Moneo reinventa Atocha otra vez
El arquitecto, ¨²nico premio Pritzker espa?ol, revela las claves de la segunda ampliaci¨®n de la estaci¨®n de trenes - El proyecto vuelve a recaer en sus manos 18 a?os despu¨¦s
Al llegar, el arquitecto se cruza con las enormes cabezas de bronce del escultor. "A m¨ª me gusta m¨¢s que est¨¦n aqu¨ª fuera, hay que suponer que a ¨¦l tambi¨¦n". Rafael Moneo visita por segunda vez el mismo d¨ªa la ampliaci¨®n de la estaci¨®n de Atocha. Por la ma?ana, su presencia se diluy¨® entre los pol¨ªticos que presentaron la obra. Por la tarde, con m¨¢s silencio, accede a recorrer de nuevo su obra con EL PA?S. En el lugar de la cita, el patio exterior, le reciben las dos esculturas de Antonio L¨®pez, D¨ªa y Noche, que representan la cabeza de su nieta dormida frente a otra con los ojos abiertos. Acaban de ser trasladadas al exterior desde el vest¨ªbulo interior. "Requer¨ªan de un espacio m¨¢s amplio que adem¨¢s las hace m¨¢s accesibles", reflexiona Moneo.
"La primera remodelaci¨®n fue la m¨¢s determinante. Esta la completa"
"El proyecto hace olvidar la arquitectura y prevalecer la vida"
Antes de entrar al nuevo vest¨ªbulo blanco, el maestro ofrece una clave de este trabajo: "Lo fundamental es entender que esto es solo una primera parte". El ¨²nico premio Pritzker (el Nobel de la arquitectura) espa?ol, de 73 a?os, recorre la estaci¨®n con el arquitecto y colaborador Peio Elcuaz, de 39. Durante el paseo, se apoya en Elcuaz, le consulta a menudo y le cede la palabra. Insiste en que este ha sido un trabajo conjunto. El proyecto continuar¨¢ con la ampliaci¨®n de la pasarela, una nueva estaci¨®n subterr¨¢nea y la nueva explanada de taxis. "Te lo explico mejor durante el paseo", ofrece Moneo. Y se abre paso por el hueco de la valla hacia los pasillos de Cercan¨ªas, en pleno tr¨¢nsito. "Es incre¨ªble la vida que tiene esto", concede.
Los primeros recuerdos que el arquitecto guarda de Atocha hablan de sus viajes desde Pamplona (Moneo naci¨® en Tudela) a la entonces Estaci¨®n del Mediod¨ªa, inaugurada en 1851. Corr¨ªan los a?os cuarenta cuando el ni?o Moneo llegaba en tren hasta los viejos andenes madrile?os, sobre los que luego har¨ªa una de sus intervenciones m¨¢s celebradas. En los ochenta, el arquitecto dise?¨® la ampliaci¨®n prevista para la llegada del primer AVE, que parti¨® de Sevilla a Madrid en 1992. Traslad¨® la entrada principal al sur, ampli¨® el espacio del viajero y llen¨® de rojo los andenes y las cubiertas. Entonces, como ahora, se trataba "de propiciar el movimiento de la gente". "Aquella primera intervenci¨®n fue m¨¢s determinante, supuso tomar partido en un momento m¨¢s crucial y definitivo", recuerda Moneo.
Se enfrent¨® al nuevo encargo con un objetivo: "No quer¨ªamos una actuaci¨®n que desvirtuara la anterior, se trataba de aumentar la capacidad sin cambiar mucho su forma, pero no hasta el extremo de usar los antiguos materiales". La obra respeta lo ya hecho, manteniendo las l¨ªneas y materiales similares: acero y aluminio. Y rompe con el pasado a trav¨¦s del color. "El blanco permite marcar la diferencia con lo anterior", se?ala Moneo. El arquitecto sugiere recorrer en el mismo trayecto (y en el mismo sentido) que har¨¢ el viajero y conduce a los invitados a trav¨¦s del aparcamiento. Prosigue: "El blanco es el color m¨¢s preciso y permite un mejor mantenimiento". Su voz se pierde en el eco de las b¨®vedas del aparcamiento, justo antes de acceder hasta los andenes por los que el domingo entrar¨¢ el primer tren lleno de viajeros. Los techos son alt¨ªsimos, el espacio di¨¢fano. A Moneo le gusta la sensaci¨®n de libertad. Una estaci¨®n, dice, "es un espacio muy hermoso de la ciudad porque no es privado, todo el mundo tiene acceso, y luego est¨¢ lo que el concepto de viaje supone en nuestras vidas...".
