¨®gica, con abundancia de sofisticadas proyecciones y alg¨²n conjunto escult¨®rico de gran impacto como el del grupo de caballos al comienzo del segundo acto. Desde el punto de vista est¨¦tico es una puesta en escena s¨®lida y original, que el p¨²blico recibi¨® sin protestas. Desde el lado emocional, deja muchas cuestiones sin resolver aunque para tapar agujeros teatrales all¨ª estaba Barenboim desde el foso para cubrir y catapultar lo que hiciese falta.
Es la sexta temporada de St¨¦phane Lissner al frente de La Scala y la tercera que asume Barenboim la apertura, despu¨¦s de Trist¨¢n e Isolda en 2007 y Carmen el a?o pasado. El maestro es ya el m¨¢ximo responsable musical del teatro y volver¨¢ el pr¨®ximo a?o con Don Giovanni, de Mozart, en un reparto en el que figuran Terfel, Netrebko y Garan?a.
Babelia
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