La er¨®tica del traje de luces
El sastre de toreros dice que en la indumentaria de la fiesta todo es femenino
"Si me cogen a m¨ª nos cogen a todos". Antonio L¨®pez sol¨ªa esquiar, pero desde que en 1995 asumiese la direcci¨®n de la sastrer¨ªa para toreros Ferm¨ªn, en la calle de la Aduana, prefiere no poner en riesgo su integridad f¨ªsica. Empez¨® en esto mucho antes, en el 68, y no hay figura a la que no haya vestido de luces. "Si me pasara algo se quedar¨ªan en pelotas".
Hijo de una bordadora y nieto de una cigarrera del portillo de Embajadores, L¨®pez es "gato por todos los lados". La suya ha sido una vida (52 a?os) al servicio de la tradici¨®n. Hasta se le nota en el habla. "Esta casa naci¨® en 1961 y lleva el nombre por mi hermano mayor, su fundador. Digamos que ha seguido una trayectoria en la que hemos intentado mejorar pero manteniendo el clasicismo. La moda est¨¢ constantemente picoteando del pasado para crear un presente diferente, pero el traje de luces viene del pasado, por lo que las creaciones de Ferm¨ªn est¨¢n pensadas para que al torero le queden bien, sin cambios dr¨¢sticos", explica. "Esta ropa es bastante inmovilista porque la ceremonia es siempre la misma y los condicionantes f¨ªsicos, como que el matador se sienta bien reunido para poder bailar c¨®modamente delante del toro, ya llevan resueltos mucho tiempo".
"Los vistieron con encajes. De mujer, pero logrando que se vieran machos"
"Ahora se usa m¨¢s el corbat¨ªn, antes la pa?oleta que ven¨ªa del Romanticismo"
"El torero ha tenido que mantener una actitud pendenciera y galante"
"Esta ropa es inmovilista porque la ceremonia siempre es la misma"
A trav¨¦s del discurso de L¨®pez, el propio oficio desgrana su vocabulario: sentirse reunido, "es como se llama a estar apretado. Un hombre, cuando se re¨²ne, comprime los m¨²sculos, y eso le da agilidad. Facilita, por ejemplo, saltar el pino (saltarse la barrera). Adem¨¢s, est¨¢ demostrado que el toro engancha todo aquello que pinga. Simplemente, porque lo que se desprende del cuerpo queda m¨¢s a mano", detalla se?al¨¢ndose a la altura de la entrepierna.
Aunque est¨¦ masculinizado, el traje de luces no puede negar la esencia mujeril que desprende por cada puntada. "Todo en ¨¦l es femenino. Por eso se llama vestido antes que traje. Antes los toreros se hac¨ªan en el campo. Eran los hijos de los mayorales y los mozos que trabajaban en esas fincas tan inmensas que hab¨ªa. ?Y quienes viv¨ªan permanentemente en ellas? Las se?oras. Sus maridos estaban todo el d¨ªa por ah¨ª, haciendo negocios, porque los cortijos en s¨ª no daban dinero", cuenta. "Ellas, claro, al ver a esos muchachos juncales, con el color de la carne morena, pues intentaban ayudarles para que no salieran a citar al toro a pecho descubierto. Y les encargaban a sus modistas que les hicieran ropita. Los vistieron con encajes, bordados y colores como el rosa. De mujer, pero consiguiendo que se vieran machos. Hasta el punto de que si hoy le pones un vestido de luces a una mujer la encuentras hombruna".
Que antes de cada faena, el matador se vista con el mismo mimo que una novia el d¨ªa de su boda, no hace sino reafirmar tanta feminidad. "Es un proceso lento. Se preparan as¨ª porque ese d¨ªa puede ser su ¨²ltimo d¨ªa. Es como si se entregaran. Delante del espejo van madurando sus miedos. Creci¨¦ndose, d¨¢ndose ¨¢nimos".
Como en casi todo, bajo los c¨®digos de la ropa taurina late el impulso er¨®tico. "Ahora se usa m¨¢s el corbat¨ªn (corbata estrecha a la manera francesa), pero antes se prefer¨ªa la pa?oleta, que viene de la ¨¦poca del romanticismo. El torero siempre ha tenido que mantener una actitud pretenciosa, pendenciera y galante. Por eso le ped¨ªa a la mujer que le gustaba su pa?oleta. Y ella, pues se sent¨ªa muy orgullosa de v¨¦rsela puesta al cuello. Si es que todo esto es un rito: el del gallo y la gallina". Un vestido de Ferm¨ªn vale entre 3.200 euros y lo que sea. "Todo depende del trabajo que le metas". Suele tardar dos meses en hacer uno. "Cuesta mucho. Tienes que estar sentado 12 horas, apretando, tirando... Luchando para que salga. Es un reto en el que te tienes que enfrentar a ti mismo. Como el torero".
L¨®pez define su trabajo como un di¨¢logo entre cliente y sastre con un hueco para la interpretaci¨®n personal. Ellos vienen aqu¨ª con una idea, siempre la misma: triunfar. Pero eso t¨² no se lo puedes dar. Normalmente, si a una figura le ha ido bien con un determinado color, todo los que vengan detr¨¢s se van a fijar. Aqu¨ª no se desprecia al padre. A veces te piden cosas inviables y les tienes que proponer otras. Que quieren un lazo en la cabeza, pues a lo mejor yo no se lo pongo. Es un toma y daca hasta llegar al acuerdo. Eso es lo bonito. Hablar de profesional a profesional. Yo me realizo con el matador y ¨¦l se realiza conmigo cuando le dicen: 'Qu¨¦ vestido m¨¢s bonito llevas'. Si le sacan por la puerta grande con un vestido tuyo, pues es como si tambi¨¦n te llevaran a ti a hombros".
Por eso L¨®pez observa las corridas con ojo cl¨ªnico. "Voy para ver c¨®mo se defienden mis vestidos en el ruedo, porque hasta que no entran en acci¨®n no sabes c¨®mo han quedado de verdad". Aunque en ¨²ltima instancia, la percha es la percha. "La elegancia no depende del sastre, sino de la persona. El vestido es la envoltura del bomb¨®n, pero este tiene que dar su forma. Hay toreros que por mucho que les pongas, como no les pongas una marcha nupcial...".
![Antonio L¨®pez, en su sastrer¨ªa para toreros Ferm¨ªn.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IF7M5VX3U7BYJX4AFFWHBPRRQE.jpg?auth=fe1936b34baf48fd7a828f20601804960613106eba13e9d1d9524765bd562f31&width=414)
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