La red de corrupci¨®n que teji¨® Montesinos sobrevive en el Ej¨¦rcito peruano
Los carteles del narcotr¨¢fico siguen teniendo influencia en el Ej¨¦rcito de Per¨², lo que dificulta las estrategias del Gobierno en los bastiones de la droga del pa¨ªs sudamericano. EE UU considera que, pese a los esfuerzos del presidente Alan Garc¨ªa, la red de corrupci¨®n relacionada con la droga tejida por Vladimiro Montesinos, el ex jefe de los Servicios de Inteligencia y hombre fuerte de la presidencia de Alberto Fujimori (1990-2000), no est¨¢ elimada y advierte que incluso a¨²n puede resurgir.
Montesinos, quien cumple una condena en la base naval del Callao, en Lima -y tiene otros ocho juicios pendientes-, "colabor¨® con jefes del Ej¨¦rcito y otros funcionarios de seguridad para desarrollar una red de protecci¨®n que favorec¨ªa a unos traficantes de droga mientras cooperaba con Estados Unidos para combatir a otros", seg¨²n describen las comunicaciones con Washington. La Embajada en Lima ha contactado con altos jefes militares peruanos, quienes denuncian que algunos de sus compa?eros de armas todav¨ªa "reciben lucrativos pagos de los traficantes de droga que act¨²an en el valle de los r¨ªos Apur¨ªmac y Ene", una zona conocida en Per¨² como VRAE. Los estadounidenses han pedido opini¨®n a otros informantes, que dan por buena esta denuncia. El VRAE es, adem¨¢s, el ¨²ltimo reducto del grupo terrorista Sendero Luminoso, un lugar de muy dif¨ªcil acceso con monta?as escarpadas y selva cerrada. All¨ª el Ej¨¦rcito ha desarrollado diversas operaciones antiterroristas, destinadas todas a ellas, seg¨²n los documentos estadounidenses, a tener un escaso ¨¦xito en la medida en que interfieren tanto en la actividad de los narcotraficantes como en el sistema de sobornos que estos han establecido. Los informantes de la Embajada citan como ejemplo la Operaci¨®n Excelencia 777, lanzada entre agosto y octubre de 2008. "La operaci¨®n no ha sido tan exitosa como se ha dicho", se?ala un testigo cualificado en los informes estadounidenses.
El dinero del narcotr¨¢fico no solo alcanza a los altos mandos. Para hacer efectiva la soberan¨ªa nacional en el VRAE, el Ej¨¦rcito peruano disemin¨® a finales de los a?os noventa numerosos puestos de vigilancia formados por seis o siete soldados, "quienes aceptaban regularmente sobornos en vez de tomar el riesgo de enfrentarse a fuerzas superiores a ellos", seg¨²n destacan los documentos. Ante la ineficacia de la estrategia, durante la presidencia de Alejandro Toledo (2001-2006) se multiplicaron por m¨¢s de 10 los efectivos y se establecieron bases militares de un centenar de soldados cada una. Pero el jefe del Ej¨¦rcito fue sustituido cuando el nuevo modelo apenas llevaba cinco meses en marcha. La estrategia qued¨® abandonada y el n¨²mero de militares qued¨® fijado en 700 para una extensi¨®n de 12.000 kil¨®metros cuadrados. "[El testigo protegido de EE UU] asegura que [el militar] fue apartado porque sus operaciones amenazaban el lucrativo negocio de la venta de combustible por parte de oficiales del Ej¨¦rcito a traficantes de droga", se?ala uno de los documentos.
Los traficantes nutren adem¨¢s sus filas con ex militares de menor rango. "Cuando los soldados han completado su servicio voluntario y aprendido t¨¢cticas y utilizaci¨®n de armas -pero han ganado poco dinero-, a menudo son reclutados por las redes de narcotr¨¢fico". Los narcos los emplean como mochileros para que transporten la droga a pie por la selva, hasta puntos de recogida convenidos. Les pagan unos 30 d¨®lares por kilo. "A menudo", se?alan los cables, "los mochileros son asaltados y asesinados".
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