La Reina del Sur
La Reina del Sur de Arturo P¨¦rez-Reverte invoca tequila; por eso, antes de cualquier cosa, apuro un caballito hasta el fondo. Son las reglas, dir¨ªa Arturo. Abro mi ejemplar: "Son¨® el tel¨¦fono y supo que la iban a matar", y entro de lleno en la historia y veo a Teresa Mendoza correr desaforada para salvar el pellejo sin sospechar que estaba salvando su destino. Luego El Gato Fierros le dejar¨¢ claro qu¨¦ significa estar desamparada y si no es por el Pote G¨¢lvez qui¨¦n sabe qu¨¦ hubiera ocurrido. Don Epifanio Vargas le facilitar¨¢ un par de cosas y llegar¨¢ a Espa?a, con Santiago Fisterra, a correr la vida en Melilla y donde se ofrezca.
Con esta novela, P¨¦rez-Reverte abri¨® las puertas de Europa a la nueva narrativa latinoamericana de violencia que no solo se fortalece en una clara voluntad de estilo, sino en una tem¨¢tica dolorosa y subyugante: el narcotr¨¢fico. No son historias de sospechosos enmascarados jugando a la guerrilla, ni la intimidad emocional afectada por la vida moderna, ni los h¨¦roes que nos dieron patria; se trata de la novela de la descomposici¨®n social, de la miseria econ¨®mica, la corrupci¨®n y la p¨¦rdida de valores; una narrativa de la podredumbre, de la barbarie producto de la civilizaci¨®n. Una ¨¦pica donde todos mueren. En Colombia han desarrollado la parte de los sicarios; en M¨¦xico, la parte del trasiego de narc¨®ticos hasta los ojos del consumidor o el decomiso. Adem¨¢s, Arturo destap¨® la importancia de las mujeres en el tr¨¢fico. Uno puede ver Teresas Mendoza reales, en ciernes o imaginativas en demasiadas partes.
Periodismo de nota roja
De su publicaci¨®n por Alfaguara en 2002, a la fecha, se modificaron algunos referentes. Cuando menos en M¨¦xico la violencia se ha exacerbado. En el ¨²ltimo cap¨ªtulo de La Reina del Sur hay una escena de representaci¨®n de la realidad, desde luego imaginada, muy similar a los reportes cotidianos de nota roja. ?Qu¨¦ te pasa, realidad? Eso de que imitas al arte est¨¢ bien con Bradbury o Stephenson, pero en nuestra cotidianeidad no me parece. Este encuentro con La Reina me induce a concebir que en la literatura de violencia, lo que se narra ya pas¨®, o va a pasar.
P¨¦rez-Reverte es un maestro de la prosa de digresi¨®n abierta que cuenta vidas llenas de razones y volteretas. Cada personaje de su novel¨ªstica es un prototipo imposible de imitar porque gracias a que el autor les crea un espacio perfecto se mueven con naturalidad humana. Claro, en esto el lenguaje es la clave, y bueno, Arturo tiene un o¨ªdo envidiable. Recuerdo cuando escrib¨ªa La Reina: escuchaba todo: personas, animales, tormentas, armas; observaba cada matiz de la vida y sus aromas, cada palabra o grito y anotaba, no se despegaba de una peque?a libreta adquirida en Venecia camino a Thomas Mann. Merced a esa virtud, pudo interpretar el alma de un pueblo que como es bien sabido, se encuentra en sus giros idiom¨¢ticos, ya que el coraz¨®n est¨¢ en Cervantes.
La Reina del Sur es un cl¨¢sico dentro de la est¨¦tica de la violencia. Adem¨¢s del lenguaje, que es preciso y representativo, el tratamiento de los personajes, las atm¨®sferas, el nivel de emoci¨®n, la trama, la estructura y la capacidad de nombrar una realidad que se reproduce le han dado el galard¨®n; desde luego, tambi¨¦n ese sentimiento final de que algo ocurre en el mundo que no huele bien. Cuando hablo de literatura social me refiero a eso, a libros con pertinencia, quiz¨¢ no pretendida, pero desde ya vigorosamente conectados a fen¨®menos espec¨ªficos de gran influencia en grupos sociales. Salud, amigo.
Ma?ana viernes, La Reina del Sur, por 7,95 euros con EL PA?S.
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