La batalla del euro
El desenlace de la batalla del euro sigue siendo igual de incierto. Evidentemente, es una situaci¨®n exasperante: como ha observado recientemente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, ex presidente franc¨¦s y alma m¨¢ter de la comisi¨®n que condujo al Tratado de Lisboa, "nunca se ha visto que los mercados consiguieran la supresi¨®n de una moneda". Aun as¨ª. Por un lado est¨¢ el Banco Central Europeo, que refuerza las l¨ªneas de defensa, y los Gobiernos, con los de Alemania y Francia a la cabeza. Por el otro, los mercados y dem¨¢s fondos especuladores, que siguen poniendo su punto de mira en un pa¨ªs y luego en otro: se trata de esperar a que los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles se desmoronen para conseguir poco a poco la fragmentaci¨®n de la zona euro.
Merkel y Sarkozy, a quienes conviene el duopolio franco-alem¨¢n, rechazan el eurobono
Aunque haya sido m¨¢s tranquila que las anteriores, la semana que acaba de terminar no ha escapado a la regla. Ha estado marcada por el consejo franco-alem¨¢n celebrado el viernes en Friburgo, cuyo objetivo era reafirmar la voluntad com¨²n de salir adelante gracias al fondo de rescate que se ha dispuesto y que deber¨ªa ser prolongado a partir de 2013 por un mecanismo permanente. Pero esta reafirmaci¨®n ha venido acompa?ada de una doble negativa: la negativa a aumentar el fondo de rescate -cuyo techo se sit¨²a hoy en 750.000- como recomendaba el presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Negativa igualmente a emitir obligaciones comunes en forma de bonos del Tesoro europeo, como deseaba Jean-Claude Juncker, primer ministro luxemburgu¨¦s, en su calidad de presidente del Eurogrupo, apoyado por Giulio Tremonti, ministro italiano de Finanzas.
Esta soluci¨®n, que consiste en emitir euroobligaciones, viene siendo preconizada por hombres tan diferentes como Jacques Attali, Jacques Delors y Helmut Schmidt. Su razonamiento se apoya en las cualidades de la zona euro, que ning¨²n dirigente pol¨ªtico actual ha puesto verdaderamente de relieve. A saber: en un mundo en el que los desequilibrios son cada vez m¨¢s acusados, la zona euro es, de hecho, un polo de estabilidad; falta que se convierta en un polo de la mayor prosperidad. Colectivamente, est¨¢ en mejor situaci¨®n que EE UU, cuyo d¨¦ficit es abismal, lo mismo que su desequilibrio comercial respecto a China. Eso, sin mencionar a Reino Unido cuyas cifras son objetivamente catastr¨®ficas. Desde la perspectiva de quienes la preconizan, la emisi¨®n de bonos del tesoro europeo tendr¨ªa como efecto inmediato el de privar de municiones a la especulaci¨®n.
Su propuesta ha tropezado no obstante con el rechazo de Alemania y, ahora, tambi¨¦n con el de Francia. Motivo: se mutualizar¨ªan los riesgos y, por supuesto, se armonizar¨ªan los intereses de los pr¨¦stamos. Sobre todo, dice Nicolas Sarkozy, se "irresponsabilizar¨ªa" a los Estados m¨¢s endeudados, que deben restablecer sus equilibrios cuanto antes. Este reproche de incitaci¨®n al laxismo es, evidentemente, el leitmotiv de Alemania contra los dem¨¢s pa¨ªses de la eurozona. El apoyo franc¨¦s era muy esperado en Alemania. Aunque solo fuera porque la canciller no quer¨ªa ser la ¨²nica a la que tacharan de antieuropea. Un reproche que le han hecho inmediatamente tanto Jean-Claude Juncker como Helmut Schmidt.
De hecho, desde el estallido de la crisis, podemos considerar que Angela Merkel siempre ha ido un paso por detr¨¢s de los acontecimientos. Su argumento para rechazar los eurobonos y el aumento del fondo de rescate europeo es que "por el momento no hay raz¨®n para ello". Ahora bien, lo que le proponen es precisamente evitar la llegada de un "momento" m¨¢s peligroso que los anteriores. Tambi¨¦n es cierto que, como los dem¨¢s, la canciller debe lidiar con su propia opini¨®n p¨²blica. Pero tal vez le est¨¦ concediendo demasiada importancia a quienes, en Alemania, proponen una fragmentaci¨®n de la zona euro en dos velocidades o, lo que viene a ser lo mismo, relegar a los pa¨ªses mediterr¨¢neos a una especie de subzona monetaria, cuando la opini¨®n p¨²blica alemana, por su parte, ha evolucionado en un sentido positivo. Hace unos meses, la mayor¨ªa se declaraba favorable al retorno al Deutsch Mark; hoy, un 60% de los alemanes afirman su apego al euro, mientras que los nost¨¢lgicos del marco solo representan un tercio.
En lo que coinciden Merkel y Sarkozy es en el fondo en una l¨®gica de derechas. Salir de la crisis emitiendo bonos del tesoro europeo puede permitir que cada uno de los Gobiernos decida no cambiar de direcci¨®n para reequilibrar sus grandes magnitudes, sino tal vez proceder m¨¢s pausadamente y, as¨ª, dar un respiro a la demanda interior y a unas poblaciones que podr¨ªan verse sacudidas por movimientos de revuelta. Sarkozy y Merkel coinciden tambi¨¦n en su oposici¨®n a dotarse de un presupuesto europeo din¨¢mico. Ninguno de los dos quiere una Europa animada por un verdadero centro que, a imagen del Banco Central Europeo, cuente con nuevos instrumentos de federalismo. A fin y al cabo, el duopolio franco-alem¨¢n les conviene a ambos.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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