De punta a punta del and¨¦n, sobre los trenes, se sit¨²a la nueva pasarela que repartir¨¢ el flujo de viajeros. A¨²n debe crecer m¨¢s hacia la avenida de la Ciudad de Barcelona, donde Moneo abrir¨¢ la nueva puerta de Atocha en las sucesivas partes de este proyecto que ¨¦l entiende y pide entender como un todo.
Los dos arquitectos, sobre la pasarela, consideran casi un milagro una obra resuelta en un a?o y medio sin que la estaci¨®n parase un solo d¨ªa de funcionar. Proyectarlo, reflexiona Moneo, "fue la parte f¨¢cil, lo dif¨ªcil era construirlo, eso que ahora llaman resolver los problemas de log¨ªstica y que no nos toc¨® a nosotros". Y alude de nuevo al trabajo en equipo ("la empresa colectiva", dice) con los ingenieros y la constructora. "Hay que dar al C¨¦sar...". El ruido de un tren de Cercan¨ªas que parte dos niveles m¨¢s abajo interrumpe el refr¨¢n. Elcuaz a?ade entonces que tuvieron que abordar el trabajo dividiendo el espacio por franjas de cuatro v¨ªas y repartiendo el tr¨¢fico de trenes por el resto. Se construyeron t¨²neles sobre los andenes para poder avanzar en la cubierta de acero y cristal por la que entra el sol de medio lado. Desde el lateral abierto se ven nuevas v¨ªas con una gr¨²a encima. Es el lado que mira a la calle de M¨¦ndez ?lvaro, donde est¨¢ prevista una estaci¨®n pasante subterr¨¢nea.
Moneo enfila la cinta mec¨¢nica del pasillo con paso r¨¢pido. Mira de forma intermitente a sus pies y al techo, formado por las mismas b¨®vedas que cubren el aparcamiento, pero pintadas de blanco y con el lateral cubierto por cristal. "Me gusta verlo andando, esta es la parte m¨¢s cinematogr¨¢fica", revela. "El movimiento propicia que las c¨²pulas superiores no queden est¨¢ticas, se trata de que este recorrido, que es largo, se haga corto". As¨ª es. Alcanzamos de nuevo el vest¨ªbulo, casi el final de la visita. ?Cu¨¢l es su lugar favorito?, preguntamos. "La visi¨®n de conjunto es lo que le da m¨¢s valor. Lo destacable es el resultado de ensamblar dos espacios muy distintos", responde.
Vuelta a la superficie, al D¨ªa y Noche de Antonio L¨®pez, a la valla exterior. Moneo, de tono quedo y suave, se despide del vigilante que guarda su ¨²ltima obra hasta el estreno del domingo. A la derecha, la primera ampliaci¨®n. A su izquierda, el nuevo proyecto blanco. Pregunta final: ?Satisfecho? Moneo duda un instante y asiente. Elcuaz ampl¨ªa la respuesta: "Estamos satisfechos en primera instancia, para entender de verdad todo lo que se ha hecho es importante todo lo que vendr¨¢ despu¨¦s".
Antes de irse, el maestro celebra su suerte. "Una estaci¨®n es muy importante para la vida de la ciudad. En ella coinciden los intereses de la arquitectura y su valor para dar uso a un edificio tan habitual y cotidiano. Es muy hermoso ver que un proyecto as¨ª hace olvidar la arquitectura y prevalecer la vida: Atocha es mucho Madrid".
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