Ya no hay Pirineos
Espa?a y Francia tambi¨¦n est¨¢n unidas a partir de este mes por el tren de alta velocidad. Nunca sus relaciones han sido tan mutuamente provechosas. Es una de las pocas buenas noticias de la temporada
Aunque muchos se la atribuyan a Luis XIV, fue el marqu¨¦s de Castelldosrius, embajador espa?ol en Par¨ªs, el que, el 16 de noviembre de 1700, pronunci¨® la c¨¦lebre frase: "?Qu¨¦ alegr¨ªa, sire! ?Ya no hay Pirineos!". Ese d¨ªa, en un Versalles atestado de cortesanos y diplom¨¢ticos, Luis XIV anunci¨® que aceptaba el testamento del reci¨¦n fallecido rey de Espa?a, Carlos II. En consecuencia, su nieto, Felipe de Anjou, se aprestaba a viajar a Madrid para hacerse cargo de la Corona espa?ola.
El Rey Sol hab¨ªa meditado su decisi¨®n: sustituir en Espa?a a la casa de Austria por la de Borb¨®n, y acrecentar as¨ª el peso de Francia en la escena europea, no iba a ser aceptado de buen grado por las dem¨¢s potencias. Era inevitable una guerra continental. Y sin embargo, dio el paso. En Versalles, Luis XIV le dijo en voz alta a su nieto: "Sed un buen espa?ol, ese es vuestro primer deber, pero recordad que hab¨¦is nacido en Francia y mantened la uni¨®n entre las dos naciones". Fue entonces cuando el felic¨ªsimo embajador Castelldosrius aboli¨® los Pirineos.
Sarkozy lo tiene claro: la lucha contra ETA es un viaje conjunto en el que Espa?a lleva el volante
Francia es el primer comprador de Espa?a. Y sus empresas emplean aqu¨ª 400.000 trabajadores
Tres siglos despu¨¦s, los Borbones no reinan en Francia, pero s¨ª lo hacen todav¨ªa en Espa?a, en la persona de un descendiente de aquel Felipe de Anjou. Pero mucho m¨¢s importante que eso es el hecho de que, tras m¨²ltiples encuentros y desencuentros, se ha cumplido al fin la sentencia de Castelldosrius. Nunca en la historia de su vecindad, las relaciones entre Espa?a y Francia han sido mejores, tan cordiales y tan mutuamente provechosas. Nunca los intercambios comerciales, financieros y humanos han sido tan densos y fluidos en ambas direcciones y nunca los Gobiernos de Madrid y Par¨ªs han estado tan en sinton¨ªa sobre tantos asuntos.
Incluso f¨ªsicamente, los Pirineos han sido horadados. En los pr¨®ximos d¨ªas la cordillera ser¨¢ atravesada por primera vez por un tren de alta velocidad: el AVE-TGV entre Perpi?¨¢n y Figueras, eslab¨®n clave en la conexi¨®n Madrid-Barcelona-Par¨ªs.Barcelona y Par¨ªs van a quedar a siete horas y 25 minutos de distancia, en vez de las 12 horas de hoy. Y dentro de dos a?os, cuando la alta velocidad cubra todo el trayecto, a¨²n ser¨¢ menos. A la par, se resuelve el problema de la conexi¨®n el¨¦ctrica entre ambos pa¨ªses: las l¨ªneas ir¨¢n enterradas, superando as¨ª reparos ecologistas.
"No me viene a la cabeza un solo conflicto entre nuestros pa¨ªses, ni tan siquiera una chinita en el zapato", afirma, en perfecto castellano, Bruno Delaye, embajador franc¨¦s en Madrid. "No hay", a?ade, "divergencias sustanciales ni en intereses, ni en filosof¨ªa. Ya no nos peleamos ni por la pesca. Nuestros atuneros estuvieron a punto de liarse a tiros en el golfo de Vizcaya, pero ahora rige un acuerdo para que inspectores franceses y espa?oles naveguen en los barcos de la otra parte y verifiquen que se cumplen las cuotas. Y los pescadores espa?oles y sus colegas franceses se manifiestan juntos contra la Comisi¨®n Europea".
En estos tiempos tan turbulentos para la construcci¨®n continental, Espa?a y Francia, se?ala Delaye, comparten visi¨®n: m¨¢s Europa, mayor unidad pol¨ªtica, econ¨®mica, social y cultural. Su ¨²nico desacuerdo, precisa, versar¨ªa sobre la entrada de Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea, de la que Espa?a es partidaria pero no Francia.
Felipe Gonz¨¢lez fue clave en la gestaci¨®n del idilio franco-espa?ol. En su proyecto de una Espa?a democr¨¢tica en el seno de una Europa unida, la buena relaci¨®n con Francia era capital. Dos franceses, Mitterrand, en Par¨ªs, y Delors, en Bruselas, supieron comprenderle.
Impregnado de la francofobia de cierta derecha espa?ola, volcado en la b¨²squeda de una relaci¨®n ¨ªntima con Estados Unidos, Aznar estuvo a punto de torcer el rumbo; en particular, con sus choques con la Francia de Chirac a prop¨®sito de la guerra de Irak. Pero Zapatero enderez¨® las cosas. Su conexi¨®n con Chirac en temas como Irak y la construcci¨®n europea fue inmediata. Y tambi¨¦n lo fue con su ministro del Interior, Sarkozy, a prop¨®sito de ETA.
