?Es posible la diplomacia abierta?
En la Universidad de Princeton, Woodrow Wilson, que fue presidente de la instituci¨®n antes de convertirse en presidente de Estados Unidos, nunca anda muy lejos. Su imagen de proporciones hist¨®ricas observa a lo largo y a lo ancho del sal¨®n comedor en Wilson College, del que soy miembro, y de Prospect House, el lugar donde come el personal acad¨¦mico y que fue su hogar mientras dirig¨ªa esta universidad.
As¨ª que cuando estall¨® el furor por la difusi¨®n por parte de Wikileaks de 250.000 cables diplom¨¢ticos, record¨¦ el discurso de 1918 de Wilson en el que formul¨® Catorce Puntos para que una paz justa pusiera fin a la I Guerra Mundial. El primero de esos Catorce Puntos dice: "Debemos llegar a acuerdos de paz abiertos, despu¨¦s de los cuales seguramente ya no habr¨¢ ninguna acci¨®n internacional o dictamen que sea privado, sino que la diplomacia siempre avanzar¨¢ de manera franca y a los ojos de la opini¨®n p¨²blica".
Wodrow Wilson so?¨® con una pol¨ªtica internacional transparente. ?Lo conseguir¨¢ Wikileaks?
Al igual que el pacifismo, la apertura total es hoy imposible
?Es este un ideal que deber¨ªamos adoptar seriamente? ?El fundador de Wikileaks, Julian Assange, es un seguidor de Woodrow Wilson?
Wilson no pudo lograr que el Tratado de Versalles reflejara plenamente sus Catorce Puntos, aunque s¨ª que incluyera varios, entre ellos el establecimiento de una asociaci¨®n de Estados que resultar¨ªa ser la precursora de las Naciones Unidas de hoy. Pero Wilson luego fracas¨® a la hora de lograr que el Senado de Estados Unidos ratificara el tratado, que inclu¨ªa el pacto de la Liga de Naciones.
En un texto publicado por The New York Times a comienzos de este mes, Paul Schroeter, un profesor em¨¦rito de Historia, argumentaba que se suele decir que la diplomacia abierta est¨¢ "fatalmente viciada" y daba como ejemplo la necesidad de negociaciones secretas para llegar a un acuerdo sobre el Tratado de Versalles. Como ese Tratado carga con una responsabilidad sustancial en la resurrecci¨®n del nacionalismo alem¨¢n que llev¨® al ascenso de Hitler y a la II Guerra Mundial, con justa raz¨®n se le considera el acuerdo de paz m¨¢s desastroso de la historia humana.
Es m¨¢s, cuesta imaginar que si las propuestas de Wilson hubieran sido la base de la paz, y hubieran marcado el tono de todas las negociaciones futuras, la historia de Europa en el siglo XX habr¨ªa sido peor de lo que realmente fue. Eso hace que el Tratado de Versalles sea un mal ejemplo a utilizar para demostrar la conveniencia del secreto en las negociaciones internacionales.
El Gobierno abierto, dentro de ciertos l¨ªmites, es un ideal que todos compartimos. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo respald¨® cuando asumi¨® el cargo en enero de
2009. "A partir de hoy", les dijo a sus secretarios de Gobierno y colaboradores, "toda agencia y departamento debe saber que esta Administraci¨®n no est¨¢ del lado de quienes buscan retener informaci¨®n, sino de aquellos que quieren hacerla conocer". Luego observ¨® que esa pol¨ªtica tendr¨ªa que tener algunas excepciones para proteger la privacidad y la seguridad nacional.
Sin embargo, hasta el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, admiti¨® que, si bien las recientes filtraciones son comprometedoras e inc¨®modas para Estados Unidos, sus consecuencias para la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs son modestas. Algunos de los cables que se filtraron son solo opiniones y no mucho m¨¢s que chismes sobre l¨ªderes nacionales. Pero, debido a la filtraci¨®n, sabemos, por ejemplo, que cuando el Gobierno brit¨¢nico inici¨® su investigaci¨®n, supuestamente abierta, sobre las causas de la guerra de Irak, tambi¨¦n le prometi¨® al Gobierno de Estados Unidos que "implementar¨ªa medidas para proteger sus intereses". El Gobierno brit¨¢nico aparece as¨ª enga?ando a su poblaci¨®n y a su propio Parlamento.
De la misma manera, los cables revelan que el presidente Ali Abdullah Saleh de Yemen le minti¨® a su pueblo y a su Parlamento sobre el origen de los ataques a¨¦reos estadounidenses contra Al Qaeda en ese pa¨ªs cuando les dijo que hab¨ªa sido el propio ej¨¦rcito de Yemen el causante de las bombas.
Tambi¨¦n aprendemos m¨¢s sobre el nivel de corrupci¨®n en algunos de los reg¨ªmenes que Estados Unidos respalda, como los de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, y en otros pa¨ªses con los que Estados Unidos tiene relaciones amistosas, principalmente Rusia. Ahora sabemos asimismo que la familia real saud¨ª ha venido insisti¨¦ndole a Estados Unidos para que emprenda un ataque militar contra Ir¨¢n a fin de impedir que este pa¨ªs pueda producir armas nucleares. Aqu¨ª, tal vez, nos hemos enterado de algo por lo que el Gobierno de Estados Unidos merece una felicitaci¨®n: rechaz¨® esa sugerencia.
En general se considera que el conocimiento es algo bueno, de modo que saber m¨¢s sobre c¨®mo piensa Estados Unidos y c¨®mo opera en el mundo tambi¨¦n es bueno. En una democracia, los ciudadanos emiten un juicio sobre su Gobierno y, si se los mantiene en la oscuridad sobre lo que este hace, no est¨¢n en condiciones de tomar decisiones bien fundamentadas. Aun en los pa¨ªses no democr¨¢ticos, la gente tiene un inter¨¦s leg¨ªtimo en saber sobre las acciones emprendidas por sus Gobiernos.
No obstante, no siempre sucede que la apertura sea mejor que el secreto. Supongamos que los diplom¨¢ticos estadounidenses hubieran descubierto que dem¨®cratas que viven bajo una dictadura militar brutal estuvieran negociando con oficiales j¨®venes la organizaci¨®n de un golpe para establecer la democracia y el r¨¦gimen de derecho. Yo desear¨ªa que Wikileaks no publicara un cable en el que los diplom¨¢ticos informaran a sus superiores en Washington sobre ese plan.
La apertura, en este sentido, es como el pacifismo: de la misma manera que no podemos practicar un desarme total mientras que otros sigan dispuestos a usar sus armas, el mundo de diplomacia abierta de Woodrow Wilson es un ideal noble que no se puede materializar por completo en el mundo en que vivimos.
Sin embargo, podr¨ªamos intentar acercarnos a ese ideal. Si los Gobiernos no enga?aran a sus ciudadanos con tanta frecuencia, el secreto no ser¨ªa tan necesario, y si los l¨ªderes supieran que no pueden contar con mantener a la poblaci¨®n en la oscuridad sobre lo que est¨¢n haciendo, tendr¨ªan un poderoso incentivo para comportarse mejor.
Por lo tanto, es lamentable que el desenlace m¨¢s probable de las recientes revelaciones sean mayores restricciones para impedir futuras filtraciones. Esperemos que en la nueva era de Wikileaks, ese objetivo siga fuera de alcance.
Peter Singer es profesor de Bio¨¦tica en la Universidad de Princeton y autor de The Life You Can Save: Acting Now to End World Poverty. ? Project Syndicate, 2010.
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