Ampliaci¨®n dudosa
El estado de alarma no deber¨ªa prolongarse ni un d¨ªa m¨¢s de lo imprescindible
La decisi¨®n del Gobierno de prorrogar el estado de alarma hasta el 15 de enero resuelve un problema a corto plazo (la posibilidad de volar durante las vacaciones de Navidad), pero acrecienta la ansiedad que produce una medida extraordinaria y jur¨ªdicamente discutible. Solo el voto favorable del Congreso de los Diputados, tr¨¢mite previsto para ma?ana, dotar¨¢ de mayor legitimidad a la decisi¨®n.
Hay razones poderosas para justificar la medida hasta el 31 de diciembre. Pero cabe dudar de la necesidad de extenderla m¨¢s all¨¢, atendiendo sobre todo a la afirmaci¨®n del presidente del Gobierno de que no mantendr¨ªa la militarizaci¨®n un d¨ªa m¨¢s de lo necesario. El plante de los controladores del pasado 3 de diciembre tuvo su origen en el distinto c¨®mputo de horas anuales de trabajo que aquellos hac¨ªan frente a la interpretaci¨®n de AENA. Por tanto, mientras no acabara el a?o continuaba en pie la causa del conflicto, lo que desactivaba en parte el car¨¢cter preventivo de la medida. Ampliar tal situaci¨®n a enero ser¨¢ eficaz para la tranquilidad de los viajeros, pero acrecienta la incertidumbre acerca de su encaje legal. Si se prorroga el estado de alarma hasta el 15 de enero, ?por qu¨¦ no hasta febrero o Semana Santa?
La pr¨®rroga pone de nuevo de manifiesto la incapacidad de los poderes p¨²blicos para gestionar el control a¨¦reo. El PNV y CiU, favorables a la medida, pidieron al Gobierno que demostrase que se trata de la ¨²nica alternativa para garantizar el tr¨¢nsito a¨¦reo. Doce d¨ªas despu¨¦s de la rebeli¨®n de los controladores nadie ha puesto sobre la mesa otra opci¨®n diferente. A la desastrosa actuaci¨®n de los Gobiernos del PP, que concedieron a los controladores a¨¦reos unas condiciones laborales y un nivel de autogesti¨®n extraordinarios, le sigui¨® la inacci¨®n de los primeros Gobiernos de Rodr¨ªguez Zapatero y, por fin, este a?o, una decisi¨®n pol¨ªtica de reformar el sector que, a la vista de lo acontecido, no ha sido suficiente para desactivar en unos pocos meses la capacidad de chantajear al Estado por parte de un colectivo de poco m¨¢s de 2.000 empleados.
Es evidente que el conflicto de los controladores a¨¦reos es una bomba que le ha estallado a este Gobierno en las manos, pero tambi¨¦n es leg¨ªtimo sospechar que tras las medidas adoptadas, tan extraordinarias como recurrir al Ej¨¦rcito y al estado de alarma, hay una expresi¨®n de impotencia, tambi¨¦n de este Ejecutivo, cortando el paso con antelaci¨®n a ese c¨®mputo torticero de horas trabajadas que estaban haciendo los controladores o impidiendo las reiteradas ausencias sin justificaci¨®n alguna.
El estado de alarma no deber¨ªa prolongarse ni un d¨ªa m¨¢s de lo imprescindible. Es urgente que el Gobierno acelere las reformas emprendidas en el sector y que el PP arrime el hombro o, cuando menos, deje de torpedear cualquier soluci¨®n a un conflicto que ¨¦l mismo aliment¨® y del que tambi¨¦n es responsable.
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