Crisis por explicar

Seis d¨ªas despu¨¦s de haber decretado, por primera vez en democracia, el estado de alarma quedan muchos interrogantes por resolver. Dando por sentado que el abandono masivo de los controladores a¨¦reos de sus puestos de trabajo merece una condena sin paliativos, la primera cuesti¨®n que debe aclarar hoy el Gobierno, en la comparecencia prevista en el Congreso, es si respondi¨® al desaf¨ªo de ese colectivo con la herramienta adecuada.

Por injusto que pueda parecer, no es f¨¢cil que este Ejecutivo -el ¨²nico que ha intentado organizar de manera sensanta el tr¨¢fico a¨¦reo- salga de esta crisis sin reproche alguno. Que la excepcionalidad y la militarizaci¨®n del servicio fuera la ¨²nica v¨ªa para devolver la "normalidad" a los aeropuertos abre alguna duda sobre el grado de acierto en la gesti¨®n previa al conflicto, as¨ª como sobre la respuesta esperada de los controladores al ¨®rdago que significaba el decreto aprobado el viernes. Un decreto no explicado que, en su literalidad, excluye por ejemplo las bajas laborales del c¨®mputo de horas m¨¢ximas de actividad aeron¨¢utica, dando lugar a equ¨ªvocos que los controladores han aprovechado en su beneficio: este insolidario colectivo merece normas claras, pero los ciudadanos afectados tambi¨¦n tienen derecho a conocerlas.

El estado de alarma tuvo la virtud de desactivar en tiempo r¨¦cord la protesta salvaje, pero emite una se?al inquietante sobre la capacidad de un moderno Estado de derecho para organizarse. Es urgente que Rodr¨ªguez Zapatero disipe hoy en el Congreso todas las inquietudes generadas por esta crisis. Entre ellas, la desasosegante certeza de que el espacio a¨¦reo estaba en manos de unos pocos controladores que solo regresaron al trabajo por la fuerza y que son muy dif¨ªciles de sustituir, lo que explicar¨ªa la nueva actitud de Jos¨¦ Blanco inculpando a los dirigentes sindicales y exculpando al resto.

Es evidente que, pese a que se trate de un problema heredado, alguna responsabilidad tiene este Gobierno, que ha dispuesto de seis a?os para hincar el diente al problema. Pero el PP no puede desentenderse de toda culpa solo para sacar tajada electoral. A fin de cuentas fue un gobierno de Aznar el que consolid¨® en 1999 las extraordinarias condiciones de trabajo de los controladores que han facilitado, entre otros, plantes como el actual.