En 2007, cuando sucedi¨® a Chirac en El El¨ªseo, Sarkozy le pidi¨® a Zapatero dos cosas. La primera, que Espa?a, que, a diferencia de Francia, hab¨ªa aprobado en refer¨¦ndum la Constituci¨®n Europea, se sumara a la causa de intentar rescatarla con un acuerdo formalmente menos ambicioso, el que ser¨ªa el Tratado de Lisboa. La segunda, que Espa?a aceptara lo que ¨¦l llamaba Uni¨®n para el Mediterr¨¢neo. Zapatero accedi¨® a ambas demandas.
Entonces le toc¨® pedir al espa?ol. En la lucha conjunta contra ETA, dijo, no hab¨ªa problemas, pero segu¨ªa pendiente el asunto de las interconexiones ferroviarias y el¨¦ctricas a trav¨¦s de los Pirineos. Sarkozy se comprometi¨® a desbloquearlo. Y cumpli¨®. En este clima de confianza mutua, de complicidad incluso, Sarkozy ser¨ªa decisivo en la incorporaci¨®n de Espa?a al G-20.
A partir de los a?os ochenta, la mirada francesa sobre Espa?a comenz¨® a cambiar, pasando de la condescendencia a la admiraci¨®n por su conquista de la democracia, su desarrollo econ¨®mico y su vigor cultural y deportivo. A los espa?oles les cost¨® m¨¢s desprenderse de la secular man¨ªa a los gabachos. Pero terminaron haci¨¦ndolo y, en los sondeos, Francia ha pasado de ser uno de los pa¨ªses m¨¢s detestados por los espa?oles a uno de los m¨¢s apreciados. La implicaci¨®n francesa en la asfixia de ETA ha sido capital en este cambio.
Sarkozy, y con ¨¦l la mayor¨ªa de los franceses, lo tiene clar¨ªsimo: la lucha contra ETA es un viaje conjunto en el que Espa?a lleva el volante. Un mont¨®n de polic¨ªas y guardias civiles espa?oles trabaja hoy de forma permanente al norte de los Pirineos, sin que ello provoque la menor queja por invasi¨®n de competencias, merma de soberan¨ªa o zarandajas semejantes. Y la colaboraci¨®n judicial es excelente.
Tambi¨¦n en seguridad las prestaciones van en las dos direcciones. Los franceses reconocen que Espa?a es su principal colaborador en la lucha contra el crimen organizado. Y si decenas de etarras son detenidos en suelo franc¨¦s, decenas de delincuentes comunes buscados por Francia son detenidos en el Mediterr¨¢neo espa?ol.
En las cosas del comer tampoco hay Pirineos. Francia es el primer socio econ¨®mico de Espa?a: su primer cliente comercial (19,2% de las exportaciones espa?olas en el primer semestre de este a?o) y su segundo proveedor (11,1% de las importaciones espa?olas en ese semestre, detr¨¢s de Alemania, 12,2%). El autom¨®vil ocupa ah¨ª un papel decisivo. Asimismo, es el cuarto pa¨ªs inversor en Espa?a. Sus 2.200 empresas instaladas al sur de los Pirineos dan empleo a 400.000 trabajadores. Destacan la distribuci¨®n comercial (Carrefour, Auchan, D¨¦cathlon, Fnac), la industria agroalimentaria (Danone), el autom¨®vil (Renault, Peugeot, Citro?n) y la telefon¨ªa (Orange).
A¨²n m¨¢s importantes son los intercambios humanos. Espa?a es el primer destino de los turistas franceses y Francia, el primero de los espa?oles. En 2009, a?o de crisis, 7,9 millones de franceses visitaron Espa?a, el tercer contingente tras brit¨¢nicos y alemanes, y cinco millones de espa?oles subieron a Francia.
Los franceses no solo buscan sol y playa, se les ve tambi¨¦n en Barcelona, Madrid, Sevilla, Toledo, Granada, el Camino de Santiago... El suyo es un turismo cultural, gastron¨®mico y festivo. "En Francia", dice el embajador Delaye, "est¨¢ muy anclada la idea de que al sur de los Pirineos se vive muy bien". Y cada a?o 3.500 j¨®venes espa?oles estudian en Francia con becas Erasmus y 6.000 franceses lo hacen en Espa?a.
Por no hablar de los que residen en uno y otro lado: 200.000 franceses en Espa?a, 180.000 espa?oles en Francia.
Hace dos a?os, se conmemor¨® en Espa?a el bicentenario del alzamiento popular del 2 de Mayo contra la invasi¨®n napole¨®nica. El embajador Delaye afrontaba esa cita con cierta aprensi¨®n, tem¨ªa que sirviera para alg¨²n tipo de resurgir de la francofobia. Pero no fue as¨ª. "Los espa?oles, de derechas y de izquierdas, supieron hacer del bicentenario del 2 de Mayo una celebraci¨®n conjunta con sus amigos franceses", dice. "Hubo un mensaje com¨²n: los malos fueron las tropas de Napole¨®n, pero por encima de ellas estaban las ideas de la Ilustraci¨®n. Me pareci¨® ejemplar".
Don Juan Carlos de Borb¨®n fue particularmente h¨¢bil. Francia, se?ala su embajador, no olvidar¨¢ el inteligente discurso que pronunci¨® en M¨®stoles en 2008. Lo m¨¢s importante de la experiencia de la invasi¨®n napole¨®nica, su fruto m¨¢s duradero, dijo el descendiente de Felipe de Anjou, fue 1812, la primera Constituci¨®n espa?ola y sus ideas de libertad, unidad, igualdad y solidaridad. Y son estas ideas las que acabaron con los Pirineos.
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